Las voces a favor y en contra del surgimiento de Checoslovaquia

Imperio Austrohúngaro, fuente: AlphaCentauri, Wikimedia CC 3.0

Las Tierras Checas contaron hasta 1918 con una milenaria tradición monárquica. Después de casi un siglo del desmonoramiento del Imperio Austrohúngaro, bajo cuyo dominio se encontraba el pueblo checo, siguen sonando voces que lamentan este hecho histórico y abogan por el restablecimiento de la monarquía. En la segunda parte del programa especial, emitido con motivo del 98 aniversario de Checoslovaquia, analisaremos las causas por las cuales el país no se ha convertido en un reino, sino en una república.

Imperio Austrohúngaro,  fuente: AlphaCentauri,  Wikimedia CC 3.0
La idea de la emancipación de los checos del dominio del Imperio Austrohúngaro empezó a florecer en el siglo XIX, de la mano con el esfuerzo para elevar la importancia del idioma checo y despertar la conciencia nacional, un periodo conocido bajo el nombre de renacimiento checo.

Las tendencias nacionalistas se manifestaron con plena fuerza durante la Primera Guerra Mundial y la idea de un Estado Checoslovaco independiente fue ganando el apoyo de cada vez más ciudadanos.

El sociólogo Antonín Rašek señaló para Radio Praga algunas de las causas que incomodaban a los checos bajo la batuta del Imperio Austrohúngaro.

Antonín Rašek,  foto: archivo de Antonín Rašek
“El pueblo checo permaneció bajo el dominio del Imperio Austrohúngaro durante casi 300 años. Algunos lo tachaban de una prisión de naciones, aunque la situación no se podía comparar con los regímenes totalitarios del siglo XX. Las Tierras Checas gozaban entonces de un estatuto especial debido a su avanzada industria, que representaba casi la mitad de todo el tejido industrial del Imperio Austrohúngaro. La burguesía checa pretendía conseguir una autonomía mayor, y naturalmente, también un Estado independiente. Además de la falta de la libertad de decisión, los checos se veían molestos asimismo por la abundante burocracia”.

La insatisfacción de los checos se reflejó también en el nacimiento de la Legión Checoslovaca, el ejército de un Estado que aún no existía, prosigue Antonín Rašek.

Foto: public domain
“Durante la guerra algunos soldados checos decidieron desertar a ejércitos extranjeros. En otoño de 1914 se formó en Rusia una unidad checa, cuyas filas fueron en aumento. Los soldados desertaban o se dirigían allí desde los campos de prisioneros. En total, la Legión Checoslovaca llegó a contar con 100.000 integrantes. En Rusia operaba la mayor parte de ellos, y muchos estaban en Francia. La mayoría de la Legión la formaban checos, los eslovacos eran aproximadamente 5.500. Las unidades destacaron por su valentía en los frentes de Kazán, en Doss Alto, en Francia, y también en Italia”.

La valiente actitud de la Legión Checoslovaca ayudó al futuro presidente Tomáš Garrigue Masaryk a convencer a las potencias occidentales para que apoyaran el surgimiento del Estado Checoslovaco, que nació oficialmente el 28 de octubre de 1918.

Los alemanes y los eslovacos contra Checoslovaquia

Tomáš Garrigue Masaryk
Checoslovaquia era un estado plurinacional, que incluía las minorías ucraniana, polaca, húngara, rutena y alemana, entre otras. El número de alemanes superaba incluso a los eslovacos. De acuerdo con el censo del año 1921, en el territorio checoslovaco residían aproximadamente 3 millones de alemanes y 6,5 millones de checoslovacos. Los alemanes representaban una minoría que no aplaudía el surgimiento de Checoslovaquia, apunta el sociólogo.

“Cuando el 28 de octubre 1918 fue declarado el Estado Checoslovaco autónomo, los alemanes querían separarse, unirse con Austria y formar el llamado Deutschbömen. Entonces surgió el primer problema, ya que el nuevo Gobierno checoslovaco y el Ejército reprimieron este intento separatista de forma violenta, cobrándose las vidas de 54 personas. Todo esto resurgió a finales de los años treinta, cuando Adolf Hitler subió al poder en Alemania. La minoría alemana se radicalizó bajo el mando del líder de los separatistas pro-nazis de los Sudetes, Konrad Henlein, y resultó que la zona fronteriza fue separada en 1938”.

La unión de Chequia y Eslovaquia no fue aplaudida finalmente ni por los eslovacos, puesto que pese al acuerdo previo, sus requisitos no se tomaron en consideración, prosigue Rašek.

Antonín Rašek,  foto: Universidad Carolina
“En problema fue que la Constitución no aseguraba a los eslovacos la independencia en un futuro. Al final, Eslovaquia se separó en 1939 y formó un Estado independiente con tendencias fascistas, bajo la responsabilidad del entonces presidente Jozef Tiso”.

Hasta el año 1918, las Tierras Checas contaba con una tradición monárquica, que tenía casi un milenio de antigüedad. Antonín Rašek explica por qué se optó finalmente por formar una república.

“El político Karel Kramář estaba casado con una aristocráta rusa y se consideraba la opción de que Checoslovaquia tuviera de jefe de Estado un noble ruso. No obstante, aquí no existía un trasfondo fuerte a favor de la monarquía. Los que más se esforzaron por la autonomía de Checoslovaquia eran los países aliados del Occidente. La resistencia se formó en Francia, Gran Bretaña y en EE.UU, que dieron espacio para su surgimiento. Como la libertad y la autonomía llegaron desde Occidente, pues qué formar si no una república”.

Rašek opina que el pueblo checo no habría aplaudido el restablecimiento de la monarquía antes ni lo haría en la actualidad.

“La idea de la monarquía no fue exitosa porque somos una nación plebeya, en el buen sentido de la palabra. Estamos orientados contra la aristocracia, cuyos miembros se ganaron su estatus gracias a sus familias. No tenemos una buena relación hacia la aristocracia, y por tanto, ni hacia la posibilidad de que aquí en sea instaurada una monarquía en el futuro”.

“El fin del Imperio Austrohúngaro fue una catástrofe geopolítica”

Casi un siglo después del desmoronamiento de la monarquía en el territorio checo suenan voces a favor de su restablecimiento. El máximo partidario de esta idea es Corona Checa – el partido monárquico de Chequia, Moravia y Silesia, que se formó en en 1990, un año tras la caída del comunismo. El punto central de su programa político se basa en el restablecimiento de la monarquía por medio de herramientas democráticas, como por ejemplo un referéndum.

El presidente de Corona Checa, Václav Srb, explicó a la Radiodifusión Checa por qué los integrantes de su partido lamentan el desmoronamiento del Imperio Austrohúngaro.

 Václav Srb,  foto: ČT
“En nuestros documentos lo señalamos como una catástrofe geopolítica, que sometió al Viejo Continente bajo la férula de Alemania y de la Unión Soviética. Al mismo tiempo hay que destacar que nuestro programa incluye el restablecimiento de la monarquía solamente en el territorio checo, ya que cualquier otra intención más allá de las fronteras representaría una intervención en los asuntos internos de otros países”.

“Es imposible instaurar la monarquía en Chequia”

Por su parte, el politólogo Tomáš Lebeda, de la Universidad de Palacký de Olomouc sostiene que el esfuerzo en restablecer la monarquía en el territorio checo no es relevante, debido a la falta de demanda por parte de los ciudadanos.

“Creo que aquí no existe ninguna nostalgia por el Imperio Austrohúngaro, puesto que los checos no se identificaban con su forma de gobernar. Desde mi punto de vista, una monarquía tiene importancia cuando el pueblo se identifica con ella, es decir, cuando es estable y continua. Los políticos cambian, se eligen diputados de derechas y de izquierdas, pero la institución de la monarquía se queda. Precisamente por esto es imposible volver a instaurar la monarquía, porque una monarquía restablecida no cumpliría con esto. Hoy día el monarca no tiene ninguna competencia constitucional, no es un político con poder, la importancia de la monarquía es solamente social”.

No obstante, Lebeda lamentaría si un día las monarquías europeas desaparecieran, explica.

Tomáš Lebeda,  foto: ČT
“Creo que los países con el sistema de monarquía parlamentaria funcionan en muchos aspectos mejor que las repúblicas parlamentarias. Creo que en el caso de la República Checa, la institución presidencial no es eficaz. Contamos con un poder ejecutivo de dos cabezas, el Gobierno por una parte, el presidente por otra. Entre ambos se desarrolla una lucha por el poder. Esto no sucede en las monarquías parlamentarias modernas, ya que los monarcas saben muy bien cuál es su lugar, se dan cuenta de que es un estatuto simbólico, y que realmente no tienen poder”.