San Venceslao
Les invitamos a escuchar un programa especial preparado con motivo de la fiesta nacional de San Venceslao, patrono checo, que se celebra el 28 de septiembre.
San Venceslao, patrono de las tierras checas, príncipe Premislita y el cuarto gobernador de esta casa noble en el país. ¿Cómo vivió, cuándo nació y cuándo murió? Ningún detalle de su vida está comprobado históricamente aunque sobre San Venceslao fueron escritas decenas de libros. Lo cierto es que no se trata de un personaje de ficción sino de un hombre que realmente existió.
San Venceslao - Vesteslav en el idioma eslavo antiguo, Vjaceslav en el checo antiguo, nació probablemente en el año 903 como el hijo mayor del príncipe checo Vratislao I y su esposa Drahomíra.
Antes de que fuera enviado a las escuelas el jovencito, quizá de 7 años de edad, tuvo que someterse a un "corte de cabello", ceremonia religiosa practicada por las iglesias del Este. Luego, pudo empezar a estudiar. Su padre, el príncipe Vratislao, que deseaba dar a las tierras checas un heredero sabio, mandó a su primogénito al cercano castillo de Budec, al oeste de Praga, lugar donde se encontraba la primera escuela checa en la historia.
Al noreste del castillo de Budec en una colina pueden encontrar hoy una piedra larga que es llamada "lecho de San Venceslao". La leyenda cuenta que en esta piedra el joven Venceslao solía descansar al estudiar en Budec.
Ya cuando joven, Venceslao cuidaba a su prójimo - ayudaba a los pobres, daba de comer a los hambrientos, se encargaba de los huérfanos, ayudaba en las misas. Durante las cosechas, él mismo cortaba el trigo, lo trillaba y molía para preparar luego la masa para las hostias. También ayudaba a preparar el vino de consagración.
En 921 muere el príncipe Vratislao. Venceslao, según algunas fuentes, apenas había cumplido los 18 años. Siendo menor de edad no pudo asumir el trono, del gobierno se encargó su madre Drahomíra.Las leyendas cuentan que Drahomíra tenía celos de Ludmila, la abuela de Venceslao, que había educado a su nieto en la fe cristiana y mantenía con él una relación cariñosa. Ludmila abandonó Praga para no representar ningún obstáculo para su nuera y se refugió en el castillo de Tetín. Allá la encontraron los asesinos Tunna y Gommon enviados por Drahomíra y la estrangularon. En vano Ludmila les pidió que utilizaran la espada para que puediera morir como una mártir.
En 922 el duque baviero Arnulf emprendió una campaña contra Bohemia. Capataces de algunas estirpes nobles checas se sublevaron contra los Premislitas. Fue el duque Radislav Zlický quien probablemente invitó a Bohemia al duque baviero Arnulf para apoderarse, con su ayuda, de parte de los bienes pertenecientes a los Premislitas.
En 923 el príncipe Venceslao asumió el gobierno del país. Consejeros insinuaban a Venceslao que su madre Drahomíra y su hermano menor Boleslao urdían planes para matarlo. Venceslao expulsó a su madre al castillo de Budec. Más tarde se reconciliaron y Drahomíra volvió a Praga.
Venceslao era un monarca moderado y pacífico, lo que algunos consideraban como cobardía. Bajo su gobierno el país florecía. Desmontaba las horcas, ponía en libertad a los presos. Desde 929, probablemente, pagaba cada año un tributo regular al emperador alemán Enrique I el Pajarero, consistente en 120 bueyes y 500 óbolos de plata, hecho que le aportó desprecio y reproches siglos más tarde.
Sobre el carácter pacífico de Venceslao habla la siguiente leyenda:
"El noble Radislav Zlický organizó un enfrentamiento armado contra Venceslao cerca del pueblo Stolmíre, en las cercanías de Ceský Brod en Bohemia Central. Venceslao se presentó al campo de batalla, pero como no quería derramar la sangre de gente inocente, decidió poner en juego su propia vida. Invitó a Radislav a combatir sólo ellos dos como caballeros, ante los ojos de ambos ejércitos. El que ganaba se convertiría en el futuro soberano de Bohemia. Radislav aceptó. Al iniciarse la lucha aparecieron por encima del casco de Venceslao una cruz y a su lado ángeles que amenazaban al duque. Radislav se asustó, bajó del caballo, se puso de rodillas ante el príncipe y le pidió perdón. Y Venceslao lo perdonó".
Pero Venceslao no era sólo un santo, sino también un hombre de carne y hueso. En una leyenda se dice que el príncipe fue obligado a tener una relación sexual con una mujer y ésta le dio un hijo llamado Zbraslav. Posteriormente esta mujer desconocida le fue infiel a Venceslao con su sirviente. El príncipe los sorprendió, les prohibió a los dos hablar de lo ocurrido y luego les permitió que contrajeran nupcias.
Pero volvamos a los acontecimientos políticos. Boleslao no estaba contento con el modo de gobernar de su hermano mayor. Empezó a fraguar un plan para desprenderse definitivamente de su rival.
Boleslao invitó a Venceslao a la fiesta de bautizo de su hijo Strachkvas a la ciudad de Stará Boleslav. Según otras fuentes, Venceslao llegó al lugar por interés propio ya que estaba acostumbrado a visitar regularmente las iglesias.
Es domingo, 27 de septiembre de 929, o ¿935?, el príncipe Venceslao asiste al festín, celebrado en la casa de Boleslao. Al día siguiente, el 28 de septiembre, en la madrugada, Venceslao se dirige a la iglesia de San Cosma y San Damián de Stará Boleslav. En el camino lo ataca Boleslao con una espada pero Venceslao es más fuerte y lanza al hermano a la tierra. En ese momento pudo matar a Boleslao, pero no lo hizo.
Seguidamente aparecen en escena los asesinos Tito, Cista, Tuza y Hnevsa. Tuza hirió a Venceslao en el brazo, el príncipe corrió a la iglesia para esconderse. En la puerta lo alcanzaron Tiro y Cesta. Hnevsa le espetó la espada por la cadera. Venceslao se hundió en la tierra en charcos de sangre. Muerto el príncipe y gobernador, nació una leyenda.
Hace un par de años el Gobierno checo estipuló que el 28 de septiembre, día de la supuesta muerte de San Venceslao, se celebraría como la fiesta nacional dedicada al patrono checo. ¿Una fiesta nueva sin tradición?
En la iglesia la fiesta de San Venceslao se celebraba siempre, aunque no fuera reconocida como una fiesta estatal, recuerda la señora Marie Skotnicová, que frecuentaba antes de la Segunda Guerra Mundial una escuela religiosa para muchachas. Las hermanas que allí enseñaban procedían de Bohemia del Sur y eran grandes patriotas.
"Siempre se celebraba con mucho respeto y brillo, cantándose mucho. En la escuela nos relataban de San Venceslao las hermanas, diciéndonos que era un hombre excelente, generoso y bueno. Por eso, quizá, sabíamos de él más que los alumnos de otras escuelas. En casa no se hablaba mucho de San Venceslao. Aquí en Moravia, como nuestros patronos eran considerados más bien San Cirilo y San Metodio", relató Marie Skotnicová.
Cuando en 1929 se celebró el milenario de la muerte de San Venceslao el director del coro de la escuela de la señora Marie compuso una canción en honor del patrono checo y la enseñó a sus alumnas.
"San Venceslao, príncipe checo, escucha, levantamos nuestras cabezas hacia ti, al imperio sobre las estrellas. Hace mil años que eras nuestro príncipe. Durante esos mil años muchas penas aplastaron tu tierra. Pero tu las conocías, estabas al lado de tu pueblo, no te olvidaste del país que amabas. San Venceslao, San Venceslao, te llama tu pueblo, retorna a tu tierra la bendición, retorna a tus hijos la calma", se dice en la canción.
En los tiempos malos el pueblo checo, y no sólo los creyentes, solía dirigirse a San Venceslao esperando que le venga en ayuda. Así fue en primavera de 1938, recuerda Marie Skotnicová los momentos que tuvieron un gran impacto en ella.
"Entonces era una muchacha, tenía unos 15 años ... Nos reunimos en el gimnasio de nuestra escuela. Había muchos niños. Allí aprendimos la canción compuesta con motivo del milésimo aniversario de la muerte de San Venceslao. Fue muy emocionante, estábamos todos un poco desconcertados, incluyendo nuestras maestras que estaban como un poco espantadas. Entonces ya se hablaba de los actos de presión que organizaban los alemanes en las regiones fronterizas. Medio año después, en agosto de 1938, fue convocada la primera mobilización, después de ser firmado el Tratado de Munich el 30 de septiembre de 1938 perdimos las regiones fronterizas, y el 15 de marzo de 1939 invadieron nuestro país las tropas de Hitler".
También la señora Ruzena Nálepková testimonia qué importancia tiene en su familia la figura de San Venceslao.
"En nuestra familia, cuando se dice San Venceslao, siempre nos viene a la mente que es el patrono checo. Siempre cuando estábamos mal, recurríamos a San Venceslao", destacó la señora Ruzena.
Durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación por los nazis la gente checa no dejaba de cantar, y muchas veces con lágrimas en los ojos, el solemne "Canto de San Venceslao", composición religiosa que surgió probablemente ya en el siglo XII o XIII, según otras fuentes. En el siglo XIV lo cantaban los husitas que llevaban representado en la bandera a San Venceslao junto con la inscripción "¡Arriba a los alemanes, traidores de Dios"!
Con este canto fue iniciada la Exposición Nacional Checoslovaca, celebrada en Praga en 1895. El canto seguía sonando en las iglesias también en la época comunista.
"Si alguien quisiera prohibirlo tendría que entrar rápidamente desde fuera en la iglesia y decir: ¡No pueden cantarlo! Pero nunca nadie lo ha hecho, quizá los caciques comunistas ni sabían que ese canto existía y permanecía vivo", está convencida Marie Skotnicová.
San Venceslao no desapareció durante el régimen comunista de los libros de historia en las escuelas, pero sus capacidades de soberano eran más bien desprestigiadas, opina Marie Skotnicová.
"Decían que había pactado con el emperador alemán Enrique el Pajarero, que era su amigo ya que le había donado el brazo de San Vito, que era un santo alemán. Se lo reprocharon pero nosotros siempre estábamos bajo la influencia de esa zona occidental y según mi opinión, era quizá necesario porque el peligro húngaro que entonces nos amenazaba del Este era patente. El hecho de que tuvo que pagar el tributo de 120 bueyes y 500 óbolos de plata, lamentablemente fue quizá así, pero su hermano, el príncipe Boleslao que se opuso a ello, al final también se vio obligado a pagar el tributo".
¿Significa aún algo la figura de San Venceslao para la juventud checa de hoy? Nos contesta Jana, una joven de Praga:
"Si uno dice San Venceslao me imagino la estatua ecuestre en la Plaza de Venceslao en el centro de Praga. Esa estatua sí que es un símbolo de la nación para mí. Junto a ella se celebraron las grandes manifestaciones que decidieron sobre el destino de nuestro pueblo en la historia - en noviembre de 89, por ejemplo, cuando se derrumbó el régimen comunista, pero también en marzo de 1939 cuando desfilaron por allí las tropas de Hitler".
¿Y el hecho de celebrar el 28 de septiembre como el día de San Venceslao?
"Me parece bien que el 28 de septiembre se celebre como el día de San Venceslao. Pero, para decir la verdad, es otro día libre en el calendario, nada más. Y este año, además, cae en un domingo, mala suerte. Creo que a los checos de hoy no les interesa mucho quién era San Venceslao, la mayoría no sabrá que el 28 de septiembre fue estipulado como el día en que asesinaron al príncipe Venceslao. Sí, San Venceslao sigue siendo considerado patrono del país, pero es sólo por costumbre, creo. No nos dirigimos a él como a un salvador prepotente ni le pedimos milagros. Ya saben que los checos son considerados uno de los pueblos más ateos del mundo, así que en realidad, no entiendo mucho por qué nuestro Gobierno, hace dos o tres años fue, creo, decidió celebrar el 28 de septiembre como una fiesta".
Así como Jana, se muestra escéptica al respecto también Marie Skotnicová:
"Temo que para la mayoría de la gente joven San Venceslao no signifique absolutamente nada. La educación, y no sólo la educación religiosa sino también en cuanto al patriotismo se refiere, se ha descuidado durante el régimen anterior. Creo que mucha gente no tiene ni la menor idea. Es una fiesta, día libre, la gente sale a la montaña o se va a trabajar a sus huertos y jardines, etc. Pero, por otro lado, me parece que en las escuelas empieza a hablarse más de ello".
Tres años después de la muerte del príncipe Venceslao, sus restos mortales fueron trasladados de Stará Boleslav a la iglesia de San Vito de Praga. Cuando Venceslalo fue proclamado santo la iglesia de San Vito, la catedral de San Vito de hoy, se convirtió en el santuario nacional.
La capilla de San Venceslao en la catedral de San Vito de Praga guarda las reliquias relacionadas con el patrono de las tierras checas. Las paredes de la capilla están decoradas con piedras preciosas y retratos de San Venceslao. En la puerta a la capilla está fijado un anillo metálico enclavado en la boca de un león - según la leyenda el príncipe lo agarró cuando gravemente herido se moría ante las puertas de la iglesia de Stará Boleslav.
Tras un vidrio están depositados en la capilla el casco y la camisa de hierro de Venceslao. A la izquierda del altar está ubicado un tronco en el que Venceslao tallaba la madera al cocer las hostias para la misa.
De la capilla de San Venceslao una escalera nos llevará a la cámara donde están depositadas, tras una puerta con siete cerraduras, las joyas de la Corona Checa.
Sólo en años significativos el tesoro más valioso del país puede ser expuesto en público. Este año, a principios de julio, después de una pausa de cinco años la cámara abrió sus puertas y la preciosa corona de San Venceslao pudo lucir con toda su belleza.
Las muchedumbres que acudieron para verla confirman que los checos no se han olvidado por completo de los símbolos de su tierra. El tiempo mostrará si tendrán ganas de revivir la tradición de San Venceslao.