“La danza azteca es un rezo en movimiento”
El chamán azteca Tecciztemoc se encuentra por segundo verano consecutivo en la República Checa, iniciando a los interesados en la interpretación cosmológica de sus antepasados, transmitida de generación en generación desde los tiempos de la Conquista.
Los aproximadamente 30 estudiantes inscritos en el curso no han acudido buscando únicamente ampliar sus horizontes artísticos, sino sobre todo para dar respuesta a necesidades espirituales, afirma Tecciztemoc. De hecho, los llamativos y, para los checos, exóticos bailes que enseña en Praga, Rajnochovice y Jindřichovice pod Smrkem tienen ante todo un significado trascendental.
“Porque no solamente la danza es cuestiones prácticas, folklóricas, físicas, artísticas, sino que encierra toda una visión filosófica que está conectada con los movimientos astronómicos. Se encierra en una sola danza un conocimiento tremendo de movimientos agrícolas, movimientos que tienen que ver con los ciclos del mismo universo, de las transformaciones, de cada rumbo, de cada deidad que hay”.
De este modo, cada gesto, cada ritmo, cada paso, es la representación de los movimientos naturales del agua, el fuego o ciertos animales. Mediante su práctica, el bailarín entra en comunión con la naturaleza, continúa Tecciztemoc.
“La danza en sí es un rezo en movimiento, en el que uno por medio de estos movimientos, esta energía que va generando, le eleva. Ese rezo en sí es para dar gracias al Creador, para dar gracias a todas las esencias naturales, y uno estar generando. El ser humano dentro del mito tilistli venía a la Tierra a dar gracias. O sea, vamos a agradecer que estamos aquí, respetar y no agarrar, sino dar. ¿Y el hombre qué es lo que puede dar? El hombre puede dar ese movimiento”.
Esta fusión de manifestación artística y práctica religiosa es una característica de la cultura azteca, donde, tal como cuenta el chamán, cada detalle esconde un conocimiento profundo para quien lo sepa interpretar.“No era un arte solamente visual en el que uno solo se tenía que sentar y decir, ay qué bonita pieza, sino que tenía todo un compendio de conocimiento. Si pones un puntito no era solamente porque se ve bonito, sino que ese punto te refería al movimiento de algún astro o te refería a la enseñanza del movimiento de un mismo pueblo, de su historia. Entonces, toda esa simbología se encerraba en el arte, y ahí se encerraba también la astronomía, la matemática, la ciencia, como también pasa en la danza, como pasó en los cantos. Estaba todo unido a una forma de pensar”.
Cuando los españoles conquistaron el Imperio azteca y al resto de pueblos periféricos, los ritos religiosos indígenas fueron prohibidos y sus manifestaciones artísticas en su mayor parte destruidas. Comenzó así un periodo de decadencia en la que ciertos conocimientos sobrevivieron y otros se mezclaron en mayor o menor medida con el cristianismo.Precisamente, narra Tecciztemoc, fue en la música donde, de forma dispersa, se conservó el legado de los aztecas. Una herencia que él y otros chamanes modernos se esfuerzan por desenterrar.
“Ha sido un conocimiento oral que se ha ido manteniendo a través de la misma danza, a través de las mismas historias que sus papás, sus abuelos, les fueron contando. De cantos, que es lo que hablaba mucho Nezahualcóyotl: la flor y el canto. Que la flor como danza, como movimiento, y el canto como rezo eran lo que iba a seguir transmitiendo el conocimiento generación tras generación. Y poco a poco las siguientes generaciones iban a ir encontrándolo realmente, uniendo otra vez todas esas piezas”.
Un ejemplo es el origen de la mandolina de caparazón de armadillo, explica.azte
“Cuando los españoles no les dejaban usar sus formas, sus toques de huehué, que eran impresionantes, los abuelos agarraron y dijeron: bueno, una guitarrita, que es más chiquita, como mandolina. La adaptaron, le pusieron cuentas de guitarra, le quitaron las cuerdas que tenía de normal, le pusieron veinte cuerdas, representando las cuentas calendáricas, con trece trastes, que te da una numerología de 360, que obviamente con otros puntos que marcan los cinco días, más un cuarto de día, que ya marca todo un ciclo anual. Le quitaron la tapa, la estructura de la caja, y le pusieron un caparazón de armadillo, un animalito que simboliza el guardar de los sueños, el guardar del conocimiento antiguo de los abuelos”.Se trata de una compleja cosmovisión que sin embargo no genera problemas en los alumnos checos, procedentes de una tradición religiosa bien distinta. Aunque hay clases de teoría, lo importante, más que una inmediata comprensión racional, es la actitud positiva hacia las enseñanzas.
“Pero realmente la conexión de todo esto es cuando están ya en la danza. No vamos a decir que alguien pueda entenderlo al cien por ciento, porque en México también uno comienza poco a poco, lo va entendiendo de esa tradición que uno tiene ya por estar en México. Esa conexión es mucho más fluida, mucho más fácil. Pero aquí la gente está en esa búsqueda, y está abierta. Cuando alguien está abierto, lo recibe. Obviamente sigue viniendo mucha gente que estudió el año pasado”.Además de la presencia de Tecciztemoc, el Verano Azteca cuenta con su esposa, Yaopiltzin y su suegro Xolotl, ambos también chamanes. El curso consta de diversas partes y seminarios y el último de ellos concluye el 12 de septiembre.
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