La inventiva de los checos sigue creciendo: el número de patentes llega aun nuevo récord
La Oficina de Propiedad Industrial de la República Checa otorgó el año pasado 781 patentes, la mayor cifra de los últimos 20 años. Entre los nuevos inventos encontramos desde un método para transformar las plumas en abono hasta un helado con sabor a queso fermentado.
Un ejemplo es el método de transformar plumas en líquido, desarrollado por el Instituto de Procesos Químicos de la Academia de Ciencias. La idea es aprovechar las 200 toneladas de plumas generadas cada día como residuo por las granjas avícolas del país. De acuerdo con una de sus inventoras, Olga Šolčová, el líquido resultante tendría aplicaciones en la agricultura.
“Es posible añadirlo como nutriente a la comida de otros animales de granja, como bóvidos o cerdos. Al mismo tiempo se puede usar directamente como alimento para los alevines. Cuando se echa en el agua, los peces se lo comen. También estamos probando si este líquido es apropiado para proteger y apoyar el crecimiento de las plantas”.
Los sectores favoritos de los inventores checos son el transporte, la construcción, la salud y también el entretenimiento. No hace falta además ser científico para venir con una nueva idea. Otra de las patentes más destacadas del año pasado es la del helado del queso fermentado checo conocido como “tvarůžek”.Su autor es Roman Činčara, propietario de una pastelería en Loštice na Šumpersku.
“Somos una cafetería de Loštice y estos quesitos son lo que atrae a todos los turistas. Cuando decidimos que íbamos a hacer nosotros mismos todos nuestros helados, se daba por supuesto que íbamos a hacer uno de tvarůžek. Lo patenté para no tener competencia ni aquí ni por ejemplo en Olomouc”.
El precio de la patente, según su alcance
Contar con una patente no es algo gratuito. Solo la solicitud cuesta unos 22 euros. En caso de que sea aceptada hay que pagar una tasa anual, explica el director de la Oficina de Propiedad Industrial, Josef Dvornák.
“En el caso de que se conceda la patente, lo que sucede en el 50% de las solicitudes, se paga una tasa de mantenimiento, que al principio es de 37 euros al año y luego va subiendo. En el último año de los 20 que dura la patente, esta tasa asciende a 900 euros”.Estos son los precios de una patente que cubra solo la República Checa. En caso de que la patente tenga validez internacional, las tasas se disparan, prosigue Dvornák.
“La diferencia consiste principalmente en dónde tiene validez la patente, el territorio que cubre. Como es de esperar cuanto más territorio, más cara. Pero eso es parte de la estrategia, de donde quiere uno que sus derechos estén protegidos, dónde está la competencia, adónde se quiere uno expandir”.
De acuerdo con Dvornák un error común es pedir la patente solo para Chequia, lo que deja abiertas las puertas a que un empresario extranjero robe la idea y le saque provecho económico en otros países sin beneficio para el inventor.