La espectacular maqueta de Langweil, que muestra cómo era Praga en el siglo XIX, vuelve a estar disponible al público
Luego de cinco años de refacciones, la sede principal del Museo de la Ciudad de Praga en Florenc vuelve a abrir sus puertas este verano. La mayor expectativa se centra en volver a ver, de un modo totalmente renovado, una de sus joyas más preciadas: el modelo Langweil, una impresionante maqueta de 20 m² que muestra al detalle cómo era Praga en el siglo XIX y hoy es el único registro histórico completo que existe del antiguo barrio judío antes de su demolición a principios del siglo XX.
Uno de los motivos que hacen de Praga una ciudad tan especial es que, a diferencia de muchas otras capitales de Europa, logró salir más o menos ilesa de la gran cantidad de guerras, bombardeos y catástrofes que fue atravesando a lo largo de su historia. Pero hubo alguien que fue un poco más a fondo en ese sentido y se le ocurrió inmortalizar la ciudad deteniéndola en el tiempo para mostrarla tal cual se la veía entre los años 1826 y 1837: el bibliotecario Antonín Langweil (1791-1837), en efecto, destinó toda su energía y recursos a la creación de una impresionante maqueta de la Ciudad de Praga, hoy conocida como el modelo Langweil. Realizada en cartón a lo largo de 20 m², el trabajo muestra con lujo de detalle buena parte de la ciudad histórica de Praga, unos dos mil edificios a escala 1:480. Aunque la maqueta ya era admirada por muchos eruditos en su época, Langweil nunca encontró un mecenas que financiara su obra y murió en la pobreza.
Hasta el más mínimo detalle
“Se trata de una maqueta única que muestra exhaustivamente cómo se veía Praga hace doscientos años”.
Kateřina Bečková
La buena noticia es que, luego de cinco años sin que el público pudiera tener acceso a ella, la sede principal de Florenc del Museo de la Ciudad de Praga acaba de anunciar que están concluyendo la reparación del edificio y muy pronto volverán a abrir sus puertas para mostrar, entre otras cosas, la célebre maqueta de Langweil, que es una de las joyas más preciadas de la institución, tal como nos cuenta su curadora Kateřina Bečková.
“Y ahora, a principios de este verano, se abrirá una nueva exposición y veremos la maqueta en un entorno completamente nuevo. Se va a exponer desarmada, lo cual es una rareza, porque normalmente se exhibe ensamblada con sus más de cincuenta piezas en una gran vitrina. Pero esa modalidad no permite ver todos los detalles, lo cual es una lástima teniendo en cuenta que se trata de una maqueta única en el sentido de que muestra exhaustivamente cómo se veía Praga hace doscientos años”.
La idea es que la maqueta se exponga fragmentada en unas diez vitrinas, pero cuidando, a su vez, las relaciones de contigüidad entre las piezas, lo cual permitirá apreciar cada uno de los detalles que Langweil añadió incluso en las fachadas. Aunque aún no se conoce la fecha exacta de reapertura del museo, ya está generando mucha expectativa la posibilidad de volver a ver esta maqueta que tiene la doble virtud de ser un gran registro histórico y, a la vez, una destacada obra de arte.
“Eso está relacionado con que su autor o creador, Antonín Langweil, en realidad quería ser artista. Él deseaba dibujar, pintar, hacer gráficos. Pero su talento no era tan grande como para destacarse como pintor y poder vivir de ello. Entonces se puso a buscar alguna forma de expresión artística y encontró esta disciplina, que es la creación de maquetas o modelos. Y yo creo que era algo que solo una persona entre un millón podía llegar a hacer porque no solo requiere ser hábil, sino también saber medir las casas, porque él no tenía ningún tipo de cámara de fotos”.
De hecho, cuenta Bečková que Langweil se ponía a caminar por la ciudad con un cuaderno en mano para poder dibujarla a tinta. En su opinión, uno de los aspectos más fascinantes del modelo es que reproduce incluso las colinas y elevaciones del terreno praguense mediante bloques de madera.
Con el sello de Český Krumlov
Antonín Langweil era el hijo de un trabajador de la cerveza y explica Bečková que si bien se encargó de inmortalizar con su maqueta a la actual capital del país, gracias a la cual pasó a la historia, es muy probable que haya entrenado esas habilidades en otra hermosa ciudad checa también muy famosa.
“Del antiguo barrio judío muestra cada uno de los rincones, recovecos y patiecitos traseros. Hasta el día de hoy, aún nos preguntamos cómo Langweil logró acceder al interior de esas casas y patios”.
Kateřina Bečková
“Él pasó su juventud y niñez en Český Krumlov. Incluso en el castillo porque los Schwarzenberg tenían allí una especie de escuela, una escuela secundaria diríamos hoy, para los hijos de sus empleados, quienes luego continuaban al servicio de los Schwarzenberg. Langweil asistió a esa escuela y aprendió una serie de disciplinas técnicas como geometría y matemáticas y, al mismo tiempo, tenía cierto talento artístico y una paciencia increíble. Así que todo eso se fue combinando con su carácter y habilidades a la hora de elegir ese trabajo que probablemente nadie más que él podría haber hecho”.
Bečková agrega que como Český Krumlov es una ciudad por la que también fluye el río Moldava y que tiene además su propio castillo en lo alto de una colina, es probable que en ese sitio él aprendiera a mirar la ciudad de la forma en que más tarde lo haría con Praga. En la actualidad, el modelo Langweil tiene el enorme valor agredido de ser el único registro histórico que muestra al detalle el barrío judío de Praga, del que hoy solo quedan el antiguo cementerio y algunas sinagogas.
“Es algo absolutamente único, porque si bien se sacaron fotos cuando se demolió el barrio judío entre finales del siglo XIX y principios del XX, el lugar se había ido transformando a lo largo de las décadas y además eran fotos en blanco y negro y ni siquiera estaban todas las casas. Aquí en cambio lo tenemos todo: cada uno de los rincones y recovecos, los patiecitos traseros. Hasta el día de hoy, aún nos preguntamos cómo Langweil logró acceder al interior de esas casas y patios. Y en los pocos lugares que se conservan podemos comprobar que el modelo es exacto. Por supuesto, que siempre puede haber una ventana en algún lugar distinto, pero no lo culpamos por eso”.
Toda una vida al servicio de la maqueta
Es decir que, en pleno siglo XXI y, gracias a la maqueta de Langweil, es posible pasear por ese antiguo barrio judío que ya no existe y tan bien describe, por ejemplo, Meyrink en su novela El Golem. Pero todo tiene sus límites y hay que tener en cuenta que el modelo no muestra, en cambio, algunas zonas que en la actualidad son parte fundamental de Praga como, por ejemplo, Petřín y Strahov. Entre otros motivos, porque, tal como suele ocurrir, la vida de Langweil terminó un poco antes de lo que él hubiera deseado.
“Él planeaba continuar trabajando con la maqueta, aunque también es cierto que, en esa época, en la colina de Petřín no había casi nada, así que tampoco importaba mucho. Pero la zona de Strahov, por ejemplo, sí la tenía a medio hacer e incluso están los dibujos que él realizó en el terreno, pero no llegó a agregar eso a la maqueta”.
Hace ya varias décadas que la historiadora Kateřina Bečková trabaja en el Museo de la Ciudad de Praga y 35 años que está a cargo de esta maqueta. Con tanto tiempo de trabajo e investigacion se convirtió en una verdadera especialista en el tema, a tal punto que incluso publicó un libro en el año 1996 sobre la obra, la vida de su creador y los cambios en la ciudad de Praga a lo largo de esos años. Aunque el texto ya no se consigue en librerías, anuncia que, en coincidencia con la reapertura del museo, pronto publicará una nueva obra sobre esta valiosa maqueta que, en su momento, perteneció al Museo Nacional.
“Cuando Langweil murió, su viuda ofreció la maqueta al emperador Fernando V que lo compró y lo donó al Museo Nacional. Así fue como llegó allí en 1840. Y en 1954, es decir, más de cien años después, el Museo de la Ciudad de Praga mostró interés por adquirirla, el Museo Nacional aceptó y, desde entonces, la maqueta ha estado con nosotros. El problema es que, con más de un siglo de existencia y tantos movimientos, la obra estaba muy dañada, por lo que tuvo lugar una gran restauración”.
Esa remodelación se extendió durante el lapso de ocho años en los sesenta. A partir de la década siguiente, la maqueta estuvo expuesta en el edificio principal del museo de la Ciudad de Praga en Florenc que, luego de cinco años de reparaciones, volverá a abrir sus puertas. Sin lugar a dudas, una de las piezas que más expectativas genera es esta notable maqueta de Praga, que tanto locales como extranjeros van a poder disfrutar con todo el tiempo del mundo y, sobre todo, sin tener que lidiar con las hordas de turistas que, a diario, suelen concentrarse y dificultar el paso en algunos de los sitios magistralmente retratados por Langweil como el Castillo o el Puente de Carlos.
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