Emil Holub, explorador de Africa
El explorador y científico checo, Emil Holub, fue uno de los peritos europeos que en el siglo XIX ayudaron a la ampliación de los conocimientos en Europa sobre la flora, la fauna y los habitantes de Africa. Parte de sus colecciones, conservada en el Museo Náprstek de Praga, sirve hasta hoy a los ciudadanos checos de fuente de información sobre el sur del continente negro.
En el Museo Náprstek de las Culturas Asiáticas, Africanas y Americanas, en Praga, tienen lugar actualmente dos exposiciones especiales. Ambas rinden homenaje al explorador checo, Emil Holub, cuyo 155 aniversario de natalicio y centenario de su muerte recordamos este año.
Mientras que una de las muestras documenta la profunda relación del científico checo con el continente africano y sus habitantes, la segunda acerca a Emil Holub de manera más íntima.
"Nuestro objetivo fue presentar a Emil Holub desde un ángulo personal y no sólo como a un admirado explorador como se lo imaginan las personas que leen sus libros de viajes. Quisimos que los visitantes de la exposición, además del trabajo de Holub, conocieran también su vida personal, su forma de ser, sus amores", señaló la autora de una de las muestras, Milena Secká.
Visitando la exposición, vamos conociendo así detalladamente la vida y obra del científico checo Emil Holub, quien nació el 7 de octubre de 1847 en la localidad de Holice, a unos 100 kilómetros al este de Praga. Estudió medicina, siguiendo el ejemplo de su padre, aunque desde muy temprana edad estaba decidido a dedicarse a la exploración de tierras lejanas.
En cierta ocasión, Emil Holub, había contado que el continente africano le atraía desde que, siendo todavía un niño, encontró en la biblioteca de su padre un libro con dibujos de los habitantes de Africa, que le impresionó mucho.
Al concluir los estudios de medicina, Emil Holub emprendió en 1872 su primer viaje a Africa. Su deseo de viajar fue tan fuerte que incluso no vaciló en abandonar a su novia, Berta Nováková, a la que nunca más volvió a ver. Los recursos financieros de Holub eran escasos, por lo que para poder realizar la expedición, al llegar a Ciudad del Cabo tuvo que ganarse la vida algún tiempo trabajando en su profesión de médico.
Emil Holub fue descubriendo poco a poco nuevos territorios en el interior de Africa del sur. Durante esa estancia de siete años de duración, Holub logró reunir más de 30 mil muestras de diversa índole, conocer la flora y la fauna de esos territorios, así como la vida de algunas tribus autóctonas. A su regreso a Europa describió sus experiencias en el libro "Siete años en Africa".
En 1883 Emil Holub realizó su segundo viaje a Africa. Tenía previsto entonces cruzar el continente desde el sur hacia el norte. En ese viaje, además de varios ayudantes, le acompañó a Holub su esposa, Rosa, oriunda de Viena, con la que se había casado poco antes. Rosa era una mujer de mucha energía y entusiasmo y su esposo encontró en ella a una verdadera compañera de toda la vida.
No obstante, la segunda expedición a Africa resultó ser más complicada de lo esperado. Varios de los miembros de la misma perecieron a causa de enfermedades tropicales. Además, algunas de las tribus africanas no vieron con buenos ojos que en sus territorios penetrasen gentes extrañas y la expedición fue objeto de varios ataques contra su base.
La situación se tornaba cada vez peor, por lo que Emil Holub, enfermo y desilusionado por las hostilidades de los africanos decidió regresar a Europa. Aunque no logró el objetivo del viaje, ayudó a reunir nuevas informaciones sobre el continente. En Europa realizó varias exposiciones, dictaba conferencias y escribió otro libro sobre Africa.Pero el entusiasmo con el que Holub fue recibido en Praga a su regreso pronto fue desvaneciéndose, al igual que el interés por la labor del explorador. Por falta de recursos, Emil Holub se vio obligado a vender gran parte de sus colecciones africanas. Para salvar al menos parte de ellas, las regaló al Museo Náprstek, de Praga, en las que se conservan hasta hoy.
Emil Holub falleció en el año 1902 a los 55 años de edad en Viena, a causa de una enfermedad.