Praga, Ciudad de las Mil Torres
La capital checa suele ser apodada como "Praga de Oro" y "Ciudad de las Cien Torres". Los urbanistas explican que en las pasadas centurias Praga fue, efectivamente, una urbe dorada, y no sólo en el sentido figurativo. Las fachadas de sus edificios se enlucían con arena fluvial de color dorado. Cuando el sol poniente reverberaba en los granos de arena, las casas resplandecían como si fuesen de oro.Mientras que los siglos empañaron los destellos dorados de las fachadas de los monumentos de Praga, sus proverbiales "cien torres" siguen desafiando el tiempo. Y las hay más de cien.
Los historiadores suelen afirmar que el primero en caracterizar Praga como "Ciudad de las Cien Torres" fue a principios del siglo 19 el político austríaco Joseph von Hormayer... Entretanto, ya en un grabado de Praga del año 1649 se ven unas 150 torres.
Hoy en día pueden contarse en el panorama de la capital checa unas 500 torres. Y si se les suman también diversas torrecillas en las casas de apartamentos, su número llega a un millar. Más exacto sería entonces llamar a Praga "Ciudad de las Mil Torres".
Por su importancia y majestuosidad ocupa el primer lugar entre las torres de la capital checa la de la catedral de San Vito, en el Castillo de Praga, de casi cien metros de alto.
Hasta la altura de 58 metros, la torre es gótica. La construcción de esa parte empezó en 1398 y prosiguió hasta principios del siglo 15 cuando las obras fueron interrumpidas por las guerras husitas. La torre que adquirió su aspecto definitivo en 1770, es decir en la época barroca, está rematada por la efigie dorada del león heráldico checo, de tres metros de alto, que hace de veleta.
En el primer piso de la torre de la catedral de San Vito cuelga la gigantesca campana Segismundo, una de las más grandes de Europa. La campana Segismundo que pesa 18 toneladas, fue fundida a mediados del siglo 16 por el maestro campanero Tomás Jaros.
Si subimos otro piso más podemos contemplar las demás campanas de la catedral de San Vito. Muy valiosa es la de San Juan Bautista, fundida en 1546. Es una pieza magistral desde el punto de vista musical, plástico y acústico. En el piso siguiente se mueven los engranajes del reloj de la torre de San Vito. El mecanismo fue construido en 1591, durante el reinado del emperador Rodolfo II y sus campanadas acompañaron sucesos de trascendental importancia.
El reloj de la torre daba las nueve de la mañana cuando el 23 de mayo de 1618 acudían al Castillo de Praga los representantes de los estamentos checos decididos a castigar a los odiados virreyes Slavata y Martinic. Acabaron por defenestrarlos y su acto dio inicio al sangriento enfrentamiento entre los bandos católico y protestante que adquirió dimensiones europeas.
El 8 de noviembre de 1620 cuando el reloj de la torre de la catedral de San Vito daba las doce campanadas, en la cercana Montaña Blanca se iniciaba una fatal batalla cuyo trágico desenlace decidiría el destino del país por muchos siglos.
Las torres de la iglesia de Nuestra Señora de Týn, situada en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga, son quizás la pareja más bella de torres de la capital checa. La campana María que albergan, fundida por el maestro campanero Tomás Jaros, es la segunda campana más notable de Praga. Por su decoración se parece a la campana Segismundo, pero pesa tan sólo 6 toneladas y media.
Frente al templo, en el otro lado de la plaza, se alza la torre del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja de Praga que mide 70 metros y tiene cuatro pisos. El rey Juan de Luxemburgo otorgó en 1338 a los praguenses el permiso de construir la sede de la alcaldía y 26 años después empezó la construcción de la torre, una de las más antiguas torres de ayuntamiento en Europa. Su joya más preciosa es su reloj astronómico, construído en 1410 por el relojero real Mikulás de Kadan en colaboración con el astrónomo Jan Sindel, catedrático de la Universidad Carolina.
Al igual que la ciudad italiana de Pisa, Praga posee torres inclinadas. La torre del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja de Praga y una de las torres de la basílica de San Jorge, en el Castillo de Praga, se desvían 40 centímetros de la vertical.
La mayor inclinación se registra en la torre de agua Sítkovská que alcanza casi 70 centímetros. Dicha torre construída de piedra a finales del siglo 16 en la ribera derecha del río Vltava, abastecía con agua tres cuartas partes de la Ciudad Nueva de Praga, incluídas doce cervecerías.
Uno se pregunta cómo funcionaban esas torres de agua...Una rueda de molino, accionada por la corriente del Vltava, cogía el agua que las bombas subían a la torre en cuyo piso más alto estaba instalado un tanque del que salían cañerías de madera que suministraban el agua a las fuentes públicas.
La torre Sítkovská es la mayor torre de agua renacentista de la capital checa. Tiene ocho pisos, en el piso bajo el grosor de sus muros alcanza los dos metros. Durante la Guerra de los Treinta Años aguantó 200 impactos de balas de cañón de las tropas suecas. La torre Sítkovská distribuyó agua hasta el año 1913.
En la capital checa se han conservado varias torres de agua medievales. Es que Praga instaló en la Edad Media un magistral sistema municipal de distribuición del vital elemento, adelantándose a otras metrópolis europeas. En la Ciudad Nueva de Praga la primera red pública de distribución de agua funcionaba ya en el año 1348.
En la orilla derecha del río Vltava, cerca del Puente de Carlos, se yergue la hermosa torre de agua de la Ciudad Vieja de Praga. La primera torre de agua, construída de madera, fue levantada en ese lugar antes de mediados del siglo 14. En 1489 ya se alzaba en el solar una torre de piedra, en estilo gótico tardío.
Es la que podemos contemplar hoy en día, aunque con remodelaciones de las épocas posteriores. La torre de distribución de agua de la Ciudad Vieja de Praga funcionó desde el remoto año de 1489 hasta 1913.
En los últimos años, las torres de agua, antes abandonadas, son transformadas en apartamentos de lujo u oficinas. Las torres municipales, que en las pasadas centurias testimoniaban la opulencia de la ciudad y eran vigías de su seguridad, albergan en su interior cafeterías y galerías.
Al público se ha abierto también el campanario de San Enrique, una majestuosa torre de sillares levantada en el siglo 15. Hoy día se encuentra en una animadísima arteria céntrica. En su interior funciona una cafetería y los interesados pueden desde un nuevo mirador disfrutar del panorama de la ciudad que embellecen de manera tan singular sus torres ancestrales.