Na Františku: un rincón ignorado por los turistas

La calle de Řásnovka, foto: Dominika Bernáthová

Recovecos misteriosos, callejones tenebrosos y casas centenarias convierten el barrio de Praga Na Františku en una máquina del tiempo.

La Iglesia de San Cástulo,  foto: Dominika Bernáthová
Pese a situarse en las proximidades de una de las zonas más turísticas de Praga, el barrio Na Františku es ignorado por los turistas. Aunque en sus callejones sinuosos y rincones oscuros se respira la remota historia de la ciudad de manera intensa.

Desde su fundación, el barrio albergaba a la clase más pobre de la capital checa. Creció alrededor del Convento de Santa Inés de Bohemia (Anežský klášter) y la Iglesia de San Cástulo (kostel Svatého Haštala), uno de los templos más antiguos de Praga, según dijo a Radio Praga el historiador David Beitl.

David Bietl,  foto: Dominika Bernáthová
“Originalmente era una basílica romana de tres naves construida en la primera mitad del siglo XII. Dos siglos después fue renovada en estilo gótico. En 1689 se vio afectada por un gran incendio que provocó el derrumbe de una parte de la bóveda. Dos bóvedas góticas permanecieron en su lugar y la derrumbada fue reemplazada por una barroca. Por eso la iglesia tiene una forma asimétrica”.“La casa dio nombre a toda la calle. Se ve que esta edificación se ha salvado del saneamiento. Aquí podemos ver una preciosa puerta de madera de roble encima de la que se alza el emblema de la ciudad de Praga. Los testigos recordaban que hace aproximadamente un siglo estaba aquí la base de los bomberos de la Ciudad Vieja con carros y todo el equipo”.

El santuario dio el nombre a la Plaza de San Cástulo (Haštalské náměstí) bordeada por casas medievales que se salvaron de la extensa operación de saneamiento que en el siglo XVIII acabó con una gran parte del tejido de la Ciudad Vieja.

Uno de los edificios más conocidos de la zona es la Casa de la Rueda Roja (Dům U Červeného kola), construida en el siglo XV como parte del Convento de Santa Inés. Su nombre hace referencia a una práctica de las Hermanas Clarisas que habitaban el convento, explica Beitl.

“Vivían en la clausura monástica y no podían mantener contacto con nadie de la calle. Para poder abastecerse de comida, instalaron en la portería una gran rueda roja dentro de la que se colocaban alimentos. Al darle la vuelta, las provisiones llegaron dentro del Convento sin que las monjas tuvieran que verse con nadie. Esta rueda dio nombre a la casa que estaba en frente de la portería. No obstante, yo creo que la casa original se situaba más cerca del Convento. El edificio alberga ahora un restaurante y la leyenda dice que los que celebran su boda allá, nunca se divorciarán”.

La casa más baja de Praga

La calle vecina de Santa Inés (Anežská) ofrece una curiosidad; la casa más baja de Praga, construida en el siglo XV. Su anchura es poco más de dos metros y en el pasado albergaba un prostíbulo. Hasta la actualidad se ha conservado de ella solamente la portada.

Varios prostíbulos se hallaban también en la cercana calle de los Misericordiosos (Milosrdných). Antes de recibir este nombre, era un lugar miserable, con barracas pobres, patios tenebrosos y pasadizos deteriorados. El núcleo de la calle era una destilería con alcohol barato que concentraba en sus alrededores a todo tipo de vagabundos y delincuentes, y eso en la vecindad directa del Convento de Santa Inés de Bohemia.

La calle de Řásnovka,  foto: Dominika Bernáthová
Personas de mala fama se concentraban también en la cercana calle de Řásnovka, conocida en el pasado bajo el peyorativo nombre de la calle de los Reyes de los Pozos Negros, debido a la presencia de barracas de peones pobres y verdugos.

Según la leyenda, en el siglo XIV se hallaban cerca de este lugar unas casas góticas habitadas por las bequinas, explica el historiador.r/praha/kostely/anezsky_klaster/bietl_david

“Estas mujeres profesaban el cristianismo pero no eran partidarias de asistir a la iglesia. Proclamaban que las mujeres debían recibir la hostia de la mano de una mujer y los hombres de la de un hombre. Eran antecesoras de las feministas. Es curioso que no hubieran sido quemadas en hoguera”.

Más historias de la zona se ofrecen en el libro 'El Misterio de Praga' (Pražské tajemství), del escritor checo Géza Včelička.

La Corte Municipal,  foto: Dominika Bernáthová
Subiendo el callejón Ve Stínadlech, cuyo nombre se debe a su similitud con el escenario de las novelas de aventuras del escritor checo Jaroslav Foglar, llegamos hasta un complejo de casas barrocas y clasicistas conocido como La Corte Municipal (Obecní dvůr), prosigue David Beitl.

“La casa dio nombre a toda la calle. Se ve que esta edificación se ha salvado del saneamiento. Aquí podemos ver una preciosa puerta de madera de roble encima de la que se alza el emblema de la ciudad de Praga. Los testigos recordaban que hace aproximadamente un siglo estaba aquí la base de los bomberos de la Ciudad Vieja con carros y todo el equipo”.

Durante la ocupación nazi, la Corte Municipal servía como garaje para los coches de ambulancia del hospital militar de la Wehrmacht. Durante las siguientes décadas el edificio se fue deteriorando y en 2002 resultó afectado fuertemente por las inundaciones. Recientemente se finalizó una extensa reconstrucción del recinto, realizada por el arquitecto español Ricardo Bofill. Actualmente, alberga departamentos de lujo y es uno de las candidatos al premio de 'Obra del Año 2017' de la República Checa.

La Plazuela de Cabra,  foto: Dominika Bernáthová
La pintoresca casa vecina marcada con el número siete es el lugar de nacimiento del afamado pintor checo Josef Mánes, mientras que la Casa del Cénsor, presume con una majestuosa torre conocida como Belvedere. La parte de la edificación medieval se acaba en la cercana plaza, conocida entre los praguenses como la Plazuela de Cabra (Kozí plácek), debido a los mercados con productos caprinos que se celebran en este lugar en el pasado.

Las parcelas vacías del barrio, adheridas al Convento de Santa Inés, representan hoy día un núcleo de polémicas. En una de ellas debería crecer un edificio moderno, apodado por su aspecto “Marshmallow”, por su similitud con las famosas golosinas y otros dos proyectos de edificios residenciales cuya apariencia, según la Asociación de Amigos del Barrio Na Františku, perjudicaría el genio loci de la zona.