Pilsner no siempre significa Cerveza Checa
En el segundo semestre del presente año, la Unión Europea debería poner en vigor la marca registrada Cerveza Checa. No obstante, parece que algunas empresas cerveceras del país tendrán problemas para cumplir los requisititos para la obtención de la marca.
Los requisitos para la obtención de la marca registrada comunitaria Cerveza Checa fueron aprobados el año pasado por la mayoría de los miembros de la Unión Checa de fábricas cerveceras y de malta, al presentar la solicitud a Bruselas. Además de una estricta definición de las materias primas y tecnologías que está permitido utilizar en la fabricación de la cerveza con esa marca, el documento define también que su producción deberá efectuarse exclusivamente en territorio de la República Checa.
Precisamente esta última estipulación causa problemas a las dos mayores empresas cerveceras del país, Plzeñský Prazdroj y Staropramen. La primera pertenece a la compañía alemano-sudafricana, SABMiller y la segunda al grupo cervecero belga-brasileño, InBev. Cientos de miles de hectolitros de esa bebida espumosa son producidos por las dos mencionadas empresas en el exterior, según la licencia checa.
Lo mismo sucede también en el caso de otras fábricas de cerveza de la República Checa. Después de que entre en vigor la marca registrada comunitaria Cerveza Checa, la parte de la producción de esas compañías que será fabricada en el exterior no tendrá derecho por lo tanto a esa marca.
La Unión checa de fábricas cerveceras y de malta insiste en que las condiciones para la obtención de la marca registrada Cerveza Checa son correctas y no tiene previsto solicitar que Bruselas proceda a algún cambio de ellas. Así se persigue evitar que en el futuro un consumidor llegue a comprar, por ejemplo en Praga, dos botellas de cerveza Pilsner Urquell, de las que una sería cerveza auténtica checa y la otra, a lo mejor, no, aunque sean de la misma marca.