¿Hacia dónde estás nadando, Gaston?
"¡Hola! Les saludo con la aleta batiendo, y pregunto: ¿Quieren platicar un momentito conmigo? Es que me gustaría contarles una historia que realmente pasó. Una historia por la que literalmente pasé nadando. ¡Y yo soy un excelente nadador! Es que soy oso marino, el oso marino de El Cabo del jardín zoológico de Praga. ¡Quizá ya hayan escuchado de mí! Me llamo Gaston".
Así empieza el gracioso libro infantil sobre el célebre oso marino Gaston, que durante las riadas de agosto de 2002 logró escapar del zoo inundado, y por las aguas de los ríos Vltava y Elba llegó hasta Alemania. Luego lamentablemente murió en el camino de regreso a Praga. Con la autora del libro, Michaela Voldrichová, que cuidó de Gaston durante varios años, conversamos en esta A toda marcha.
Michaela cursó la carrera de inglés y portugués. Posteriormente se dio cuenta de que lo único que la interesaba eran los animales. ¿Y dónde encontrar en una capital como Praga animales? Se dirigió al jardín zoológico para trabajar como cuidadora. ¿Fue tan fácil?
"No. Como tenía formación universitaria y fue antes de la Revolución de Terciopelo, tuve que trabajar un año como secretaria porque no me dejaron ejercer una profesión obrera. Luego cambió el régimen, yo empecé a cuidar jirafas, pero cogí la fiebre de heno. Entonces me mandaron al sector de las aves fluviales y allí recibí cuatro cachorros de oso marino de Sudáfrica", cuenta Michaela.
Uno de ellos era el machito Gaston. "El oso marino más famoso del planeta", dice Michaela bromeando. ¿Cómo se acuerda de los años con Gaston?
"Gaston fue una personalidad extraordinaria. Aunque parezca ridículo decir eso de animales, él tenía carisma. Lo cuidé desde 1991 intensamente durante siete años antes de iniciar mis vacaciones de maternidad. Fueron muchísimas horas de comunicación común que se convirtió en algo que ya no puede llamarse relación hombre - animal, sino más bien relación pareja - pareja".
¿Cómo transcurría el día de una cuidadora de osos marinos?
"Después de limpiar la piscina, dar de comer a los pingüinos y cumplir las demás obligaciones podía pasar el resto del tiempo entrenando a los osos marinos. Antes no se hacía, entonces yo tenía la libertad de organizarme los ejercicios a mi manera. ¡Fue algo magnífico! Por otro lado, también tremendamente agobiante, porque traten de inventar siempre algo nuevo y hacer mover a los animales para dar volteretas o rodar, lo que no es natural para ellos. Pero luego cambió, ellos mismos querían entrenar y se inventaban ejercicios más naturales - jugar con una piedrecita o deslizarse por una resbaladera".
Como a un buen actor a Gaston le gustaba el éxito. Cuanto más aplausos recibía, tanto más se esforzaba durante el espectáculo. El entrenamiento no carecía de situaciones divertidas.
"Tenía un cubo con peces como gratificación, y Gaston, claro, sabía robármelo, autoservicio. Cuando sujetaba el cubo en las manos, él sólo comía y yo tenía miedo de apartarlo. Pues, conseguí una abrazadera para el cubo y lo ponía a la altura. Pero Gaston se alzaba apoyado en su cola y seguía comiendo. Al final cubrimos el cubo con una tapa a rosca con un agujero para la mano. ¡Por fin, victoria!!, pensaba. Después de un par de entrenamientos, Gaston metió el cubo al agua, se sumergió, balanceó con el cubo hasta colocárselo en la nariz aguardando los peces que le fluían por el agujero directamente a la boca abierta. Luego me echó el cubo vacío a la orilla y se fue contento".
Los animales atraían a Michaela siempre. "Y me van a atraer también en el futuro", subraya la madre de tres hijos pequeños. Después de acabar sus vacaciones de maternidad, quisiera volver a dedicarse profesionalmente al cuidado de animales.
"En el jardín zoológico me fascinaban los póngidos. Pero ahora me atrae más la cara libre de la naturaleza, y sobre todo la comunicación con los mamíferos marinos - ballenas, delfines, orcas. Observarlos en el espacio libre, en el océano, en Portugal, por ejemplo ... Tengo que realizarlo un día".
Si uno va detrás de su sueño, se cumplirá, dice Michaela Voldrichová. ¿Qué opinan Uds., amigos?