Linda Jandásková: “Mi trabajo es ayudar a los extranjeros a integrarse a Chequia”

Linda Jandásková

Tras pasar casi toda la infancia en su amado México, Linda Jandásková regresó a Chequia a los dieciocho años y se puso a estudiar Trabajo Social. Hoy integra el equipo de Poradna pro integraci, una institución que asesora en forma gratuita a los extranjeros que viven en Chequia. Acostumbrada a trabajar, sobre todo, con personas de habla hispana, cuenta las principales problemáticas que afrontan los latinos al llegar al país y el motivo por el que siente una gran admiración por ellos.

Ciudad de México | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Desde noviembre de 2018, Linda Jandásková trabaja en Poradna pro integraci, una institución sin fines de lucro que brinda asesoría gratuita a los extranjeros que viven en Chequia. Financiada por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, empezó a funcionar en el año 1997 y se trata de una de las primeras ONG que, tal como cuenta Linda, comenzaron a nacer en la década del 90 como una consecuencia más de la apertura de Chequia al mundo y una forma de hacer frente a las necesidades que comenzaron a surgir con la llegada de residentes de otros países. Apasionada por su trabajo, Linda es una persona ideal para ese puesto porque, entre otras cosas, sabe lo que significa ser extranjero.

“Yo viví en México trece años y realmente es una historia de aventuras porque mis padres decidieron mudarse a México cuando yo tenía un año y medio, entonces se mudaron pero luego se separaron y luego cada uno encontró a su respectiva pareja en ambos casos de México. Entonces yo crecí en ese ambiente mixto entre checos y mexicanos porque también nos juntábamos, vivíamos en la ciudad de Monterrey y conocimos a los checos que vivían ahí y también, claro, la mayoría de nuestras amistades eran de México. Fui a la escuela primaria de México, a la preparatoria también y las familias de mis amigos también me acogieron y fui chupando como esponja toda la cultura y fuimos muy afortunados porque mis padres con sus parejas viajaban mucho y algunas amistades me invitaban también a Guanajuato, Veracruz y así creció también mi aprecio por la cultura”.

“El español es el idioma de mi corazón”.

Dentro de esos trece años, sin embargo, casi tres los pasó junto a su mamá en Chequia, luego de la separación de sus padres. Durante ese tiempo pudo acumular conocimientos del idioma checo, y luego regresaron a México donde sí vivió una década sin interrupciones, aunque también con algunas visitas esporádicas a Chequia en verano.

“El español es el idioma de mi corazón, es un idioma con el que expreso mejor mis emociones y, de hecho, cuando regresé a Chequia fue muy difícil para mí porque hablaba checo pero un poco chistoso, no tenía amistades checas de mi edad y entonces las palabras que usaba a veces eran muy de enciclopedia o libros y además me expresaba de una forma un poco extraña porque si no te comunicas con adolescentes de tu edad y estás en contacto con el checo por leer a Čapek o libros del siglo XIX, se te termina escuchando un tanto gracioso, ¿no?”.

Teotihuacán | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Para modificar esa situación, compraba periódicos y revistas que trataba de leer durante unas dos horas a la mañana para actualizar un poco su checo y, aun así, recuerda que algunas veces solía equivocarse con ciertas palabras o declinaciones. Lo cierto es que, desde que volvió a República Checa a los dieciocho, pasaron ya doce años durante los cuales vivió siempre en su país natal. Lo interesante es que a la hora de pensar su formación, se decidió por un área de estudio y trabajo que, en algún punto, remitía a su experiencia en Latinoamérica.

“Yo decidí estudiar trabajo social después de varias dudas como le suele suceder a la gente joven, pero se dio esta oportunidad de estudiar trabajo social y al principio decía que sería interesante orientarme a la problemática de la drogadicción, sobre todo en el tema de prevención de drogas, porque surgieron en México algunas situaciones con algunas amistades que cayeron en eso y me daba sentido trabajar en algo así”.

“Mi posición es entre una trabajadora social y una intérprete comunitaria”.

Los planes cambiaron, sin embargo, cuando una amiga le sugirió ir a colaborar como voluntaria a una ONG que ayudaba a refugiados con protección internacional y en la que no había nadie que hablara español. La experiencia la hizo crecer mucho y, luego de terminar sus estudios, comenzó a desempeñar más o menos la misma tarea que la ocupa en la actualidad: tratar de hacerle la vida un poco más fácil a los inmigrantes llegados a Chequia. Un trabajo que, como ella misma dice, le vino como anillo al dedo.

“Soy trabajadora intercultural, una posición entre una trabajadora social e intérprete comunitaria, ayudo a los extranjeros a integrarse en Chequia, ofrezco acompañamientos con traducción y trato de que las instituciones checas o las ONG comprendan la experiencia que tienen aquí los extranjeros: acompaño a oficinas del gobierno, médicos, víctimas de violencia, tenemos psicólogos externos que trabajan para nosotros, es una posición muy interesante que me gusta mucho y también he organizado eventos”.

Praga,  una ciudad cada vez más cosmopolita | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

Aunque la idea es trabajar con personas de países que no pertenezcan a la Unión Europa porque, por supuesto, suelen tener muchos más obstáculos, dice que, a veces, pueden hacerse algunas excepciones. Lo que sí, en todos los casos se trata de extranjeros con una estancia de larga duración de más de noventa días en Chequia, ya sea por visado de trabajo, de estudio o también personas que ya cuentan con residencia permanente pero quieren tramitar la nacionalidad. Incluso dice que, a veces, asesoran también a quienes están en el país de forma ilegal y asegura que, en esos casos, también pueden acudir sin miedo a esta organización para recibir ayuda. Sin dudas, el tema más recurrente es, desde hace un tiempo, la ayuda a ucranianos, por lo cual contrataron a dos personas más que hablan ese idioma y también ruso. Linda considera que la sociedad checa reaccionó bien a ese tema y, en todo caso, el principal problema en ese sentido tiene que ver ahora con la capacidad de las escuelas. De todos modos, cuenta que ella suele trabajar más con latinoamericanos.

Praga,  una ciudad cada vez más cosmopolita | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Ahorita estaba revisando las estadísticas y parece que hay alrededor de mil mexicanos en Chequia, que no es tanto, pero, aun así, siempre hay personas que necesitan asesorarse y siempre es conveniente tener a un trabajador que hable español, aunque puedo decir que la mayor parte de los latinos que viven aquí hablan inglés, pero también hay casos que no y también momentos de crisis donde prefieren tratar sus asuntos en español, por ejemplo si una madre o padre de familia se está divorciando y quiere ir a los servicios sociales checos de protección infantil, por ejemplo, para hablar de este tema o de cómo dividirse la custodia se ponen en juego muchas emociones y es bueno que se expresen en su idioma natal, o cuando tienen un problema de salud también, claro que es mejor a veces”.

Entre los problemas que mueven a los latinos en busca de su ayuda, dice que los más frecuentes son los casos de explotación laboral que requieren una información muy clara acerca de sus derechos y obligaciones, y también de mujeres latinas violentadas por sus parejas checas.

“Aunque la mayoría de los latinos que viven aquí hablan inglés, siempre es conveniente tener a un trabajador social que hable español”.

“Hay de todo, claro, no quiero generalizar porque también ha habido casos de hombres violentados, pero sí veo esa tendencia… yo creo que las mujeres extranjeras, por ejemplo, con hijos y todo, están en una posición vulnerable. Entonces siempre recomiendo a las mujeres que llegan aquí que se informen y que también traten de conectarse con otras personas, con otras instituciones y no se queden aisladas. Hace poco se llevó a cabo un encuentro de mujeres en la Embajada mexicana a la que yo fui invitada, llegaron como cuarenta mujeres y fue muy bonito. El encuentro lo organizó la cónsul con otras mujeres de México y hablamos varias personas, psicólogos y gente de otras instituciones hablaron de este tema y trataron de conectar a las personas que llegaron al evento”.

En lo que respecta a la situación general de los extranjeros, dice Linda que los checos, en especial a causa de tantos años de comunismo, no estaban muy acostumbrados a relacionarse con ellos, aunque por otro lado, la situación, a su modo de ver, hace tiempo que empezó a cambiar, a tal punto que considera que Praga se convirtió en una ciudad bastante cosmopolita si se tiene en cuenta que algunas estadísticas indican que uno de cada seis habitantes de la capital checa es, precisamente, extranjero. Y además de estas ONG, las personas de habla hispana pueden disfrutar también del aporte de distintos grupos informales que organizan reuniones y actividades, uno de los cuales se llama Banda Praguense y también cuenta con la participación de Linda, que ya realizó unas treinta actividades a sitios tan interesantes como, por ejemplo, el parque Stromovka de Praga 7.

El parque Stromovka en Praga 7 | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Banda Praguense surgió, si no me equivoco, en el año 2018, la abrió una excolega y ahí se organizan salidas y eventos para que las personas de habla hispana se conozcan, aunque los eventos por supuesto también están abiertos tanto para checos como para todos aquellos que quieran hablar español. Organizamos salidas y actividades para conocer la cultura checa e incluso solo para socializar también”.

Linda revela que siente una gran admiración por los latinos que, en su momento, fueron a pedirle asesoría porque, en la mayoría de los casos, lograron salir adelante superando todas las dificultades en apenas un par de años. Y como si eso fuera poco, cuenta que algunos hasta aprendieron a hablar checo, un enorme mérito que, en su opinión, realmente vale la pena porque permite alcanzar el máximo nivel posible de integración en el país. Y para quienes aún lo sigan intentando, Linda ofrece un consejo: perder el miedo y la vergüenza porque, a la hora de aprender un nuevo idioma, hay que tratar de hacerlo como si uno fuera un niño.

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