Del Kremlin a Bruselas, el nuevo Gobierno de Fiala cambiará el rumbo de la política exterior checa
El nuevo gobierno de Petr Fiala se enfrenta a grandes desafíos y la política exterior representa un punto clave. La disyuntiva UE-Rusia continúa siendo un asunto pendiente.
Petr Fiala tomará las riendas de un país que se enfrenta a grandes desafíos en diversos frentes. Entre ellos, está el rumbo que tomará en materia de política exterior, un asunto bien polémico entre la opinión pública checa, totalmente conectado con la tradición y la historia checa: ¿Mirar hacia el oeste o el este europeo? ¿A Bruselas o al Kremlin?
Zdeněk Beránek, director del think tank del instituto Europeum, reflexionó para Radio Praga Internacional sobre los que presumiblemente serán los puntos clave del nuevo gobierno en esta materia.
“En general, será una política exterior prooccidental, proeuropea, bastante mayoritaria, que aparentemente se basará en valores y normas. Ojalá sea coherente y estratégico. Eso es lo que se ha proclamado y hay indicios de que esto podría ir más allá de la proclamación: que tal política exterior podría realmente implementarse. Por supuesto que implementar la política exterior siempre es muy, muy difícil, por lo que en realidad es posible que sea un viaje lleno de baches. Pero estoy bastante seguro de que el gobierno realmente lo intentará".
En resumen, amor-odio es como mejor se define la relación que existe entre Praga y la UE y Rusia. Como aliados estratégicos, tanto Bruselas como Moscú tratan de seducir a una Chequia que parece más empeñada en ser un verso suelto dentro del mapa europeo y no comprometerse con nadie. Una buena muestra de ello sería la retórica ambigua del primer ministro Andrej Babiš, tal y como apunta Zdeněk Beránek. Esta ha marcado la postura del país con respecto a Europa y Rusia en el último tiempo. También, según él, la llegada de Fiala supone un mayor compromiso de Chequia con la UE.
“Creo que Babiš fue muy elocuente en lo que respecta a su euroescepticismo, pero en realidad se mantuvo dentro de la corriente principal cuando estuvo en Bruselas. Estoy bastante seguro de que Fiala y otros miembros del gabinete usarán una retórica diferente y, al menos al principio, se comportarán como socios más constructivos. Así que podría ser una buena noticia para algunos en Bruselas”.
La transición de la corona al euro, por ejemplo, es uno de los puntos calientes dentro del proceso de integración checo. Respecto a esto, el gobierno entrante afirmó que esta no será inmediata pero que continuarán dando pasos en esta dirección.
“Si bien afirman que continuarán con el proceso de adopción del euro, ya que, por ejemplo, según el acuerdo, las empresas podrán utilizar el euro en su contabilidad interna, también afirman que en los próximos cuatro años no es realista adoptar el euro. Lo cual es básicamente cierto".
En cuanto al entorno regional, las relaciones con el grupo de Visegrado, que conforman junto a sus vecinos centroeuropeos Polonia, Hungría y Eslovaquia, también se vislumbra como otro de los grandes temas en política exterior. Beránek afirma que la cooperación entre los miembros se mantendrá, pero que la llegada de un nuevo interlocutor como Fiala supondrá cambios y replanteamientos en la estrategia checa.
“Estoy bastante seguro, dada la popularidad del formato y dada su relevancia en múltiples niveles, que la cooperación continuará. Aunque hay un gran 'pero', será menos automático. Espero al menos que el gobierno, o los que serán responsables de la política exterior, se pregunten: ¿Qué hay para la República Checa? ¿Encaja con nuestro interés nacional? ¿Se ajusta a nuestra política exterior basada en valores?”.
En definitiva, todo parece indicar que Fiala tratará de fomentar y promover una Chequia más europeísta. La adopción de posturas claras de cara al panorama internacional parece imprescindible en un contexto cada vez más volátil, marcado por la pandemia, la crisis económica y el recrudecimiento de las relaciones entre la UE y Rusia, con Chequia en tierra de nadie.
El nuevo gobierno de coalición parece representar un soplo de cambio con dirección a occidente para dejar atrás las tendencias de la vieja guardia de la política nacional.
Los exlíderes Václav Klaus y Miloš Zeman, por ejemplo, siempre han abogado por estrechar relaciones con el Kremlin. Klaus, por ejemplo, afirmó tras la invasión rusa a Ucrania en 2014 que “Ucrania nació después del comunismo como un estado esencialmente no histórico”. También se mostró muy crítico con la respuesta del gobierno al ataque en Vrbětice. Zeman, por su parte, también sembró dudas con sus declaraciones sobre el papel de Rusia en Crimea, además de mantener sonados enfrentamientos con el exministro de Exteriores, Tomáš Petřícek, que tenía una actitud crítica hacia Moscú, o Jan Blatný, exministro de salud, que se mostró reacio a adquirir la vacuna rusa Sputnik V.