El “Febrero Victorioso”, la Primavera de Praga y los avatares del interbrigadista Josef Pavel
El 25 de febrero de 1948 fue la jornada que cambió el destino de Checoslovaquia:aquel día los comunistas consumaron un golpe de Estado.Durante las cuatro décadas posteriores los propagandistas del régimen plagaban a finales de febrero los espacios públicos de carteles conmemorativos que representaban a miembros de las llamadas Milicias Populares con fusil al hombro. Josef Pavel, así se llamaba el dirigente comunista a quien se le ocurrió la idea de armar a 18 mil obreros para intimidar a los adversarios políticos durante las tensas jornadas de febrero de 1948. Veinte años después como ministro del Interior tomó medidas encaminadas a democratizar la dictadura totalitaria que había ayudado a implantar. Les contaremos más detalles de su accidentada trayectoria y de los acontecimientos históricos que la acompañaron.
Slánský alegaba que se acercaba un enfrentamiento decisivo con las formaciones no comunistas y que el partido podría aprovechar las experiencias que Josef Pavel había adquirido en la guerra civil española.
En los años treinta Pavel frecuentó en la Unión Soviética un curso de operaciones diversionistas, impartido por expertos de la policía secreta NKVD, antecesora del KGB. Entre 1937 y 1939 combatió en España como miembro de las brigadas internacionales. Fue jefe del Batallón Dimitrov y en el frente de Barcelona se desempeñó como jefe de Brigada.
Tras la derrota del Gobierno republicano Pavel fue confinado en campos de concentración en Francia y en África. Posteriormente combatió en Occidente contra los nazis en las unidades militares checoslovacas que se formaron en Inglaterra.
En 1945 las tropas soviéticas y estadounidenses liberaron a Checoslovaquia de la ocupación nazi. Los antiguos interbrigadistas se incorporaron a la élite política. Josef Pavel era alto dirigente regional del Partido Comunista.
A partir de otoño de 1947 se desempeñaba como jefe del departamento de Defensa y Seguridad del Comité Central del partido. Empezó a visitar los cuarteles del Ejército y las comisarías de la Policía con el fin de recabar apoyos para los comunistas. El control de las fuerzas de Seguridad se revelaría decisivo cuando el partido se lanzase a la conquista del poder hegemónico.El Partido Comunista ganó las primeras elecciones de posguerra, obteniendo el 40 por ciento de los sufragios. Su líder Klement Gottwald ocupó el puesto de primer ministro y los comunistas se hicieron con las carteras decisivas como el Interior. Compartían el gobierno con las formaciones no comunistas: el Partido Socialista Nacional, la Socialdemocracia, el Partido Popular y el Partido Democrático.
Los comunistas prometían a los ciudadanos la vía checoslovaca hacia el socialismo. Checoslovaquia pertenecía, sin embargo, a la esfera de influencia soviética y era apenas una cuestión de tiempo que se implantase en el país una dictadura totalitaria según el patrón estalinista.
Debido a la creciente tensión entre la Unión Soviética y Occidente, el líder soviético Stalin instó en 1947 a los dirigentes comunistas checoslovacos a tomar el poder los más rápidamente posible. Entre todos los países de Europa del Este Checoslovaquia era el único Estado donde no se había implantado todavía el sistema comunista.
La crisis gubernamental que llevaría a los comunistas al poder tuvo su origen en el sector de la Seguridad. El ministro del Interior, el comunista Václav Nosek, aprovechó sus competencias para infiltrar a la Policía con funcionarios leales al Partido Comunista y crear un servicio secreto dirigido por los cuadros de este partido.Cuando el titular del Interior destituyó a los últimos jefes policiales no comunistas en la capital checa, los ministros democráticos protestaron. Decidieron presentar su dimisión al presidente de la República, Edvard Beneš. Pensaban que tras la abdicación de casi la mitad de los ministros caería el Gobierno. El Presidente tendría que convocar las elecciones anticipadas que ganarían las fuerzas democráticas.
Los planes de los partidos no comunistas eran ingenuos. Los comunistas no se sentían vinculados por las reglas del juego democrático. Al desencadenarse la crisis gubernamental, movilizaron a sus partidarios y las fuerzas policiales que controlaban empezaron a allanar las sedes de los partidos democráticos.
El primer ministro Klement Gottwald exigía al presidente Beneš que aceptara la dimisión de ministros democráticos y nombrara un Ejecutivo integrado por políticos que había elegido el Partido Comunista. El primer mandatario se resistía.
El 25 de febrero de 1948 los comunistas organizaron una multitudinaria concentración en la Plaza de Wenceslao. A las cinco de la tarde llegó a la plaza el líder comunista, Klement Gottwald.
Gottwald anunció a los manifestantes que el Presidente había firmado el nombramiento de los nuevos ministros. Checoslovaquia tenía un Gobierno comunista. El partido de Gottwald se hizo con el poder sin un solo disparo.
Klement Gottwald obtuvo la firma del Presidente Beneš recurriendo a una brutal presión. Amenazó que en las fronteras checoslovacas estaba el Ejército soviético, preparado para intervenir. Recordó además al jefe de Estado que el Partido Comunista había armado a las milicias obreras. Si Beneš no firmara, en Checoslovaquia estallaría una guerra civil.
El Presidente de la República, debilitado por la enfermedad y temiendo un derramamiento de sangre, firmó. Así se consumó la toma del poder por los comunistas que el Congreso de EE UU llamaría en un análisis posterior un “golpe de Estado perfecto”.
Los partidos no comunistas, paralizados por las medidas del aparato policial, no convocaron ningún acto de protesta. Sólo tres mil estudiantes universitarios realizaron en Praga una marcha por la democracia al Castillo de Praga, sede del Presidente de la República. La policía disolvió la manifestación estudiantil con ayuda de unos 400 miembros de las milicias populares.
La idea de armar a los obreros y crear a las milicias populares nació en febrero de 1948 en la cabeza de Josef Pavel. Las milicias contaban al principio con dieciocho mil hombres, de ellos seis mil y medio en Praga. Por orden del dirigente comunista Otto Šling, siete camiones transportaron a Praga de la Fábrica de Armamentos de Brno diez mil fusiles y dos mil metralletas.
Josef Pavel era el jefe de las milicias populares, el subjefe se llamaba Josef Smrkovský y el intebrigadista František Kriegel se desempeñaba como comisario político. ¡Veinte años después los tres serían destacadas figuras del proceso democratizador de la Primavera de Praga de 1968!En 1968, dos décadas después de su implantación, el régimen comunista estaba desgastado y los comunistas reformistas iniciaron el intento de humanizarlo.
En febrero de 1968 los checoslovacos ya podían disfrutar del primer gran logro del proceso democratizador de la Primavera de Praga:en Checoslovaquia fue abolida la censura de la prensa, de la radio y de la televisión. En la prensa empezaron a aparecer los testimonios de los ex presos políticos. El día del vigésimo aniversario de la llegada de los comunistas al poder el diario Mladá Fronta publicó una entrevista con Josef Pavel en la que éste relató los detalles de su detención por sus camaradas comunistas en los años cincuenta. Entre otras experiencias espeluznantes contó que había pasado encerrado durante una semana en una caja fuerte de un banco.
Pavel fue detenido en 1951 como supuesto agente del imperialismo. La señal para las represalias a los antiguos combatientes de la guerra civil española fue dada ese año por el presidente comunista, Klement Gottwald.
A pesar de las torturas Pavel negaba tenazmente su culpa. En las celdas cercanas estaban encarcelados el ex secretario general del Partido Comunista, Rudolf Slánský, y su colega partidista Otto Šling. Ambos irían al patíbulo.
Josef Pavel relató a Mladá Fronta que también él fue condenado primero a la pena capital y después la pena le fue conmutada a cadena perpetua.
La época de los crímenes e ilegalidades más atroces terminó con la muerte de Stalin en 1953. Pavel salió de la prisión en 1955 tras una amnistía.
Josef Pavel conoció en su propia carne las prácticas de la policía secreta comunista StB. Los cinco años que pasó incomunicado en una minúscula celda operaron una radical transformación en su manera de pensar.Cuando durante el proceso democratizador de la Primavera de Praga ocupó en abril de 1968 la cartera del Interior acometió sin demora una radical reforma de la policía secreta StB. A principios de mayo de 1968 dijo al diario Mladá Fronta:
”Puedo asegurarles que aquel departamento de la Seguridad del Estado que seguía a las personas, realizaba escuchas telefónicas y llevaba una parte sustancial de la culpa por todo lo malo que había sucedido en este país, perdió el derecho a la existencia y ya no existe. Avanzamos a la democracia y ésta supone también la libertad de pensamiento y de expresión, así como la libertad de credo religioso. En la actualidad ya no es posible que alguien sea seguido, interrogado, investigado o perseguido por sus opiniones y convicciones y que se recaben informaciones sobre personas inocentes”.
La meta de Josef Pavel era obligar al aparato policial a respetar las reglas democráticas de funcionamiento. En los países comunistas de la órbita soviética jamás surgió un proyecto semejante.
En la noche del 20 al 21 de agosto de 1968 entraron en Checoslovaquia las tropas del Pacto de Varsovia. Terminó la Primavera de Praga.A instancias de Moscú Josef Pavel fue destituido de su cargo a principios de septiembre. Sus reformas fueron revocadas. La policía secreta StB sería desmantelada 21 años después, tras la Revolución de Terciopelo.