“No soy de aquí ni soy de allá”

Roberto Bartus

Roberto Bartus es un ecuatoriano con un cuarto de sangre checa que nació en Praga y vivió acá gran parte de su infancia. Después regresó a Ecuador, donde estudió, se graduó, formó su empresa, hizo su vida. Pero notaba que algo le faltaba. Por eso decidió volver a su ciudad de origen, donde obtuvo la nacionalidad checa y donde ahora vive feliz, con pasaporte checo.

Ecuatoriano, checo, alemán, europeo, latinoamericano. El tema de las nacionalidades le tiene sin cuidado a Roberto Bartus, que nació en Praga, en 1971, y vivió hasta los seis años en este país.

Roberto Bartus heredó su nombre de su abuelo, el ciudadano checo Robert Bartus, que en los años 30 del siglo pasado emigró a Ecuador y ayudó a establecer las relaciones entre ambos países, labor por la que fue premiado en vida.

Roberto Bartus
“Mi abuelo obtuvo una condecoración del orden nacional al mérito por parte del Gobierno ecuatoriano. Creo que es la más alta distinción que un ciudadano extranjero puede obtener en determinado país. Como premiación a su esfuerzo, a su dedicación, a su entrega para que las relaciones entre Ecuador y Checoslovaquia, en esa época, existieran, porque previamente eran nulas. Gracias a él ahora existen. Él fue precisamente una de las personas que coadyuvó a que exista una determinada relación entre ambos países. Y creo que ningún checo ha obtenido en el exterior un premio de tan alto nivel”.

Quizás esa sea una de las razones por las que haya decidido volver a Praga, aunque no lo diga. Completar el círculo que comenzó su abuelo el siglo pasado.

“Yo nací aquí porque mi padre vivió muchos años en Europa, en República Checa y Alemania. Fue cónsul del Ecuador en Praga y también trabajó en la embajada del Ecuador en Alemania Oriental en esa época. Y en esa época yo nací y nací en Praga. Así que si cuento los años que viví aquí de niño en total llevo once años en Praga y en República Checa”.

Por haber nacido en este país, y por tener sangre checa, Roberto Bartus obtuvo sin problemas la nacionalidad checa, aunque dice que no se siente ni ecuatoriano ni checo, sino todo lo contrario.

“Ni lo uno ni lo otro, ni de aquí ni de allá, como dice Alberto Cortez. Pero por otra parte me considero un ciudadano del mundo más que tener una nacionalidad en particular, porque además tuve la suerte de vivir desde pequeño en diferentes países. Después de haber vivido aquí de niño en Praga, viví en Alemania Oriental. Ahí fui a la escuela primaria, en un colegio público, un colegio alemán. Luego regresamos a Ecuador en el año 1983 y ahí regresé a un colegio alemán en Quito y mis compañeros eran solo alemanes y mi educación siempre fue bilingüe”.

El Muro de Berlín
Después tuvo la oportunidad de volver a Alemania, a fines de la década de los 80, y fue testigo de un hecho histórico excepcional.

“Y ese año fue muy importante en mi vida porque coincidió en que llegué a la República Democrática Alemana en septiembre de 1989, y a los dos meses cayó el muro. Yo había obtenido una beca para estudiar allí y viví todo ese derrumbe de la Guerra Fría in situ. Desde el día que llegué a Alemania se notaba que algo estaba pasando, en las noticias, la gente se estaba escapando por Hungría, aquí en Praga había movimiento en las embajadas. Pero tú le preguntabas a cualquier alemán oriental en la calle y te decía ‘no, aquí no pasa nada, llevamos 40 años con lo mismo y nada va a cambiar’. Pero yo sentía que algo estaba mal, y efectivamente dos meses después cayó el muro”.

Aunque si lo ponen en la disyuntiva de elegir país, cree que lo tendría difícil, ya que tanto Ecuador como la República Checa tienen muchísimo que ofrecer.

“Cada país tiene lo suyo. En especial el Ecuador, es un país megadiverso que ofrece muchísima variedad de posibilidades para conocer, en su expresión cultural, en su naturaleza propia, en lugares para visitar. Infinidad de posibilidades. Entonces, creo que depende de cada persona, de la circunstancia, depende del estado de ánimo de cada quien para determinar qué le gusta más a una persona en determinado momento”.

Ecuador
Además, cree que son más las similitudes que las diferencias entre ambas naciones.

“Y lo mismo la República Checa. Es un país muy rico en cultura, en historia. Tiene bellísimas ciudades medievales. Existen tantas posibilidades para escoger, para conocer, que me resulta casi imposible decirte qué es lo mejor de cada país. Creo que ambos países tienen similitudes, son países pequeños en su tamaño y población, pero a pesar de ser pequeños tienen un corazón grande y muchísimas cosas por ofrecer a quien se interese por sus culturas y por sus pueblos”.

Aunque eso sí, hay una característica que Roberto Bartus destaca de la República Checa, en la que sobresale con respecto a Ecuador y otros países latinoamericanos.

“Dentro de la diversidad que existe en el Ecuador, por ejemplo, a mi modo de ver, una grave falencia es la diversidad socioeconómica. Entonces eso es tal vez lo único que el Ecuador le podría envidiar a la República Checa. La capacidad de su sociedad para brindar a sus ciudadanos una igualdad de oportunidades para encontrar un trabajo, para salir adelante, para estudiar, etc. En cambio en mi país, Ecuador, y en la mayoría de los países latinoamericanos, resulta complicado para la mayoría de la gente por esas diferencias que lamentablemente existen también en la parte socioeconómica”.

El tema de la desigualdad es algo que espera sea superado pronto en Ecuador y los demás países del subcontinente.

Roberto Bartus
“Bueno, es precisamente eso, ese es el lado negativo. Cada cosa tiene su lado negativo y en nuestro caso, en el Ecuador, lo que lamentablemente se da son esas diferencias socioeconómicas que esperemos con el tiempo se vayan solucionando. Ese debería ser el objetivo de los estados, logra que las sociedades sean capaces de ofrecer a sus ciudadanos la igualdad de oportunidades para lograr sus metas individuales”.

Y confiesa que no sabe si alguna vez se plantea regresar a Ecuador, ya que ha hecho vida en Praga, una vida con la que está muy satisfecho.

“Es difícil la pregunta. En este momento, en esta etapa de mi vida, me siento feliz aquí. Me gusta la homogeneidad que me ofrecen en este caso los checos, que es un país mucho más homogéneo. La tranquilidad que me ofrece eso. Estoy en una etapa de mi vida en la que quiero disfrutar eso. Antes pasé por la etapa de disfrutar la heterogeneidad, las diferencias, la megadiversidad del Ecuador, pero ya pasé esa etapa y ahora prefiero disfrutar la calma que me ofrece Europa, otras posibilidades de crecimiento personal”.

Roberto Bartus es tan neutral en el tema de las nacionalidades y los nacionalismos que asegura que en el hipotético caso de que Ecuador y Chequia se enfrenten en un Mundial de Fútbol, él se alegraría con cualquier resultado. Aunque un empate sería lo más justo.