Entrenaron en un temporal de nieve rodeados de osos polares
Ondrej Kotas, de 35 años de edad, se gana la vida como profesor de alemán. Al observar su talla menuda, nunca acertarían que en su tiempo libre se dedica a organizar y realizar expediciones a tierras polares. De una se esas expediciones, o más bien de un tour de entrenamiento, como él dice, ha regresado hace poco. Cuatro exploradores polares checos se dirigieron en primavera a las Islas Spitzberg para medir sus capacidades antes de llevar a cabo el año próximo una verdadera expedición al Polo Norte Magnético.
"Las Spizberg son tierra ártica real. Este es el motivo por el qué fuimos a entrenar allá, sobre todo la marcha sobre el nivel helado del mar que nos esperará también en el Polo Norte Magnético. En Groenlandia caminamos por tierra helada firme, el movimiento fue distinto".
Al pisar los icebergs éstos se movían y su crujido recordaba el canto de las ballenas. Los exploradores salieron a finales del mes de marzo, la misma fecha en que desearían emprender la ruta al Polo Norte Magnético. Partiendo de la capital de las Spitzberg, Longyearbyen, los cuatro hombres tomaron el rumbo al Este para acercarse al mar donde reinan las condiciones climáticas más extremas.
"Contamos con el tiempo, con la llegada de un temporal de nieve pero no contamos con que pudiera darse el caso de que una parte de nuestro equipamiento no resistiera y quedara destrozada. Pero esto también formó parte de nuestro test. Suerte que lo hicimos en las Spiztzberg donde la ayuda está al alcance".
Al cabo de dos días se rompió la primera tienda de campaña de los expedicionarios y el tercer día también la segunda. Con un viento de una velocidad de más de 100 kilómetros por hora que hizo descender la temperatura a los 50 grados bajo cero, no quedó otro remedio que llamar un helicóptero de rescate.
A pesar de que Ondrej Kotas y sus compañeros tuvieron que interrumpir la expedición antes de tiempo, consiguieron todos los objetivos que se propusieron: comprobaron el vestuario, los sacos de dormir, las provisiones que enriquecieron con una nueva bebida energética, los trineos. Uno de ellos, a pesar de que pesaba cincuenta kilos, el viento se lo llevó al mar de la roca en la que los exploradores asentaron su campamento, pero el otro trineo que incluía la carga "sobrevivió" sin daños este accidente.
"Recorrimos en total unos cien kilómetros. Sin embargo, nuestro objetivo no fue efectuar un cierto trayecto ni llegar a un cierto punto, sino examinar a nosotros mismos y a nuestro equipamiento. Y lo logramos".
El equipo de Ondrej Kotas hizo una revolución en la transmisión de datos de tierras alejadas de la civilización. Mediante un ordenador diminuto conectado con un teléfono satélite transmitieron a Praga mensajes cortos y fotografías que fueron reenviados inmediatamente a las páginas web de la expedición.
No hay que olvidar que los expedicionarios aprendieron a disfrutar de la compañía de un perro adiestrado especialmente para proteger al hombre ante los osos polares. Y de hecho, Zan, así se llamó el perro que recibieron prestado en las Spitzberg, advirtió a los exploradores sobre una pareja de esos animales peligrosos que "pasearon" apenas a un kilómetro de distancia de ellos.
"El propietario nos dio para el perro croquetas secas especiales para estas condiciones y también carne de pollo que estaba totalmente helada. En vez de agua, el perro comía simplemente la nieve. Fue increíble lo que aguanta este animal. A 40 grados bajo cero se queda fuera de la tienda de campaña, se deja cubrir con la nieve y no le importa".
La despedida de Zan fue triste porque se convirtió en miembro de pleno derecho del equipo de Ondrej Kotas.
Nada más regresar de las Spitzberg los aficionados a las tierras polares empezaron a preparar un nuevo tour de entrenamiento, esta vez en Canadá, para aproximarse un paso más a su sueño de conquistar el Polo Norte Magnético.