2) El Museo de la Cervecería explora la fama mundial de la cerveza de Pilsen
Una mirada a la centenaria tradición de la elaboración de cerveza y su cultura en Chequia se ofrece en el Museo de la Cervecería de Pilsen, uno de los más antiguos de Europa, situado en una fábrica de malta medieval.
Conocida como la ciudad de la cerveza, Pilsen presume de una larga tradición de elaboración de esta bebida sagrada para los checos. Sus raíces cerveceras datan de finales del siglo XIII, coincidiendo con la fundación de la urbe. Cinco siglos después, los ciudadanos fundaron la Cervecera Cívica en Pilsen, hoy conocida en todo el mundo como Pilsner Urquell.
El Museo Cervecero de Pilsen fue abierto en 1959 en un antiguo edificio construido en 1492 que ha conservado su aspecto medieval hasta la actualidad. Sus exposiciones presentan la larga historia de la ciudad de Pilsen y el desarrollo de la industria cervecera a través de más de 75 000 objetos relacionados.
De la cerveza medieval a la cerveza mundial
Los visitantes conocerán las diferentes técnicas de elaboración de cerveza aplicadas desde el siglo XV hasta la actualidad, así como las formas de servir y beber esta bebida en tiempos lejanos. Hasta el siglo XIX, la cerveza de Pilsen se elaboraba a la manera antigua, es decir, con alta fermentación. Esta técnica no garantizaba una buena calidad, así que los cerveceros buscaron nuevas formas de elaboración, sostuvo para Radio Praga Internacional Jana Domanická, archivista de la cervecera Pilsner Urquell.
“Sabían que en otras regiones de las Tierras Checas y en Baviera se elaboraba cerveza de fermentación baja, conocida como lager. Decidieron construir una nueva cervecería como una cooperativa. El primer lote de cerveza salió a la luz el 5 de octubre de 1842 y su calidad sorprendió a todos. Gracias a la combinación de agua blanda local y malta, la cerveza ganó una enorme popularidad tanto en Pilsen como en Praga. Con el desarrollo del ferrocarril, el producto empezó a expandirse a partir de 1860 y la cerveza pudo llegar mucho más lejos. Aquí comienza la gran fama de la cerveza conocida en todo el mundo”.
Las instalaciones del Museo de la Cervecería de Pilsen muestran una taberna típica de mediados del siglo XIX, con menaje sencillo donde la cerveza se servía directamente de los barriles. Uno de los objetos singulares es un polífono, el primer aparato que permitía reproducir música y reemplazar a una banda musical.
Otra sección del museo arroja luz sobre la maltería, mostrando una fábrica de elaboración de malta procedente del periodo del gótico florido, con herramientas de la época y un huerto donde se mojaba y germinaba el trigo. Se exhiben asimismo diversos uniformes festivos que los cerveceros vestían en ocasiones especiales, así como insignias de sus gremios. El objeto exhibido más extenso de la institución es el modelo de una sala de cocción gótica, una obra técnica singular, cuya fabricación tomó a su autor aproximadamente tres décadas. Una de las partes más admiradas por el público es un espacio para el secado de la malta que se ha conservado en su forma auténtica. Otra sección popular está dedicada a los barrileros, un oficio fundamental sin el que la industria cervecera no sería la misma.
“Como una de las pocas cerveceras del mundo, la de Pilsen tiene su propia plantilla de barrileros que se dedican a la fabricación y reparación de barriles y este oficio pasa de una generación a otra. El oficio es singular porque a diferencia de los barriles de vino o aguardiente, el interior de los barriles cerveceros se tiene que cubrir con resina para evitar que la cerveza entre en contacto con la madera y no se eche a perder”, explicó la archivista.
Los laboratorios cerveceros del museo muestran la labor desarrollada por el fundador de la industria cervecera moderna František Ondřej Poupě, que fomentaba el análisis químico como medio para lograr una calidad estable de la cerveza.
La alquimia cervecera
La creciente popularidad de la cerveza de Pilsen impulsó el nacimiento de la competencia. La Primera Cervecera Burguesa, conocida en la actualidad como Gambrinus, preparó su primer lote en 1869, tras la suspensión de los privilegios medievales para elaborar cerveza y el principio del derecho sobre las licencias profesionales. Desde entonces, para elaborar cerveza hubo que solicitar una concesión y disponer de licencia profesional. El número de cerveceras en Pilsen crecía y se creaba un ambiente competitivo, apunta Domanická.
“La nueva cervecera se beneficiaba de la fama de la primera fábrica y había otras dos más. La presencia de tantas cerveceras supuso varios pleitos sobre marcas registradas y había una gran competencia entre ellos”.
La jarra más pequeña del mundo y otras curiosidades
El museo guarda numerosas jarras históricas, algunas hechas de porcelana, estaño o incluso de madera. En la colección se encuentran piezas valiosas con decoración artísticas. La exposición concluye con curiosidades, como colecciones singulares de rótulos pubicitarios de cerveceras, etiquetas, botellas y jarras, entre ellas la más pequeña del mundo que tiene apenas dos centímentros de altura donde cabe un centímetro cúbico de cerveza.
Antes de iniciar el recorrido de aproximadamente una hora de duración, los visitantes pueden descargar una aplicación en diversos idiomas con información detallada sobre las exposiciones y pueden pedir prestada una audio-guía, mientras que los grupos de más de 15 personas pueden solicitar servicios de un guía.
Directamente desde el museo es posible dirigirse a la visita de los pasadizos subterráneos de la ciudad de Pilsen, conformado por más de 20 kilómetros de misteriosos pasillos y bodegas que servían como almacenes de alimentos y cerveza.