La rocambolesca historia del relicario de San Mauro

Relikviář svatého Maura, foto: NPÚ

Hasta los años 80 del siglo pasado, el pueblo de Bečov nad Teplou, en Bohemia del Oeste, no le interesaba a nadie. El palacio y castillo locales eran un lugar más en la larga lista de edificios históricos de la entonces Checoslovaquia. Todo cambió en el año 1985 cuando fue hallado debajo del suelo de la capilla de Bečov el relicario de San Mauro, un verdadero tesoro medieval. En la actualidad, su brillo atrae a Bečov a decenas de miles de turistas del mundo entero. La presente edición de Legados del Pasado la dedicamos al relicario de San Mauro y a la historia de su descubrimiento que se parece a una novela policiaca.

Danny Douglas,  foto: ČT24
Todo empezó en junio del año 1984. Un día llegó a la embajada checoslovaca en Viena un hombre misterioso quien preguntó por la posibilidad de viajar a Checoslovaquia y recoger ahí una pieza histórica.Su nombre era Danny Douglas. Se presentó como ciudadano estadounidense, de profesión comerciante. Por dicho objeto ofrecía 250.000 dólares.

Los representantes checoslovacos quedaron muy confundidos por la extraña petición de Douglas. El hombre se negó categóricamente a decir de qué se trataba, señalando que el objeto no tenía nada que ver con la historia del país por lo que nadie lo iba a extrañar. Las autoridades checoslovacas decidieron aceptar el contrato ya que la suma ofrecida era muy interesante para el régimen comunista, hambriento de dólares, explica el detective František Maryška, antiguo director de la Policía Criminal.

Su Departamento estuvo encargado de averiguar si el objeto, que según Douglas no pertenecía al Estado checoslovaco, no estaba relacionado con alguna actividad criminal, es decir si no había sido robado. František Maryška recuerda que nunca antes se había topado con una solicitud tan extraña por parte de sus superiores.

František Maryška  (a la izquierda ),  foto: Castillo de Bečov nad Teplou
“Nos pidieron que identificáramos un objeto que iba a ser vendido al extranjero. Sin embargo, nadie sabía de qué se trataba. A mí me parecía que Douglas no quiso decirlo para poder conseguirlo a un precio ventajoso y venderlo después mucho más caro. Solamente indicó que la cosa estaba escondida a unos 150 kilómetros de Nuremberg. Eso quería decir en Bohemia del Oeste”.

A los detectives les esperaban 14 meses de trabajo muy difícil. Estaban frente a un caso muy raro. Tenían que buscar algo, pero no sabían qué ni dónde. No obstante, poco a poco empezaron a trazar contornos más concretos del objeto misterioso.

František Maryška comprendió que si Douglas estaba dispuesto a pagar tanto por el objeto, seguramente se trataba de algo muy valioso que pertenecía probablemente a una persona rica, tal vez un aristócrata. Partiendo de esa hipótesis, los detectives crearon una lista de castillos, palacios y monasterios en la región de Bohemia del Oeste. No obstante, frente a la carpeta con los nombres de decenas de familias aristocráticas y sitios donde se podría hallar dicha pieza, los detectives perdían la esperanza.

El Castillo y Palacio de Bečov nad Teplou,  foto: Fototéka NPÚ
Unas pistas muy importantes aparecieron en uno de los encuentros con Danny Douglas que viajó a Praga para negociar sobre las condiciones de la venta, recuerda František Maryška.

“En aquella reunión Douglas soltó un par de informaciones que nos sirvieron mucho. Por ejemplo dijo que el lugar donde se hallaba la cosa estaba intacto, lo que significaba que alguien lo había averiguado poco tiempo antes. Cuando le preguntamos si iba a necesitar mineros, buceadores o alguna máquina para sacar y transportar el objeto, dijo que no era grande y señaló con sus brazos el tamaño. Esos pequeños detalles nos ayudaron a componer el mosaico”.

El momento crucial fue cuando Danny Douglas dijo que le gustaría firmar el contrato en la ciudad de Karlovy Vary. En este momento los detectives enfocaron su atención a esa región y redujeron el número de sitios donde buscar.

Poco a poco visitaron todos los castillos, monasterios y palacios en las cercanías de Karlovy Vary. Investigaron en archivos, preguntando por algún objeto valioso perteneciente a una familia aristocrática. Sin embargo, como no podían explicar de qué se trataba, muchos historiadores se reían de ellos.

El administrador del palacio de Bečov nad Teplou tomó a los detectives más en serio y les mostró un libro en alemán que no habían visto antes, sobre los monumentos de Bohemia del Oeste. Además recordó que uno de los descendientes de los antiguos propietarios había visitado el palacio unos meses antes.

El relicario de San Mauro,  foto: Fototéka NPÚ
Esta información llevó los detectives a la conclusión de que el objeto podría estar escondido en Bečov. Eso fue a finales de octubre de 1985. El contrato de venta iba a ser firmado dentro de pocos días, recuerda František Maryška. En este momento ocurrió un acontecimiento crucial, agrega.

“Hasta una semana antes del descubrimiento no sabíamos qué estábamos buscando. Cuando estábamos esperando a que nos llegaran los detectores de metal que íbamos a utilizar en la búsqueda, un compañero decidió preguntar en un museo capitalino por el libro que nos había mostrado el administrador de Bečov. Lo quisimos consultar una vez más. Cuando lo hojeamos, nos dimos cuenta que había una hoja más. Contenía la foto del relicario de San Mauro. Por fin supimos de qué se trataba”.

Los agentes fueron rápidamente a Bečov. Empezaron a buscar en el patio y en el jardín entre el castillo y el palacio donde encontraron muchas piezas metálicas sin valor. Cuando supieron que Danny Douglas pidió más tiempo antes de firmar el contrato, decidieron buscar dentro de los edificios históricos.

El Palacio de Bečov nad Teplou,  foto: Fototéka NPÚ
“Pensé que si Douglas no tenía miedo de que la tierra estuviera congelada, el objeto debía estar escondido dentro del palacio o del castillo”, señala František Maryška. Poco después descubrieron el relicario. Fue un momento que el detective nunca olvidará.

“Lo encontramos alrededor del mediodía bajo el suelo de la capilla. En aquel momento el clima cambió de repente, el cielo se nubló, se levantó un viento muy fuerte. Hubo relámpagos y se escuchaban truenos, las ramas se caían de los árboles. Parecía como si alguien estuviera muy enojado con nosotros por haber descubierto el escondite. La verdad es que no nos dábamos cuenta de que habíamos descubierto algo tan valioso. Eso lo supimos mucho más tarde”.

La noticia del descubrimiento del relicario de San Mauro dio la vuelta al mundo. Debido a eso, las autoridades checoslovacas decidieron no venderlo. El relicario fue colocado en un tesoro en el Banco Nacional. Ahí permaneció varios meses y sufrió severos daños ya que el entorno era demasiado seco.

Foto: Fototéka NPÚ
En 1991 empezó su restauración que duró 12 años. Los expertos tuvieron que aprender técnicas artísticas, olvidadas desde hacía siglos para poder reparar las estatuillas de santos y otras decoraciones preciosas de este baúl de 140 centímetros de longitud y unos 60 centímetros de altura.

Desde el principio estaba claro que se trataba de un objeto extraordinario, de un valor incalculable, señala Andrej Šumbera, restaurador principal de la obra. Según él, la importancia histórica del relicario de San Mauro, fabricado entre los años 1160 y 1210 en la Bélgica actual, es similar a la de las joyas de coronación de los reyes de Bohemia.

“Se trata de una obra muy singular. Su rica decoración no se puede comparar con otros objetos de la época medieval. Es como un museo de orfebrería. En Europa existen unos diez relicarios parecidos, sin embargo ninguno está tan bien hecho. Las estatuillas son muy expresivas, su autor fue un verdadero genio. Creo que retrató a gente real que vio tal vez en una taberna local. Cuando fui a Bélgica, me topé con caras parecidas”.

El relicario fue encargado por el monasterio de Florennes para albergar los restos mortales de San Mauro, San Timoteo, San Juan Bautista y San Apolinar. Durante largos siglos fue venerado y portado en procesiones. Después de la Revolución Francesa, el monasterio fue clausurado y sus propiedades vendidas. El relicario lo compró en 1838 el duque Alfredo de Beaufort-Spontin, señala Kateřina Rozinková, administradora del palacio y castillo de Bečov nad Teplou.

Kateřina Rozinková,  foto: Fototéka NPÚ
“En el año 1889 el relicario de San Mauro fue llevado por la familia Beaufort-Spontin a Bečov nad Teplou como parte de su colección de arte. Desapareció a finales de la Segunda Guerra Mundial cuando uno de los hijos de la familia lo escondió en la capilla del castillo local. Los Beaufort-Spontin fueron acusados de colaborar con los nazis por lo que tuvieron que abandonar Checoslovaquia. Sin embargo, no pudieron atravesar la frontera con el relicario”.

Así el relicario de San Mauro desapareció de la faz de la tierra. Durante 40 años nadie sospechaba que en la capilla de Bečov podría esconderse un tesoro de tal magnitud. Fue descubierto gracias a Danny Douglas, encargado por la familia Beaufort-Spontin de sacarlo de Checoslovaquia, y a František Maryška quien junto con sus compañeros logró desentrañar uno de los casos más raros de su carrera profesional.

La restauración del relicario terminó a finales de los años 90. Luego fue devuelto al palacio de Bečov y lo convirtió en uno de los sitios más visitados de la República Checa, señala Kateřina Rozinková.

“El palacio de Bečov fue abierto al público en los años 90, sin embargo, el número de visitantes creció considerablemente después del año 2002 cuando fue expuesto aquí el relicario de San Mauro. En el presente lo visitan hasta 60.000 personas al año”.

Foto: Radio Praga
La exposición dedicada al relicario es muy entretenida y permite a los visitantes conocer muchos detalles de su historia y del trabajo de los detectives que lo descubrieron, agrega la administradora.

“En la exposición, la curiosidad de los visitantes va creciendo poco a poco. Al principio recorren varias salas donde les enseñamos la historia del relicario, la dramática búsqueda y el proceso de su restauración. Al final desactivamos el sistema de alarma y les dejamos entrar en la sala oscura donde suena una música religiosa. En el centro brilla el relicario de San Mauro. Los visitantes son cautivados por la magia del lugar. Es una experiencia muy fuerte y las reacciones son muy positivas”.

Según Kateřina Rozinková, sin el intento de los antiguos propietarios de sacarlo de Bečov en 1984, el relicario habría sido descubierto unos 25 años más tarde, durante la reconstrucción de la capilla. La cuestión es en qué estado estaría. Además, así habría perdido gran parte de su encanto, la apasionante historia de la búsqueda que podría servir como guión para una extraordinaria película de suspenso.

Una vista muy detallada del relicario se puede encontrar en la siguiente página:

www.svatymaur.cz