Se cumplen diez años del fin del servicio militar obligatorio en Chequia
En abril de 2004 se realizó el último reclutamiento militar forzoso en la República Checa, para pasar a partir de diciembre de ese año a un sistema de fuerzas armadas profesionales. El Ejército suponía hasta ese momento un lastre profesional y vital para la mayoría de los soldados, sin embargo aportaba una experiencia y formación que algunos añoran.
Se trataba de un tipo de ejército ya en decadencia al que aquellos reclutas tuvieron el honor de servir por última vez. El último de aquellos soldados fue Jaroslav Grund, del cuerpo de baterías antiaéreas, que pudo abandonar el Ejército en diciembre de 2004. Diez años después guarda de aquel periodo una sensación ambivalente.
“En la cabeza se me mezclan diversas sensaciones. Pero estoy contento de haber podido marcharme. Aun así me acuerdo de buenos momentos, de eso uno se acuerda. De las cosas malas uno se olvida al final”, razonó.Su actual esposa, Sandra Grundová, cree sin embargo que la sociedad ha perdido algo importante al prescindir del servicio militar.
“Los muchachos jóvenes de hoy día se quedan sin algo importante. Se pierden las relaciones de amistad que se formaban entre los chicos, y se pierden la disciplina que recibían en el Ejército”, dijo.
En la República Checa, como en muchos otros países donde existía el servicio militar obligatorio, se solía decir que el Ejército te hace hombre. Durante los 150 años de existencia de este tipo de Fuerzas Armadas, el reclutamiento suponía para muchos jóvenes una oportunidad de establecer relaciones con muchachos de todo el país, de adquirir hábitos y disciplina, ponerse en forma, y sobre todo de recibir una formación técnica. Una buena cantidad de jóvenes aprovechaban sus meses de vida militar para sacarse el carnet de conducir en todo tipo de vehículos, incluyendo autobuses y camiones, un proceso que en su vida civil habría sido más largo y costoso.Los contras del servicio militar obligatorio superaban sin embargo a sus ventajas. Las cada vez más complejas técnicas militares y las operaciones de paz en el extranjero necesitaban de soldados cualificados, y no de trabajadores desmotivados, señala el jefe del Estado Mayor checo, Petr Pavel.
“Los checos tenemos la característica de que cuando tenemos que hacer algo de forma obligada, lo hacemos a disgusto y nos involucramos poco”, opinó.Por otro lado, la mayoría de los reclutas veían interrumpidos sus estudios o carrera profesional, y asimismo les resultaba una complicación en su vida personal y afectiva. Los soldados no profesionales, aunque tenían comida y cama gratis, no obtenían una compensación económica equivalente a la que recibirían trabajando. Además, ya desde el periodo comunista existía en el país la Objeción de Conciencia y la correspondiente prestación social sustitutoria como alternativa al Ejército.
De esta forma, este modelo se fue convirtiendo en algo cada vez más caro, y poco a poco disminuyó la duración del servicio y la cantidad de efectivos. La profesionalización fue un paso lógico similar al que por los mismos años realizaron otros países europeos como Francia, Países Bajos o España.En la actualidad el Ejército checo cuenta con unos 22.000 militares, aproximadamente los mismos que había hace diez años, con la diferencia de que ahora se trata de profesionales. La supresión del servicio militar obligatorio permitió reducir en dos tercios el número de trabajadores civiles de las Fuerzas Armadas, que ascienden en la actualidad a unos 7.000.