Se traslada el relicario del emperador Carlos I a la catedral de San Vito de Praga

El relicario de Carlos I se incorporó a la catedral de San Vito en el Castillo de Praga

Con motivo del centenario de la muerte del rey Carlos I, último emperador austrohúngaro, se llevó a cabo una ceremonia en la que se incorporó uno de sus relicarios a la catedral de San Vito en el Castillo de Praga. Este forma parte ahora de los símbolos patrios más sagrados del país, que integran el tesoro de San Venceslao.

Carlos I | Foto: Wenzl Weis,  Wikimedia Commons,  public domain

Carlos I fue el último emperador del Imperio austrohúngaro y rey de Bohemia. Beatificado por el papa Juan Pablo II, es considerado un hombre de Estado ejemplar para los cristianos. El pasado domingo, en una solemne ceremonia a la que no faltaron personalidades como el archiduque Carlos de Austria o el encargado de negocios del nuncio apostólico en la República Checa, Giuseppe Silvestrini, un relicario perteneciente al rey Carlos I fue incorporado a la colección de la Catedral de San Vito en el Castillo de Praga como parte del llamado tesoro de San Venceslao, que incluye el cráneo del patrono del país, y el de su abuela, Santa Ludmila, y el relicario de San Adalberto. La colección representa los símbolos patrios más emblemáticos de la nación.

Según el representante de los Caballeros de San Jorge en la República Checa, Milan Novák, el objeto contiene parte de una costilla del monarca.

Milan Novák | Foto: Česká televize

“Al momento de la beatificación de Carlos I, se abrió su tumba y se recogió una de sus costillas. Luego, el hueso fue trasladado al Vaticano, donde se colocaron piezas individuales de la costilla en relicarios. Son estos elementos los que ahora se utilizan para honrar y adorar al monarca como un cristiano beatificado”.

El rey falleció en 1922 a la edad de 34 años en la isla de Madeira, donde se encontraba exiliado. En 2004, el papa Juan Pablo II lo beatificó en una ceremonia realizada en el Vaticano y en la que se lo definió como un estadista cristiano.

El relicario de Carlos I se incorporó a la catedral de San Vito en el Castillo de Praga | Foto: Kateřina Šulová,  ČTK

Novák opina que los esfuerzos realizados por el rey para restablecer la paz durante la Primera Guerra Mundial han cobrado un renovado valor en los tiempos actuales. Los tiempos de su gobierno no fueron fáciles, detalla Novák.

“Heredó un imperio multiétnico de 50 millones de personas en el centro de Europa en un momento en el que se desataba una matanza mundial. Cristiano de corazón y alma, no podía aceptar lo que sucedía, por lo que hizo un gran esfuerzo para poner fin al conflicto. También trató de aliviar la carga de la guerra sobre la población en general. El Imperio austrohúngaro fue el primer país del mundo en buscar soluciones institucionales para los conflictos bélicos. Carlos I fundó el Ministerio de Salud y el Ministerio de Asuntos Sociales. Se trató de la primera iniciativa de este tipo en en el mundo”.

Carlos Habsburg-Lorraine | Foto: Kateřina Šulová,  ČTK

El monarca asumió el poder el 21 de noviembre de 1916, sucediendo al emperador Francisco José, y gobernó durante menos de dos años, momento en que se disolvería el estado de los Habsburgo. Aunque nunca fue oficialmente coronado como rey de los checos, vivió en Bohemia durante algunos años, antes de convertirse en príncipe. Novák narra aquellos momentos.

“Pasó cuatro años de su vida en el castillo de Brandýs nad Labem, donde se mudó en 1908 después de ser comisionado como oficial de dragones. Vivía cerca de Stará Boleslav, lugar en donde se produjo el martirio del santo patrón checo, el príncipe Venceslao. Como católico practicante, conoció mucho la tradición checa y se identificó con ella. Y también hablaba muy bien el idioma checo”.

El relicario de Carlos I se incorporó a la catedral de San Vito en el Castillo de Praga | Foto: Kateřina Šulová,  ČTK

Con la ayuda de otros políticos de la época, que se mostraban a favor de lo que decidieron llamar una “monarquía moderada”, Carlos I intentó recuperar su trono luego de la disolución del Estado que gobernaba, pero el movimiento liderado por Tomáš Garrigue Masaryk, determinado en su postura independentista, frustró el proyecto. La influencia del antiguo imperio no volvería a dominar Europa Central.

Sin embargo, sus herederos continúan dando muestras del interés por la familia en el futuro de la región. Otón de Habsburgo-Lorena, uno de los ocho hijos que el monarca tuvo junto a su esposa Zita de Borbón-Parma, llegó a convertirse en un reconocido defensor de la unidad europea.