Milena Jesenská, amiga de Franz Kafka
Milena Jesenská nació en 1896, pero era una personalidad tan original y fuera de lo común que aún hoy en día chocaría con las convenciones sociales.
A esta hija de un catedrático de Medicina no le faltaban antepasados dotados de una vigorosa personalidad. Su padre, un extravagante dandy praguense, se enorgullecía de ser descendiente del célebre Juan Jessenius, rector de la Universidad Carolina a principios del siglo 17 y médico de cabecera del emperador Rodolfo II. Jessenius, el primer médico en realizar en Praga una autopsia, fue ejecutado en Praga en 1621 por haber participado en una sublevación de los estamentos protestantes checos contra la Casa de los Habsburgo.
Las relaciones entre el autoritario padre Jesenský y su díscola hija Milena eran bastante difíciles, porque ambos eran seres de carácter borrascoso. Por un lado, el profesor Jesenský era un prestigioso médico, pero, por otro, también un aficionado a los juegos de azar y un marido y amante infiel. Y es paradójico que precisamente él haya tratado de inculcar a su hija los principios de la honestidad y la economía.Tarea perdida de antemano.
Milena Jesenská estudió en el liceo para muchachas "Minerva".Sin embargo, este centro docente, donde reinaba un espíritu liberal y favorable a la emancipación femenina, no estaba en condiciones de disciplinar el apasionado carácter de Milena.
El profesor Jesenský deseaba que la joven siguiera sus huellas y estudiara Medicina. Milena se matriculó en la Universidad Carolina, pero al asistir a la primera autopsia se desmayó y acabó por huir de la Facultad de Medicina.
Milena se siente estupendamente en el legendario café literario praguense Arco donde se dan cita intelectuales judíos nacidos en Bohemia, pero que hablan y escriben en alemán: Franz Werfel, Max Brod y Franz Kafka. En el café Arco, Milena Jesenská conoce al funcionario de la banca, Ernst Pollak, del que se enamora perdidamente.
El chauvinista padre de Milena está fuera de sí: su hija se ha enamorado de un judío de habla alemana. Ante la furia paterna, Milena intenta suicidarse y después opta por un aborto clandestino. El padre Jesenský ya está harto y encierra a su hija en un sanatorio siquiátrico.
El profesor Jesenský no logró separar a Milena de Ernst Pollak y acabó por dar su consentimiento a la boda, pero bajo la condición de que la pareja viviera en Viena porque en Praga ya habían protagonizado más escándalos de la cuenta.
La pareja, habituada al derroche, disipó pronto la dote y el ajuar de la novia. Milena tuvo que dar clases de checo a las señoritas bien y cargar las maletas de los pasajeros en la estación de ferrocarril de Viena. Ernst Pollak, que pasaba la vida en los cafés vieneses, no tardó en traer al apartamento que compartía con Milena, a la atractiva Mici. Milena, que se consideraba progresista y enemiga de las convenciones sociales, aceptó la convivencia de los tres.
El matrimonio con Ernst Pollak era para Milena cada vez más doloroso y ella sentía que su autoestima mermaba más y más. Una mejoría se produjo cuando Milena empezó a escribir.Enviaba crónicas a periódicos praguenses y realizaba las primeras traducciones. Y fue precisamente la traducción la que la acercó a Franz Kafka.Al traducir sus cuentos, Milena Jesenská se dio cuenta de que Kafka era un gran escritor.
Milena Jesenská y Franz Kafka tenían rasgos comunes que propiciaban la atracción mutua, pero otras facetas de sus personalidades los separaban. Franz Kafka era un hombre prudente, cauteloso, estrictamente honesto... Milena Jesenská era una bohemia, disipadora y siempre dispuesta a violar las reglas con las que nunca se había identificado.
Los textos periodísticos de Milena Jesenská en el período de sus contactos con Franz Kafka, a principios de los años veinte, eran muy personales. Milena dijo una vez: "Todos mis artículos son cartas de amor".
Cartas de amor a los lectores, y especialmente a uno de ellos -Franz Kafka- que seguía atentamente la producción periodística de Milena Jesenská y la apreciaba mucho.
El amor entre Franz Kafka y Milena Jesenská encontró su máxima expresión, sobre todo, en la correspondencia mutua. Los encuentros personales ya no eran tan felices. Después, el intercambio de cartas se suspendió durante meses.
Franz Kafka falleció de tuberculosis el 3 de junio de 1924. A Milena Jesenská no le sorprendió la muerte de su amigo porque ya lo había intuido.En una carta al escritor Max Brod, Jesenská había escrito todavía en vida de Kafka:
"Frank no tiene capacidad para vivir.Frank jamás podrá curarse.Es una persona obligada al ascetismo por su terrible lucidez, pureza e incapacidad de compromiso".
A mediados de los veinte, Milena Jesenská se divorcia de Ernst Pollak y regresa a Praga donde se convierte en una estrella periodística en ascenso.Publica sus artículos en prestigiosos periódicos como Národní Politika y Lidové Noviny. Trabaja para la renombrada editorial Topic y traduce.
Milena Jesenská se casa con el arquitecto vanguardista Jan Krejcar, un comunista de salón, al igual que Milena. El matrimonio no dura mucho. La pareja se divorcia en 1934.
Para Milena, que mientras tanto se había hecho adicta a la morfina, comenzó una dura década. Jesenská empezó a colaborar con la prensa comunista, pero este trabajo no duró mucho tiempo debido a que la periodista no estaba dispuesta a reconocer la justeza de los monstruosos procesos montados por Stalin.
Milena pudo finalmente demostrar sus dotes periodísticos en la prestigiosa revista Prítomnost. Sus reportajes, artículos y reflexiones publicados en Prítomnost eran de lo mejor que crearía el periodismo checoslovaco de preguerra.
Entretanto, Milena Jesenská ayudaba a los refugiados alemanes, huidos de Hitler. Tras la ocupación de las tierras checas por las tropas nazis el 15 de marzo de 1939, Milena se sumó a la lucha clandestina contra los ocupantes. Fue detenida por la Gestapo en noviembre de 1939 y recluída en el campo de concentración de Rawensbruck.
Demacrada, aquejada de artritis y un doloroso eczema, en el campo de concentración Milena Jesenská contrae una grave enfermedad renal y fallece el 17 de mayo de 1944.
Los nazis arrojaron sus cenizas a un lago vecino a Rawensbruck.