Choques étnicos, ambición y reforma: los antecedentes de las guerras husitas
Las guerras husitas que arrasaron Bohemia y Moravia en el siglo XV no tuvieron como causa únicamente razones religiosas. Tras las diferencias de credo se hallaba también la lucha de intereses políticos y económicos entre la nobleza y el clero e incluso las tensiones étnicas entre checos y alemanes. Sobre este periodo de la historia checa hemos hablado con el historiador František Šmahel.
A una prudente distancia, los diversos teólogos y representantes de la Iglesia que tomaban parte en el concilio papal que se estaba celebrando en la ciudad y que, días antes, habían tratado infructuosamente que Hus abandonara sus tesis.
Contemplando todo con sensación de victoria, se erguía el influyente Segismundo de Hungría, Rey de Romanos, que había invitado a Hus al concilio, prometiéndole seguridad, para después traicionarlo y condenarlo a morir en la hoguera acusado de herejía.
Las llamas, lejos de acabar de cuajo con el problema, como pretendía Segismundo, prendieron por el contrario la mecha de las llamadas guerras husitas, que convulsionaron las tierras checas a lo largo de todo el siglo XV, dando salida de forma violenta y abrupta a toda una serie de tensiones políticas, económicas, sociales y religiosas.Para entender el contexto que convirtió la muerte de un solo hombre en el detonante de un conflicto bélico es necesario retroceder unos años atrás en el tiempo y examinar la situación de las tierras checas de principios del siglo XV, en el momento en el que Hus comenzó a construir y propagar su doctrina.
Una doctrina checa para poner en jaque a los alemanes
Bohemia y Moravia eran entonces escenario de un pulso por el poder entre los checos y los habitantes de habla alemana, con presencia en el país desde el siglo XII. Las tensiones se reflejaban sobre todo en la lucha por el dominio de los ayuntamientos de las ciudades en las que las dos etnias coexistían y, de forma especialmente candente, en la Universidad de Praga, que se encontraba bajo hegemonía alemana.Como explica el profesor František Šmahel, la discordia venía provocada por un reparto injusto del poder establecido ya desde su fundación.
“La tensión étnica se reflejó en parte en la Universidad de Praga. Ya entonces se trataba de un importante centro educativo para toda Europa Central, y no está destinada solo a los checos. Carlos IV había establecido que sería para cuatro naciones, una de ellas la checa, y que cada una tendría un voto. Las otras tres naciones estaban formadas sobre todo por alemanes, con lo que estos controlaban la Universidad. Así que se formó un movimiento nacional de tipo patriótico, en torno a la lengua checa, que también en la Universidad luchaba por la emancipación”.
Es en este escenario cuando a Praga llega el sacerdote Juan Hus, que pronto consigue el favor del rey y del arzobispo y, a través de sus sermones en la capilla de Belén, se convierte en el principal propagador en Bohemia de las tesis reformistas del inglés Juan Wiclef.Nos encontramos en un momento de crisis en la Iglesia, que se percibe como corrupta, lejana a su misión original y además débil institucionalmente debido a un cisma que había dado lugar a nada menos que tres Papas simultáneos. Juan Hus emitía una crítica a Roma convincente e intelectualmente sólida y pedía una vuelta a la pureza del cristianismo original, con una Iglesia más humilde, honrada y democrática.
Dentro de estas ideas se encontraba el propósito de predicar al pueblo en su idioma, es decir, el uso del checo para la liturgia, y en general el apoyo al idioma checo en todos los ámbitos frente al predominio del alemán. Esto y el hecho de que por sus ideas revolucionarias Hus se había ganado la enemistad del estatus quo universitario, que en ese momento era alemán, hicieron de él el personaje ideal para agrupar a profesores y estudiantes checos contra la mayoría germánica, prosigue Šmahel.
“Los checos se aglutinaron en torno a Hus y lo convirtieron en su programa. Al hacerlo entraron en conflicto con la mayoría alemana de la universidad. Así, en 1409 se da la primera fractura, cuando el rey Venceslao IV emite un privilegio para los checos, el llamado decreto de Kutná Hora, que les permite controlar la Universidad. La proporción de votos se invierte y las naciones extranjeras pasan a contar con un solo voto las tres juntas. Esto llevó a que los extranjeros, insatisfechos, en su gran mayoría se marcharan. La Universidad de Praga se volvió no solo checa, sino que el poder lo asumió la corriente reformista en torno a Hus”.Esta victoria marcó al husismo con un fuerte carácter étnico que no perdería a lo largo de toda su existencia. La partida de hasta 800 profesores, bachilleres y estudiantes de habla alemana no solo puso en contra de los husitas a la población germánica de Praga, sino que además los académicos exiliados comenzaron a hacer en sus sermones, clases y prédicas en los países vecinos una propaganda muy negativa de todo el movimiento, lo que en un futuro jugaría crucialmente en su contra.
Desde entonces los alemanes que se unieron al husismo fueron siempre una excepción, y cuando se daba, se trataba de admiradores procedentes de fuera de Bohemia.
El husismo como instrumento político
Encumbrado a rector, con un creciente número de seguidores, Hus resultaba cada vez más incómodo para la Iglesia y de hecho tuvo que enfrentarse a dos excomuniones. Su creciente poder e influencia no se vio frenado, por una parte, por la mencionada división que entonces imperaba en el Papado, y por otra, gracias a la obtención de nuevos y poderosos aliados.“Hus insistió en sus tesis, basadas en Wiclef, y ahí comenzó el proceso. Hus no resultó perjudicado porque se pusieron de su lado altos representantes de la nobleza que llevaban las instituciones públicas, e incluso consiguió el apoyo del rey Venceslao, seguramente porque la esposa del rey, la reina Sofía, al parecer acudía a las prédicas de Hus y sentía por él gran estima, aunque son suposiciones”.
Sin poner en duda la sinceridad de las convicciones religiosas de los barones atraídos por el husismo, la verdad es que el reparto económico del país daba un especial atractivo a las tesis de Hus, que promovían la pobreza y humildad del clero, explica Šmahel.“En cuanto entraron en juego cuestiones teológicas, el asunto se volvió político. Todo lo que tenía que ver con la Iglesia era entonces una cuestión política. Por ejemplo la nobleza que defendía a Hus, lo hacía también para conseguir influencia sobre las propiedades de la Iglesia. Es importante destacar que la Iglesia era un enorme propietario, y a ella pertenecía un tercio de las tierras cultivables”.
La Iglesia checa estaba además en un momento de debilidad, al malograr el rey Venceslao IV el intento del arzobispado de crear una administración centralizada y, a su manera, un estado dentro del estado. Muchos monasterios estaban al borde de la quiebra económica y había que mantener además a toda una legión de clérigos: se calcula que había entonces un sacerdote por cada 200 habitantes.
En resumen, la Iglesia se había convertido en una presa apetitosa para la nobleza, que pronto se convirtió además en el soporte principal de la causa husita cuando salió del movimiento el rey Venceslao.“La ruptura entre Hus y sus seguidores con el rey Venceslao se da en 1412 y es un momento importante. La causa fue la venta de indulgencias en Praga. El rey Venceslao apoyó esta práctica, justo lo contrario de la opinión de Hus, para el que se trataba de algo moralmente insostenible. El Papa de entonces, Juan XXIII, que tenía una dudosa fama, quería recaudar dinero para sus guerras vendiendo indulgencias. Hus perdió el apoyo del rey pero seguía teniendo el de miembros muy poderosos de la alta nobleza”.
La indulgencia, el perdón de los pecados a cambio de dinero, era una práctica comprensiblemente impopular que además formaba parte fundamental del programa husita. Se realizaron protestas en Praga y tres seguidores de Hus fueron ejecutados por orden del rey, lo que llevó a una radicalización de posiciones y a un aumento de la tensión. Los dos bandos en los que se había dividido la sociedad checa se estaban definiendo y alejando el uno del otro.Ante el cariz de los acontecimientos, Hus dejó la universidad y se estableció en el campo, donde siguió escribiendo, sobre todo en checo, y expandiendo su mensaje. Los predicadores husitas, cada vez más exaltados, daban a conocer el pensamiento de Hus por todos los rincones del reino, haciendo llegar las tesis de la reforma, de forma simplificada, al pueblo llano, que por norma general lo acogía con entusiasmo.
Aunque hubo zonas donde nunca germinó el mensaje husita, el reformismo calaba fácilmente en una población castigada por las plagas y las pequeñas guerras locales, que además veía en el mensaje de Hus una respuesta a su anhelo de mayor igualdad y justicia social.De esta forma el husismo, aunque lejos de obtener una aceptación total, consiguió abarcar todas las capas sociales, desde la nobleza al vulgo, desde las urbes al campo. En 1412 un tercio de las ciudades checas estaba controlado por los husitas, entre ellas Pilsen, Hradec Králové y Žatec.
El rey Segismundo, enemigo de los husitas
El rey Segismundo de Hungría contemplaba el devenir de los acontecimientos con preocupación. Poseedor del título de Rey de Romanos, se trataba del futuro emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, y como tal su poder descansaba en buena parte en el apoyo papal. Además, como hermanastro de Venceslao IV, era también heredero directo del trono checo. Evidentemente entre sus intereses no se encontraba el surgimiento en sus futuros dominios de un elemento desestabilizador como el husismo, que además amenazaba con poner de rodillas a la Iglesia y transformarla completamente.Segismundo se convirtió así en la figura que permitió a los católicos checos aliarse y organizarse contra los husitas, apunta Šmahel.
“Algo decisivo en esta fase fue el Rey de Romanos Segismundo. Mientras que el rey checo, Venceslao IV, se limitaba a observar toda la situación y fue incluso amonestado en Constanza por tolerar la herejía, en torno a su hermanastro Segismundo se comenzó a formar otro grupo de alta nobleza checa. De esta forma la aparente unidad de que todos los checos piden la reforma de la Iglesia se rompió en pedazos”.
Llegamos de esta forma al concilio de Constanza, que reunió en esta ciudad alemana de 1414 a 1418 a los prohombres de la Iglesia para poner fin al llamado Cisma de Occidente y unificar de nuevo el catolicismo. La gran reunión fue convocada por el mismo Segismundo, que aprovechó la existencia de este gran marco de debate para intentar atraer a la oveja descarriada de Juan Hus de nuevo al redil.
Šmahel no cree que la traición y el asesinato de Hus estuvieran planeados de antemano y lo considera más bien un giro imprevisto de los acontecimientos.
“Realmente no querían quemarlo. Era realmente un grupo de intelectuales que se reunía en Constanza y tenía perspectiva. Hus era para ellos un apasionado visionario, como hay en todas las épocas, y respetaban que se lo tomara en serio. Pero querían que reconociera la realidad de las cosas, y la realidad era que tenía que decir que se dejaba rectificar o algo así. Pero no, él pensaba que tenía un mensaje de Dios, que las palabras divinas que defendía eran invencibles y no cedió. Esto juega una parte importante en la historia checa, la verdad vence, y yo ayudo a que venza incluso con el precio de mi propia vida”.
La muerte de Hus en la hoguera provocó una fuerte conmoción en las tierras checas. La nobleza husita presentó en Constanza una carta de protesta en la que pusieron su sello 452 aristócratas checos, lo que representaba un tercio de las 90 familias de sangre azul con posesiones en Bohemia y Moravia.De forma parecida marcó su posición la nobleza católica, formando en 1416 la Liga de los Señores Católicos, firmemente aliada con el arzobispado. Por otro lado, al unificarse la Iglesia en la figura del Papa Martín V, los católicos contaban ahora con una única voz.
De acuerdo con Šmahel, tampoco en los nobles que permanecieron fieles a la Iglesia debemos ver una ayuda totalmente desinteresada. Además de la fe, en su compromiso también influyeron factores económicos.
“Con esta protección los nobles se hacían de forma indirecta con la posesión de estas propiedades. Imaginemos un gran monasterio con muchas tierras, que solo no podría defenderse en un enfrentamiento con los husitas. Por ello un barón católico de los alrededores interviene y ofrece sus servicios. Así que por un lado obtiene el usufructo de las tierras, la protección tiene por supuesto un coste económico, y cuando las cosas se tranquilizan, el barón obtiene poco a poco la propiedad de la tierra que ya ocupa”.El rey Venceslao IV, por presión de su hermanastro, tomaba medidas en contra de los husitas pero sin llegar nunca a decisiones radicales. El movimiento perdía terreno en las ciudades pero lo ganaba en el campo, donde los más radicales establecían nuevos asentamientos con el objetivo de fundar un nuevo orden social más justo basado en los valores reformistas. De ellos el más importante fue Tábor, creado en 1419, que pronto se convirtió en centro de peregrinación y foco político de la rama más revolucionaria.
El olor de la guerra ya estaba en el aire.