Cada checo, un músico. La curiosa historia del pianista argentino con raíces moravas
Con orígenes moravos, nacionalidad argentina y residencia en Estados Unidos, el destacado pianista Fabio Banegas nos cuenta en esta charla cómo fue el mágico reencuentro con su familia checa y en qué lugar emblemático de Praga sueña con dar un concierto.
Fabio Banegas recuerda que, cuando tenía solo cuatro años, acompañó a su madre a visitar a una amiga y quedó fascinado con la música que sus hijas sacaban del piano. Por ese entonces, él vivía con su familia en la ciudad argentina de Rosario y, durante varios días, les estuvo pidiendo a sus padres poder tomar también clases. Lo que quizás tardó un poco más en entender Banegas es que una de las causas de eso que él llama su “reacción visceral hacia la música” tal vez tenga que ver con su propio ADN y las raíces que lo vinculan a una de las tierras más musicales del mundo.
“Mi nombre legal es Fabio Leopoldo Banegas porque mi papá es Banegas, pero mi mamá es Jiřiček de soltera y ese es el apellido de mi abuela, o sea, una mitad de mi esencia es checa de parte de mi mamá, ella es checa. Y aunque mi apellido legal es Banegas, los checos me lo simplificaron a Fabio B. Jiřiček”.
A partir de aquella especie de epifanía, Banegas no solo empezó a tomar clases de piano sino que además pasó a estar en permanente contacto con la música clásica, escuchando incluso casetes de destacados compositores durante los largos viajes en auto por las extensas rutas de Argentina, un país con una importante comunidad checa que proviene, sobre todo, de la región de Moravia, como es el caso también de la familia de Banegas.
“Las dos familias que formaron el matrimonio de mis abuelos maternos venían de Moravia, de la región de Zlín. La familia de mi abuelo era de Hluk (un pueblo cuyo nombre significa ruido) y de parte de mi abuela (que era Leopolda Zetíková, por eso mi nombre) eran de la zona de Traplice, de Uherské Hradiště, aunque mis dos abuelos nacieron durante el imperio austrohúngaro”.
Lo cierto es que toda su identidad checa tiene que ver con el sur de Moravia, aunque se trata de un vínculo que va incluso más allá de las raíces familiares. A lo largo de su formación, Banegas también ha tomado clases con algunos descendientes de checos, un vínculo más que importante si se tiene en cuenta el peso que en el universo de la música suele tener la figura del maestro.
“Mi profesora en Estados Unidos fue Susan Cvrček también descendiente de checos que vinieron a Estados Unidos, no creo que tenga una relación tan cercana como la mía, pero ella es descendiente de checos y la fisonomía, los rasgos, el porte, es bien checo y el apellido quiere decir grillo: Cvrček”.
En la actualidad, Banegas es un destacado pianista, investigador especializado en música clásica y coleccionista de arte que, si bien reside en Estados Unidos desde hace veinticinco años, siempre que puede le rinde homenaje a la tierra de sus antepasados. Por ejemplo, suele dar conciertos para la embajada checa en Los Ángeles o Washington. Sin ir más lejos, cuenta que en el marco de una exposición sobre los Habsburgo en el Museo de Bellas Artes de Houston, ejecutó obras de compositores checos dedicadas a María Antonieta y otros integrantes de esa familia real. El proyecto derivó luego en un disco de compositores checos que incluye nombres tan rutilantes como Smetana, Dvořák y Janáček.
“De ahí sale el dicho que si eres checo eres muy buen músico porque estaban en todas las orquestas en Francia, Alemania o España del barroco, clasicismo y romanticismo porque tocan el violín con la misma naturalidad con que en Argentina se mama el fútbol de chiquitos, entonces siempre hubo una diáspora de checos en orquestas de toda Europa: por más que fuera la corte de un rey francés, había algún checo tocando”.
Como sus abuelos murieron muy jóvenes, la relación de Banegas con la rama familiar checa siempre estuvo marcada por la presencia de dos tías abuelas que vivían en Rosario. Una de ellas, fallecida en 2003, debido a una serie de problemas de salud había dejado sin contestar durante muchos años una tarjeta de sus familiares de República Checa. Un día él encontró esa tarjeta, se animó a contestar y, de esa forma, pudo reencontrar a toda su familia de Hluk. La tarjeta solo llevaba como firma JOS, por lo que no sabían si se trataba de un hombre o de una mujer, pero Banegas no quiso perder más tiempo y decidió sacarse la duda escribiéndole una carta.
“Y, bueno, esa es la prima hermana de mi mamá, Josefa, la matriarca de la familia Jiřiček, que es inclusive mayor que mi mamá, creo que ahora va a cumplir 89 años y, bueno, me adoptaron como un hijo inmediatamente”.
Banegas explica que su carta representó una enorme sorpresa para ella, entre otras cosas, porque llegó en un momento muy especial ya que durante el mes anterior había perdido a su esposo y a su hermana. En la carta él les decía que estaba preparando un viaje a Europa y, de ser posible, le gustaría conocerlos. Por ese entonces, nunca había estado en República Checa, que visitó por primera vez en 2008, convirtiéndose en el primer integrante de la familia en regresar a su país de origen. Banegas asegura que, desde el primer momento, se sintió como en casa. Recuerda que lo esperaron en la estación de tren de Praga y luego fueron llegando todos los familiares de Hluk y hasta una rama que se había trasladado a Ostrava. Cuenta Banegas que una de las primeras reuniones tuvo lugar en un sitio tan especial como el café Louvre, pero además de mostrarle varios puntos turísticos de Praga, lo llevaron a conocer Karlovy Vary. Durante esos maravillosos días, Banegas confirmó que, especialmente en la región de Moravia, los lazos familiares son muy fuertes y terminan imponiéndose a cualquier diferencia.
“Tenían muchas preguntas de lo que había pasado con su familia en Argentina durante todo ese tiempo, me contaron todo lo que había pasado con ellos y se creó un lazo tan profundo que, aunque no soy de llorar, me caían lágrimas involuntarias. Fue tan fuerte que cuando yo volví en el avión la azafata me preguntaba qué pasaba, si estaba bien, pero no lo podía controlar, y lo mismo les pasó a ellos”.
Desde entonces, Banegas trata de ir a Chequia al menos una vez al año y afirma que, al día de hoy, la relación que tiene con ellos es tan fuerte que le cuentan todo lo que les ocurre y hasta terminó siendo padrino de bodas de una de sus primas en una ceremonia en el viñedo del Castillo de Praga. Por otra parte, algunos de sus proyectos musicales lo vinculan también al ámbito checo: en abril va a grabar con la flautista Jana Jarkovská una obra del compositor español-argentino Eduardo Grau. Lo curioso es que, hasta el día de hoy, Banegas no dio ningún concierto en la capital checa, aunque está convencido de que eso pronto va a llegar y él sueña que sea en uno de sus lugares favoritos: la Casa Municipal de Praga, donde, en su momento, triunfó otro gran músico argentino, el tenor José Cura.