Novedades en el frente: el fascinante caso del diario argentino Nová Doba
Entre comienzos de la década del treinta y mediados de la del sesenta, Josef Kotas publicó en Argentina Nová Doba, un periódico que mantenía al tanto a los inmigrantes checoslovacos de lo que pasaba en su país de origen, pero también funcionaba como canal de integración social. En esta entrevista, su nieto Ricardo Basovnik nos cuenta todos los detalles de un diario que, contando buena parte del siglo XX, llegó a hacer historia.
Josef o José Kotas fue uno de los tantos checoslovacos que, durante el convulsionado siglo XX, tuvieron que migrar del país. Nació el 23 de mayo de 1906 en la ciudad morava de Hvozdná y llegó a la Argentina el 18 de abril de 1923, en el barco Belvedere. Pero su caso es particularmente interesante porque creó y llevó adelante Nová Doba, un curioso periódico que tuvo la noble misión de informar y unir a los inmigrantes checoslovacos dispersos en Argentina. Continuador de ese legado, su nieto Ricardo Basovnik dirige hace años Český Dům (Casa Checa), una institución que, más allá de las diferencias de cada época, tiene objetivos similares, tal como él mismo nos cuenta desde Buenos Aires.
“Český Dům nace con la necesidad de reunir a los checoslovacos que después de la caída del comunismo deciden volver a reunirse porque, hasta entonces, los checoslovacos eran considerados comunistas en Argentina, incluso hubo mucha gente perseguida por la dictadura”.
Según Basovnik, la estigmatización era tan fuerte que todos los clubes de inmigrantes checos se vieron obligados a cerrar sus puertas y los compatriotas dejaron de reunirse. El panorama fue cambiando recién en la década del noventa, y para componer ese tejido social se siguió el ejemplo de Josef Kotas, el abuelo materno de Basovnik, que empezó a formarse en la compañía de calzados Baťa aunque a causa del clima bélico decidió migrar con lo puesto a la Argentina, país donde conocería a su mujer, la inmigrante eslovaca Zuzana Karlíková, con quien tuvo tres hijos.
“La peleó duro mi abuelo: empezó trabajando con la caña de azúcar en Tucumán, ahí se enferma porque solo ganaba para alimentarse, y un paisano de Córdoba lo llama para trabajar en un taller mecánico, eso mejora su situación y después decide irse a Buenos Aires, donde echa raíces y descubre su vocación en el periodismo”.
Basovnik explica que a su abuelo, a quien afortunadamente pudo conocer muy bien, le encantaba contar historias y resolver las distintas inquietudes de los inmigrantes checoslovacos. De hecho, terminó colaborando con muchos de ellos para hacer distintos trámites en la embajada, convirtiéndose en una especie de gestor. Al mismo tiempo, cada vez se tomaba más horas en leer y subrayar los periódicos. En especial La Prensa que, fundado en 1869, era, por ese entonces, el diario más importante de la Argentina.
“Él era un apasionado lector del diario La Prensa, me acuerdo de ir a su casa y ver cómo tenía apilados los diarios y él resaltaba y recortaba cositas que le interesaban, algunos recortes de ciencias me los daba a mí que estudiaba química”.
Basovnik cuenta que, muchas veces, esa afición le trajo problemas con su mujer que lo retaba por acumular tantos papelitos. Sin embargo, esa pasión lo llevó en definitiva a emprender una tarea que hoy puede parecer titánica: la realización, a comienzos de la década del treinta, de un periódico que, bajo el nombre de Nová Doba, se presentaba como “el más popular órgano de los checos y eslovacos en la América del Sud”.
“Y, bueno, a él se le ocurre hacer un periódico para, de alguna forma, contar las cosas que les pasan a los checos en Argentina y también meter información que venía de Checoslovaquia. Entonces ese diario nace como un nexo entre la República Checa y los argentinos, pero por otro lado también sirve para conectar a los checoslovacos de Argentina entre sí porque había una parte del periódico que eran noticias sociales”.
Esa sección que ayudaba a la gente a contactarse y es una de las que hoy más le fascina leer a Basovnik fue, en su opinión, una de las claves del crecimiento del periódico que, poco a poco, empezó a distribuirse en gran parte del territorio argentino gracias al entusiasmo de los inmigrantes checoslovacos, para quienes ese periódico era la única forma de enterarse de lo que estaba ocurriendo en su país.
Incluso hoy, al leerlo, llama la atención su calidad: y es que Kotas logró imprimir su periódico en los mismos talleres donde se hacía La Prensa. De la rica historia de este curioso diario que duró más de tres décadas, Basovnik recuerda, sobre todo, un artículo que celebraba el triunfo de los aliados que habían librado a la República de los nazis, y una noticia sobre un piloto argentino de origen checoslovaco que decidió intervenir en la guerra.
“Un piloto argentino descendiente de checos se entrenó en Inglaterra y combatió a los nazis, después por supuesto le fue bien, volvió vivo y sano, aquí tuvo familia y son historias de las que uno no se entera a menos que lea este periódico”.
Entre 2005 y 2006, Ricardo Basovnik y algunos colaboradores de Český Dům realizaron un diario trimestral en homenaje al de su abuelo que se llamó Naše Doba. Sin embargo, solo llegaron a hacer cinco números, entre otras cosas por el alto costo del papel. Pero en uno de esos ejemplares se publicó, precisamente, la historia de ese piloto junto a una interesante entrevista con su viuda. En todo caso, durante esa breve pero intensa experiencia, Basovnik terminó de entender la colosal tarea que su abuelo había llevado a cabo.
“Se ve que le gustó la idea y se metió tan de lleno que él mismo se encargaba de ir al taller para hacer el dibujo en mano alzada para que después eso se pudiera imprimir en el papel. Se encargaba de todo, incluso de recabar anunciantes sin los cuales no hubiera podido seguir adelante, y se ve que tenía mano para el dibujo también porque hacía el diseño de la publicidad que iba a quedar impresa ahí”.
La otra gran fuente de ingresos del periódico eran los suscriptores, que pagaban una suma fija por giro postal. En la actualidad, se conservan en muy buen estado hasta tres copias de casi todos los ejemplares de la colección de Nová Doba pero, según cuenta Ricardo Basovnik, luego de la muerte de su abuelo en diciembre de 1988, hubo cierto peligro de perderlos.
“Mi abuelo se encargó de guardar siempre en un lugar seguro esos periódicos. Y cuando falleció sus dos hijas deciden vender su departamento y hubo un momento en que corrió riesgo la colección porque hubo que desalojarlo y estuvieron guardados en el sótano del edificio. Pero gracias a mi mamá y mi tía, que sabían de la importancia de su trabajo, lo guardaron celosamente”.
Aclara Basovnik que Lidia y Susana Kotas se tomaron el trabajo de desempolvarlos y volverlos a archivar en cajas de plástico. En la actualidad, la colección de este diario, cuya frecuencia fue variando de quincenal a mensual, se encuentra a resguardo en Český Dům. Claro que no son los únicos ejemplares ya que también hay algunos, por ejemplo, en el actual Museo de la Inmigración de Buenos Aires, en el impresionante edificio donde funcionaba el antiguo Hotel de Inmigrantes.
Basta hojear algunos ejemplares para entender la riqueza de este periódico. No sólo por las noticias que dan cuenta de los principales acontecimientos del siglo XX, sino también porque abundan registros cotidianos de la inmigración checa en Argentina: anuncios de eventos sociales, publicidades de distintos rubros, relatos literarios y una curiosa sección de humor. Justamente por eso es que, con el objetivo de difundirlo a otros países del mundo y evitar, al mismo tiempo, el deterioro natural del papel, Ricardo Basovnik está buscando los medios para financiar su digitalización.