El viajero - aventurero Frantisek Cech - Vysata recorrió Sudamérica palmo a palmo
Frantisek Cech-Vysata, que vivió entre 1881 y 1942, fue uno de los viajeros-aventureros checos más interesantes. Durante casi treinta años vivió en América del Sur, ganándose el pan de todas las maneras posibles. Frantisek Cech- Vysata recorrió Sudamérica palmo a palmo.
Frantisek Cech - Vysata nació en un pueblo cercano a la ciudad de Prachatice, en Bohemia del Sur. En sus venas corría sangre de aventurero. Siendo aprendiz de tonelero, se fugó de la casa paterna y con los tripulantes de una balsa viajó río Vltava abajo hasta Praga.
Con su padre, un típico albañil y músico de Bohemia del Sur, iba a buscar trabajo a Viena. Un desafortunado matrimonio hizo que Cech-Vysata decidiera buscar una nueva vida en el otro lado del Atlántico.
En marzo de 1910 partió a bordo del buque Gotha rumbo a América del Sur. Primero hizo escala en los puertos brasileños de Rio de Janeiro y Santos y en abril de 1910 desembarcó en Buenos Aires.
Con un grupo de obreros remontó el río Paraná rumbo a las regiones meridionales del Chaco. En las duras condiciones del norte argentino no encontró trabajo y con sus compañeros regresó a través de las ciudades de Resistencia y Rosario a Buenos Aires donde se ganaba la vida cantando y tocando el acordeón.
Frantisek Cech-Vysata se asentó en la ciudad de Campaña, situada al noroeste de Buenos Aires. Trabajó un año como tonelero, pero a finales de 1912 decidió emprender un viaje a la parte central de La Pampa. Cech- Vysata se instaló en la ciudad General Acha de la cual salía a trabajar en las estancias de los alrededores. Posteriormente ofrecería en su libro "La Pampa arde", de 1927, una descripción dramática de un incendio en La Pampa.
Al cabo de cuatro años de la estadía en Argentina, Cech-Vysata empezó a echar de menos a su patria. Vendió todos los trofeos de cazador obtenidos en La Pampa y regresó a Bohemia.
Fracasados los intentos de reanudar la vida marital con su eposa, Frantisek Cech-Vysata retornó en 1914 a Argentina. En el pequeño pueblo San Carlos Sud, cerca de Santa Fe, se enteró del estallido de la guerra en Europa. Abandonó el buen puesto de trabajo que tenía en una fábrica cervecera y tras una escala en Buenos Aires viajó a la ciudad brasileña de Porto Alegre. Enfermo, se trasladó a Rio de Janeiro donde trabajaría un año y medio en una cervecería.
En 1917 Frantisek Cech-Vysata estaba de vuelta en La Pampa argentina. Volvió a asentarse en General Acha y en las tierras de La Pampa se dedicaba a la caza. Posteriormente realizó un viaje a San Carlos Bariloche y al lago de Nahuel Huapi. Desde allí regresó a General Acha y después se incorporó a la comunidad de los compatriotas checos en Buenos Aires. Un año y medio Cech- Vysata trabajaría en la fábrica de cerveza Quilenes que a su juicio producía la mejor cerveza de toda la Sudamérica.
La sangre aventurera impulsó a Cech-Vysata a desplazarse a una estancia cerca de la ciudad de Bahía Blanca y en junio de 1918 viajó de nuevo al Chaco Austral. Los agobiantes calores lo obligaron a buscar un clima más favorable en Santa Fe y Córdoba. Después pasaría dos años en Lavalle, en las inmediaciones de Buenos Aires antes de emprender un nuevo viaje.
Terminado el trabajo en la fábrica cervecera Pilsen viajó por el río Paraná a Posadas donde los acogieron los compatriotas checos. Con su ayuda recorrió las florestas de los alrededores y visitó los restos de las reducciones jesuitas Jesús y Trinidad. Y enseguida empezó a preparar su viaje a los Andes.
En marzo de 1923 Frantisek Cech-Vysata llegó en tren a la ciudad argentina de Mendoza, al pie de los Andes, y desde allí continuó su viaje a Chile donde visitó Santiago, Valparaíso y Antofagasta. Cech-Vysata se asentó en la pequeña ciudad de Limache donde trabajó en una fábrica cervecera.
En diciembre de 1923 decidió viajar al sur de Chile. Desde Valparaíso se dirigió a La Concepción y Valdivia, y después de una breve escala en Punta Arenas emprendió un viaje a la Tierra del Fuego. Desembarcó en Ushuaia, la ciudad argentina más austral, que en aquel entonces albergaba una colonia penal.
Cech-Vysata vivió durante cinco meses en la parte chilena de la Tierra del Fuego hasta que el invierno lo obligara a embarcarse rumbo a Buenos Aires. De regreso en Argentina, aceptó el puesto de contable en la estancia Álvarez, en el norte del país. Una vez ganado el dinero necesario, se fue a Tucumán. En marzo de 1925, su inquieta sangre llevó a Frantisek Cech-Vysata a Bolivia.
Cech-Vysata llegó a la ciudad boliviana de Oruro. Seis semanas trabajó en la pequeña fábrica cervecera Calacala. Visitó La Paz, el lago Titicaca y después Cuzco, en Perú.
Por ferocarril se desplazó a Arequipa y Mollendo y a lo largo del litoral del Pacífico viajó a El Callao y Lima. Después se embarcó en un buque rumbo a Europa. En enero de 1926 Cech-Vysata bajó del tren en la estación de Wilson, en Praga.
La estancia en la patria duró poco tiempo. En septiembre de 1927 Frantisek Cech-Vysata desembarcó en Rio de Janeiro donde empezó su peregrinaje por las tierras brasileñas que lo llevó a Santos, Sao Paulo y Curitiba. Después fue llamado a trabajar en Rio de Janeiro, en la fábrica cervecera Brahma, donde permaneció tres meses.
El anhelo de conocer otras tierras sudamericanas llevó al infatigable aventurero a viajar a Porto Alegre, Santa Angela y Guaraní, llegando hasta las cataratas del Iguazú.
Al dirigirse a Asunción, en 1928 estalló el conflicto entre Paraguay y Bolivia por la posesión del Gran Chaco. Cech-Vysata cambió de rumbo. Trabajó cuatro meses en la cervecería de la ciudad brasileña de Corumbá antes de emprender un viaje por los Estados de Matto Grosso, Santa Catarina y Rio Grande do Sul. Varios años residió en Porto Alegre, trabajando, como de costumbre, en una fábrica de cerveza.
Frantisek Cech-Vysata se marchó de Porto Alegre en 1932 para realizar su último gran periplo sudamericano. En un buque viajó a Rio de Janeiro, San Salvador y Recife. Desde allí se dirigió al puerto de Belém y por el Amazonas llegó a las ciudades de Almeirim, Santarém, Óbidos y Manaus. Quiso continuar por el río Purus hasta la ciudad de Rio Branco, pero las dificultades de la navegación lo obligaron a regresar a Manaus.
Y desde Manaus se dirigió a Belém donde se embarcó en 1937 rumbo a su patria después de haber pasado en Sudamérica casi treinta años.