El valioso relicario de san Mauro fue redescubierto en Chequia hace 35 años
El relicario de san Mauro es el segundo bien mueble más valioso de la República Checa después de las joyas de coronación de los reyes de Bohemia. En el siglo XX desapareció por varios decenios hasta ser reencontrado hace 35 años en el palacio de Bečov nad Teplou, en Bohemia Occidental.
El 5 de noviembre de 1985 se produjo un verdadero milagro. En el palacio de Bečov nad Teplou, un equipo integrado por criminalistas y por historiadores del arte descubrió bajo el piso de la capilla de la Virgen María un pequeño ataúd dorado ricamente decorado junto a decenas de botellas de vino y coñac. Los especialistas reconocieron en el hallazgo el relicario de san Mauro, obra de inmenso valor histórico-artesanal, según dijo a la Radio Checa Tomáš Wizovský, administrador del castillo de Bečov.
”Un relicario es un estuche para guardar reliquias de los santos, en este caso de san Mauro, san Juan Bautista, san Apolinar y san Timoteo. Fue fabricado entre 1225 y 1230 para el monasterio benedictino del pueblo de Florennes. Era llevado en alto durante las procesiones y después volvía al monasterio. Pero a finales del siglo XVIII el monasterio fue disuelto y el relicario trasladado a la iglesia del pueblo. Allí lo descubrió el aristócrata Alfredo Beaufort-Spontine, quien lo compró. En 1889 trasladó el relicario a una de las sedes familiares, al palacio de Bečov, en Bohemia, después de haberlo expuesto durante algún tiempo en Bruselas”.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la familia Beaufort-Spontine fue expulsada de Checoslovaquia con los llamados Decretos de Beneš, siendo acusada de haber colaborado con los nazis. Los historiadores suponen que en mayo de 1945, Heinrich Beaufourt-Spontin, miembro del Partido Nazi, ocultó el relicario bajo el suelo de la capilla del palacio para recogerla algún día. Por cuatro decenios la reliquia quedó olvidada baja el piso en Bečov.
En 1984 un comerciante estadounidense visitó el Consulado checoslovaco en Viena y ofreció 250 000 dólares a cambio de poder recoger y llevarse de Checoslovaquia un antiguo obsequio de cuya existencia supuestamente nadie sabía, como sostuvo Tomáš Wizovský.
”A fin de excluir la eventualidad de que ese obsequio del que hablaba el comerciante estadounidense no provenía de una actividad ilegal, el Estado checoslovaco comenzó a estudiar detalladamente el caso. Formó un equipo de criminalistas encabezado por František Maryška que fue encargado de investigar de qué podía tratarse”.
Poco a poco los detectives fueron recogiendo información. En otoño de 1985 los especialistas llegaron a la conclusión de que el objeto en cuestión debería encontrarse en algún sitio del palacio de Bečov. Los detectives llegaron al lugar con equipos de búsqueda de metales y otros e iniciaron una minuciosa búsqueda de algo que ni sabían lo que era. Primero realizaron excavaciones en el patio del palacio y en los jardines, pero no encontraron nada especial.
Al día siguiente, el 5 de noviembre de 1985, el tiempo empeoró y se decidió continuar la búsqueda en los interiores del palacio. Entraron primero en la capilla de la Virgen María y, pasadas dos horas, lograron descubrir una verdadera maravilla, recalcó Wizovský.
”El relicario estaba guardado bajo el piso de la capilla palaciega en un escondite provisional que había sufrido ciertos daños con el paso del tiempo. Pero lo peor fue cuando se trató de subir el baúl de madera cubierto de vidrio. El vidrio se rompió de un lado y el ataúd se cubrió de tierra, lo que pudo dañarlo seriamente. Al ser recogido fue enviado a Praga y situado en la caja fuerte de un banco, lo que tampoco fue una buena decisión por el brusco cambio de la temperatura y de la humedad. El relicario comenzó a descomponerse y fue necesario someterlo rápidamente a una restauración general”.
Los trabajos de restauración del relicario de san Mauro se prolongaron más de 10 años y salvar esta obra resultó ser sumamente complicado. El baúl tiene 140 centímetros de longitud, 42 centímetros de ancho y unos 65 centímetros de altura. Está decorado con piedras preciosas, relieves, estatuas de Jesucristo y san Mauro en sus cabeceras y de los doce apóstoles a ambos lados, todo en plata y cobre enchapados en oro. Se trata del único relicario en Europa que no es propiedad de la Iglesia.
Mientras transcurría la restauración de la obra, en el palacio de Bečov fueron preparando una exposición permanente relacionada con ella y una cámara especial con un clima estable para ubicarla allí bajo una caja de vidrio antibalas. Especiales son también las reglas para los turistas que van a ver el relicario. A la habitación donde está situado se puede entrar sólo en grupos pequeños para que el clima se mantenga realmente estable. Una vez al año los maestros en restauración vienen a Bečov para verificar el estado de esta valiosa obra histórico-artesanal que forma parte del Patrimonio Nacional.
En relación con el palacio de Bečov y su relicario de san Mauro, hemos mencionado también la valiosa colección de vinos y coñacs franceses que se guarda en él. A diferencia del relicario, esta colección nunca abandonó el castillo de Bečov, como dijo su administrador, Tomáš Wizovský.
”Esta colección de vinos y coñacs fue descubierta en 1985 junto con el relicario, y las botellas no abandonaron el palacio hasta el presente. Durante algún tiempo su existencia se mantuvo en secreto, sabiendo de ellas sólo un par de personas por razones de seguridad. En 2016, un especialista estableció el valor de la colección en más de un millón de euros. Ese mismo año visitó Bečov un equipo de especialistas en degustación de vinos quienes por medio de un método especial verificaron sin abrir las botellas que los vinos siguen siendo muy buenos, vivos, como se dice, que se pueden tomar, por lo que su precio sería muy alto”.
En unos depositarios especiales en Bečov guardan un total de 136 botellas de vinos de unos 130 años de antigüedad. El precio de algunas de esas botellas, por ejemplo, de las de la empresa vitivinícola Château d'Yquem, se calcula en unos 26 000 euros cada una. Sin hablar ya de los coñacs. En el palacio se están adaptando actualmente otras partes del inmueble para poder presentar la valiosa colección a los visitantes.
Y una curiosidad para terminar. La mascota del palacio de Bečov es una oveja. Y, según cuenta Tomáš Wizovský, el que fuera escogido precisamente este animal no fue casual. En primer lugar, en los prados cercanos a Bečov pastan muchas manadas de ovejas y, además, los habitantes del lugar afirman que las ovejas de Bečov saben hablar, puesto que pronuncian la primera sílaba del nombre del palacio.