Juan Braun: el chamán argentino amigo de la primera dama checa

Juan Braun

El argentino Juan Braun, que se define a sí mismo como escritor y chamán, es una figura infaltable en las fiestas diplomáticas en Praga. Con su aspecto inconfundible, entre dandy y hippie bien cuidado, abre puertas. Y allá donde va atrae a las cámaras.

Juan Braun
Juan Braun domina entre cinco y seis idiomas y ha viajado por todo el mundo. A vuelo de pájaro, cree que le faltan cerca de diez países por conocer. Eso se lo debe a su origen burgués, ya que su rama de la familia Braun, de origen moravo, durante años fue dueña de grandes extensiones de tierra en la Patagonia chilena y argentina. Y todavía queda algo de eso: “Tengo un buen pasar”, es todo lo que dice al respecto.

Por eso Juan Braun ha estado condenado, desde su nacimiento, a ser un viajero empedernido, como él mismo comenta.

“Viajero, trotamundos, esa es una pasión que tengo desde niño. La primera memoria que tengo de mi vida fue cuando mis padres me llevaron de París a Marsella en tren y yo recuerdo estar con la cabeza apoyada en el regazo de mi madre escuchando ese tuc-tuc, tuc-tuc, que hace el tren cuando va recorriendo las vías. Y esa es una memoria que no se me ha ido nunca”.

A partir de entonces siempre ha seguido viajando. Y en esos viajes ha ido recolectando experiencias e información, para llegar al Juan Braun de hoy.

“No te olvides que yo he trabajado mucho en África y en el Caribe, entonces he tenido muchas experiencias de vudú y chamanismo, entonces no vivo solo sino que vivo con mis espíritus, mi casa está llena de espíritus. Sí, sí, sí, yo esas cosas me las tomo en serio. Y fíjate que no es casualidad pero cuando yo tenía 18 años ya estaba viajando por el Mato Grosso, en la Amazonía brasileña, y ahí tuve mis primeros encuentros con chamanes verdaderos”.

Dice Juan Braun que al tomar contacto con esos primeros chamanes, su instinto le hizo respetarlos.

“Y después la segunda experiencia chamánica fue en Ecuador, unos años después, donde ya estuve con un grupo de shuaras, en la selva amazónica ecuatoriana. Los shuaras son los famosos reducidores de cabezas. Ahí aprendí también mucho de chamanismo. Imagínate, un muchacho joven de apenas veintitantos años, burgués argentino, de pronto empieza a inclinarse hacia el chamanismo, una cosa que mis padres o mi familia entera no podían entender y creo que no entienden hasta el día de hoy”.

Al analizarlo desde la perspectiva de hoy, asegura que nació para ser chamán.

“Es así, la vida te va formando y creo que yo desde pequeño tuve una inclinación hacia el chamanismo, lo buscaba, ellos me buscaban a mí también. Y después no es casualidad que me fui a vivir a Haití, que es la versión africana en América. Y después de Haití me fui al África y ahí viví cinco años en diversos países donde realmente trabajaba mucho no con chamanes individuales sino con asociaciones de chamanes”.

Pero, ¿qué es un chamán?, le preguntamos.

“Un chamán es una persona que tiene ciertos poderes y los utiliza para hacer el bien o el mal. Por ejemplo, en Haití fue mi primer encuentro con el vudú, con la magia blanca y la magia negra. La magia blanca es la que te protege, porque uno en la vida tiene muchos enemigos, y te protege también de las enfermedades. Y después la magia negra, cuando tiene enemigos muy poderosos, tú a través de ciertos rituales puedes lograr que esa persona a la distancia muera. Es posible, lo he visto”.

Pero la misión de los chamanes no es causar daño, sino todo lo contrario.

Juan Braun
“Un chamán intenta curar. ¿Puedes curar cáncer? Tú sabes si tienes el don, por ejemplo, si haces un experimento. Vas a un laboratorio, te ponen en una tacita un tejido canceroso, tú pones la mano, te concentras y tratas de que ese cáncer desaparezca. Si lo logras quiere decir que tienes el don y entonces puedes intentar curar a personas”.

Y si no logras curar, quiere decir que eres un charlatán, agrega.

“Entonces bueno, hay que ser realista. ¿Hasta dónde puede llegar el arte de curar de un chamán? Bueno, yo creo que tengo el arte de curar por ejemplo un dolor de cabeza, todavía no un cáncer. Pero sí creo que he logrado, porque tengo algunos pacientes, detener el cáncer, eso sí, no creo poder curarlo, no tengo ese don”.

Livia Klausová,  esposa del presidente Klaus,  y Juan Braun,  photo: Gentileza de Leaders Magazine
Toda esa espiritualidad no le impide a Juan Braun acudir a cuanto cóctel diplomático lo inviten. Su mismo talante festivo y dicharachero le abre puertas, asegura. Hay una foto muy famosa en la que Juan Braun posa muy contento con Livia Klausová, la esposa del presidente checo, Václav Klaus. Le preguntamos cómo tiene amistades tan poderosas. “Secretos del chamanismo”, susurra.