Del Olimpo deportivo a la prisión: la mayor tragedia del hockey sobre hielo checoslovaco
Se escribía el año 1950 cuando el equipo de hockey sobre hielo checoslovaco estaba a punto de defender el oro en el campeonato mundial. En lugar de en la pista de hielo londinense, los jugadores acabaron entre las rejas checoslovacas. Para dar crédito a su ideología, los comunistas no se avergonzaron de destruir las vidas de ambiciosos deportistas.
De ahí que el campeonato mundial de Londres en 1950 se esperara con mucha emoción. Los jugadores ya estaban en el aeropuerto praguense, cuando recibieron la noticia de que el viaje había sido cancelado.
El supuesto problema fue que a uno de los periodistas que acompañaban al equipo nacional, le negaron el visado de entrada en Gran Bretaña. En protesta contra este escándalo, el Gobierno decidió que el equipo checoslovaco se abstendría del juego. El rotativo estatal Rudé Právo publicó entonces que el rechazo del visado fue un paso intencionado del Occidente para impedir que la Checoslovaquia socialista participara en el campeonato. Hasta aquí la versión oficial. No se tardó mucho en poner en relieve que todo era pura mentira, según explicó a la Radiodifusión Checa el historiador Michal Stehlík.
“La Embajada de Gran Bretaña expuso todos los visados válidos en un escaparate delante de su residencia para demostrar que se trataba de una fábula del Gobierno. Las autoridades comunistas no querían que el equipo viajara a Londres, ya que temía que sus integrantes se quedaran en el exilio o que pudiera surgir otro problema”.Para prevenir la emigración – la cárcel
Las autoridades sabían muy bien que los éxitos deportivos podrían ser una eficaz herramienta para promocionar la ideología de la Unión Soviética. No obstante, el golpe de Estado comunista en 1948 en Checoslovaquia provocó una fuerte ola de emigración, que incluyó también algunos deportistas de élite. Para mantener su credibilidad, el régimen no se podía arriesgar a perder a más íconos deportivos, apunta Stehlík.
“El régimen checoslovaco ya tenía experiencia con la emigración de varios jugadores de hockey sobre hielo menos conocidos, y también con personajes más importantes, como la exitosa patinadora artística Ája Vrzáñová o el futuro ganador de Wimbledon Jaroslav Drobný. Ellos ya eran unas figuras más famosas, así que su fuga representaría para el régimen comunista un problema”.Aquella desdichada noche los jugadores se reunieron en un restaurante en la céntrica calle praguense de Pštrossova para ahogar la desilusión de la oportunidad perdida. A ninguno de ellos se le ocurriría en aquel momento que al cabo de unas horas saldrían del restaurante esposados. Uno de los jugadores del equipo nacional checoslovaco, Augustin Bubník, recordó para la Radiodifusión Checa los acontecimientos que adelantaron lo que se convirtió después en una pesadilla.
“Bebimos y empezamos a regañar al régimen, al ministro Kopecký y al Gobierno. Gritamos que no nos cortaran las alas, que queríamos ser libres. Yo y Vašek Roziñák salíamos de vez en cuando a la plazuela gritando. De repente se levantaron de una mesa dos hombres y nos agarraron. Para defendernos, nuestro portero pegó a uno de los agentes. Otro policía sacó la pistola. En la plazuela enfrente del restaurante ya nos esperaban muchos agentes y una furgoneta. Estaba claro que ya lo habían preparado antes. Sabían dónde nos reuniríamos y qué situación provocaríamos”.Tras el enfrentamiento acabaron entre las rejas en total once jugadores, que fueron traslados a la detención judicial de Pankrác. En último lugar fue detenido Bohuslav Modrý, uno de los mejores porteros de la época. Paradójicamente, Modrý ni estuvo siquiera aquella noche en el restaurante, y tampoco ya formaba parte del equipo nacional. Lo abandonó en protesta a que el régimen le había impedido ser cedido en ultramar, a pesar de que se lo había prometido. Probablemente el Gobierno comunista tuviera la jurada con el excelente guardameta por las numerosas ofertas que recibía desde el extranjero.
Carreras y vidas perdidas
El régimen acusó finalmente a los jugadores de planes de quedarse en Londres para formar agrupaciones contra el régimen en Checoslovaquia, lo que tacharon de alta traición y espionaje. Los jugadores se convirtieron en las víctimas de uno de los numerosos procesos escenificados del régimen comunista, que abusó de la élite deportiva para disuadir a los aspirantes a la emigración.Antes de recibir la condena final, los jugadores pasaron largas semanas bajo tortura, humillación y chantaje. La sentencia final les impuso entre 6 y 15 años de cárcel y la confiscación de todos los bienes. La mayor pena la obtuvo Bohuslav Modrý que había sido señalado como líder de la supuesta conspiración.
Los jugadores pasaron la condena en las prisiones más duras del país, obligados a trabajar en minas de uranio.
En 1955 el presidente Antonín Zápotocký indultó a los que recibieron las penas más altas y en 1968 todos fueron rehabilitados. Algunos jugadores volvieron a la pista de hielo. Las terribles condiciones en la prisión y las minas debilitaron la salud de Bohuslav Modrý tanto, que falleció a los 47 años de edad. Desde 2001 se otorga en la República Checa un premio en su honor, destinado a los jugadores más brillantes de la liga.No se trató de la única intervención del régimen comunista en el destino de los jugadores de hockey sobre hielo checoslovaco. Lo que pasó en los años sesenta será el tema de otra edición de nuestro espacio.