Hijas de los años 50: Testimonio fílmico sobre persecución de familias de presos políticos
“Eres hija de un criminal”, escuchaban con frecuencia las descendientes de presos políticos en la Checoslovaquia comunista en los años 50 del siglo pasado. Cuando iban a la escuela básica sus pedagogos las tildaban en presencia de los demás alumnos de “hijas de un enemigo del Estado”. Durante años sus destinos no interesaron a nadie. En 1999 se publicaron testimonios de doce de ellas en una tesis de doctorado. Nueve años después cuentan su historia en un proyecto audiovisual educativo denominado Hijas de los años 50.
Věra Pytlíčková es una de las 37 hijas de los años 50 que participa en el proyecto audiovisual que descubre las formas ocultas de la persecución del régimen totalitario en Checoslovaquia en la segunda mitad del siglo XX. Tenía once años cuando en agosto de 1953 encarcelaron a su padre, antiguo líder de la agrupación scout checa Junák, y lo condenaron a 10 años de prisión por traición a la patria. A su padre lo pudo ver en la cárcel una vez al año, con visitas de apenas veinte minutos.
La doctora de psicología Jana Švehlová es también hija de un preso político. En el año 1966 emigró a EE.UU. y ahora reside en Washington. Hace diez años buscaba un tema para su tesis de doctorado.
“Vino de visita a nuestra casa un emigrante checo que estudió en Checoslovaquia antes del año 1968 y dijo a nuestros amigos estadounidenses: ´Durante el comunismo cada persona inteligente pudo estudiar´. A mí me echaron de la escuela por motivos políticos después del octavo grado. Tuve que ir a trabajar a una fábrica, pero ni me permitieron aprender un oficio, podía trabajar sólo de obrera ayudante. Esa noche casi me dio un ataque”.
Jana Švehlová señala que durante toda la vida sufrió complejos de inferioridad por no tener estudios. Pudo hacerlos mucho más tarde a una edad madura. Poco tiempo después de esa visita la invitó a cenar la hija de Milada Horáková, política checa ejecutada por el régimen comunista en el año 1950.
“Ella me contó que después de que encarcelaran a su madre llegaron a su casa agentes de la Seguridad del Estado y le dejaron apenas dos horas para coger sus cosas. Las metió en una sábana y abandonó la casa. Me di cuenta de que hay poca gente que no sabe quién es Milada Horáková, pero ¿quién sabe lo que ocurrió entonces a su hija adolescente y qué pasó a todos los hijos de los presos políticos menos conocidos y no solamente en Praga, sino también en las ciudades pequeñas y en el campo?”Jana Švehlová puso un anuncio en el periódico de la Confederación de los Presos Políticos exhortando a las hijas de padres encarcelados por el régimen comunista en los años 50 a compartir con ella sus experiencias. Contestaron trece hijas. Jana Švehlová entrevistó a doce de ellas, dando un impulso para encuentros regulares de estas mujeres desconocidas, golpeadas por el destino. Este año, las hijas de los años 50 fundaron una asociación cívica.
Věra Pytlíčková apunta que muchas de las hijas no han sido capaces de ajustar las cuentas con el pasado.
“Hay entre nosotras algunas que hasta el día de hoy necesitan ayuda de un psicólogo. Realmente nos marcaron para toda la vida. Una amiga nuestra creció en casa de su abuela que reclamaba contra su padre. Ella confesó que no sabía cómo llamar a su padre cuando regresó de la cárcel. Ella le volvió la espalda y hasta hoy le da pena eso. Por el contrario, yo recibí a mi padre como si se hubiera ido ayer porque contábamos con un enorme apoyo en la familia. Pero en mi mente ese horror comunista me acompañó durante 37 años”.Eva Vláhová, también hija de un preso político, confirma que compartir vivencias comunes ayuda a mirar hacia el futuro.
“Estuvimos orgullosas de nuestros padres. Queremos saber por qué esa gente sufrió y darlo a conocer a esta sociedad. Porque algunos de sus altos representantes dijeron: Borrón y cuenta nueva. No, así no puede ser”.
Testimonio: “Trajimos un paquete que tuvimos que entregar a los agentes de la cárcel. Ellos lo desenvolvieron y todo lo que había lo cortaron en trozos pequeños porque buscaban mensajes secretos. Había una señora de Eslovaquia que traía huevos cocidos y ellos los pelaron y machacaron todos como si la gallina pudiera escribir algo dentro”.
Una serie de documentales filmados por un grupo de estudiantes de la Facultad de Cine y Televisión de Praga, bajo la supervisión de la cineasta Helena Třeštíková, en el marco del proyecto Hijas de los años 50 pretende rescatar esa parte de la historia checa que muchos desearían olvidar.
La promotora del proyecto, Zuzana Dražilová, nació el 23 de agosto de 1968, dos días después de la invasión en el país de las tropas del Pacto de Varsovia. Su madre casi murió durante el parto porque el médico responsable se preparaba para emigrar.“Creo que lo que mostramos servirá como una gran advertencia ante lo que ocurre hoy en Bielorrusia, Birmania y otros países. Pienso que hemos hecho un proyecto necesario a nivel internacional”, opinó Dražilová.
Los documentales sobre las hijas de presos políticos de los años 50 serán distribuidos a partir de finales de agosto a escuelas secundarias, que los solicitan como un material educativo importante que hace falta. Zuzana Dražilová indicó que en el futuro desearía ampliar el proyecto hacia los hijos, para hacer un balance, pero todo dependerá de las finanzas.
“Temo que de haber empezado con los hijos no habríamos llegado tan lejos, porque a los hombres no les gusta compartir los sentimientos. También se dice que al sufrir un trauma una mujer acaba en el consultorio de un psicólogo, mientras que un hombre en un hospital con un paro cardíaco porque lo conserva todo dentro”.
El dolor y la falta de conciencia de sí mismo lo sufrieron igual los hijos como las hijas. Jana Švehlová explicó que el criterio principal de su trabajo fue la teoría psicosocial del psicólogo estadounidense, Erik Erikson, según la cual la etapa más importante para el desarrollo de la personalidad de un ser humano es la edad entre los 5 y los 12 años.
“Tenían que haber nacido entre los años 1948 y 1953 para ser alumnas de la escuela primaria cuando recibieron el estigma de ´hija de un enemigo del Estado´. Entrevisté sólo a mujeres para no complicar la cosa. Otro motivo fue que la sociedad checa sigue siendo patriarcal. Además sabía que una mujer frente a otra mujer, una hija con otra hija, sería más abierta que los hijos porque sé algo de los hombres checos”.
Muchas de las historias de las hijas de presos políticos están publicadas en la página web: www.enemysdaughters.com. Allí las leyó Jaroslav Kratochvíl, de 23 años, uno de los estudiantes de cine documental que se incorporaron al proyecto Hijas de los años 50.“Podría decirse que en el momento de iniciar la filmación estábamos preparados y nada podía sorprendernos. Pero fue todo lo contrario, nos sorprendió absolutamente todo. Las narradoras dieron a las historias escritas una vida real, pudimos contemplar sus gestos y la expresión de su cara. Otra cosa que nos sorprendió fue la valentía y el orgullo con que nos contaron sus historias, que estaban siempre muy fuertes, cargadas de dolor y tristeza”, dijo Jaroslav Kratochvíl.
Testimonio: “Recuerdo que lloraba por las noches añorando a mi madre y a mi padre. Se me ocurrió que yo misma podría pedir indulto para ellos, y escribí una solicitud al presidente. Fue muy ingenuo y tragicómico. Voy a leerles un fragmento de esa carta que guardé: Querido señor presidente. La palabra ´señor´ fue tachada y sustituida por ´camarada´. Desearía tanto que esta carta llegara a sus manos. Me imagino a usted como un padre bueno de todos nosotros, de todos los niños y de toda la República. Le pido que cumpla mi deseo. Indulte a mi padre. Soy la menor de mis hermanas. Mi padre tiene 60 años y sufre asma. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en un campo de concentración. Sufrió, el pobrecito, tanto. Le pido una vez más. Devuélvamelo”.
Foto: Martina Schneibergová ywww.enemysdaughters.com