RCh abre un centro de estudios sociales en Ulán Bator
Mongolia es uno de los ocho países elegidos por el Gobierno de la República Checa para destinar fondos de ayuda al desarrollo. El obispo auxiliar de Praga, Václav Malý, acaba de inaugurar en Ulán Bator un centro de estudios sociales, proyecto de Cáritas Católica y del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales checos.
El centro, ubicado en las cercanías de la Universidad Nacional de Mongolia, está abierto a estudiantes, profesores y todos los interesados en el trabajo social. Por el momento, dispone de seis ordenadores con acceso a Internet, mesas de trabajo y una biblioteca con casi 900 tomos. Éste forma parte de un amplio proyecto educativo, desarrollado en Mongolia por Cáritas Católica checa en cooperación con los Ministerios de Trabajo y Asuntos Sociales de ambos países.
En diciembre de 2005 fue aprobada en Mongolia una ley sobre el sistema social, pero según apunta el obispo Malý, la situación social en este país asiático deja mucho que desear.
“Todas las actividades sociales que se desarrollan allí y que pudimos conocer, aunque de manera limitada, son financiadas por Iglesias, Gobiernos extranjeros u organizaciones de voluntarios. El Estado mongol no contribuye a la labor social, lo cual representa otro paso a realizar. Las actividades sociales deberían animar a la sociedad a tomar conciencia y a la vez a las autoridades estatales para que participen, que no esperen sólo caridad y ayuda de otra gente, sino que se ayuden a sí mismos. Ello incluye la formación de expertos nacionales y el apoyo del Estado”.
Durante su estancia de una semana en Mongolia, el obispo Malý visitó un orfanato, un centro de enseñanza para mecánicos, carpinteros y sastres, un establecimiento de rehabilitación para discapacitados que fabrica utensilios ortopédicos, el Centro Nacional Antidroga y un asilo para enfermos terminales.
“El asilo cuenta con diez camas. Los médicos y las enfermeras trabajan allí por salarios muy bajos que son aún inferiores a los de los hospitales públicos. Desearía que todos los inconformes vieran la pobreza en ese establecimiento, pero a pesar de ello es una casa llena de bellas relaciones”.
El obispo Malý indicó que le había impresionado mucho la asombrosa entrega del personal. Las médicas y las enfermeras cuidan y hablan de sus pacientes, que van allá para morir, con amor, y no se trata de un asunto sentimental. Y lo triste es que el Estado no contribuye ni con un céntimo.
Václav Malý también celebró dos misas en la catedral de Ulán Bator. Según relató, en Mongolia hay sólo un obispo católico. Es un filipino, antes se desempeñó en Taiwán, y lleva un nombre de origen checo.
“El nombre Venceslao se lo puso su padre, que tiene raíces españolas, así que en sus venas se mezcla la sangre de muchas tradiciones. Nació en septiembre, su padre miró el calendario litúrgico y vio el onomástico de San Venceslao, pues le dio este nombre”.
El obispo Malý señaló que los mongoles no son tan distantes a los checos como podría parecer a primera vista. Preparan, por ejemplo, la misma ensalada rusa que los checos suelen cenar el día de Noche Buena. El zoológico de Praga salvó de extinción el caballo Przewalski, natural de Mongolia. Y en la República Checa viven actualmente unos cinco mil ciudadanos mongoles. Según un reciente estudio de migración, muchos de ellos sufren algún tipo de explotación de parte de sus empleadores.