Muere Liškutín, uno de los últimos ases checoslovacos de la RAF
El héroe de guerra checo Miroslav Liškutín, falleció este lunes a los 98 años. Era uno de los dos últimos pilotos vivos de aquellos que lucharon en la aviación británica durante la II Guerra Mundial.
Así recordaba Liškutín el año pasado para la Radiodifusión Checa su encuentro aéreo con un bombardero aliado Wellington.
“Reconocí el Wellington a la luz de la luna sobre las nubes sin dificultad. La cuestión era si él me había reconocido a mí, así que mejor me puse fuera de su alcance. Luego recibí la señal de que habían reconocido que yo era un Spitfire, y entonces lo conduje a nuestra pista de aterrizaje”.
Liškutín escapó de Checoslovaquia en 1939 a través de Polonia, Suecia y Gran Bretaña, para unirse en Francia a la legión extranjera, con la que recibió instrucción durante seis meses en África. Tras la caída de Francia huyó a Gran Bretaña, donde se unió a la Fuerza Aérea y fue formado como piloto.
A partir de agosto de 1941 comenzó a combatir en el escuadrón 145 de la RAF, para más tarde ser trasladado al escuadrón de cazas 312, formado por pilotos checoslovacos, y luego al 313. Luchó en la batalla de Dieppe, en Francia, en 1942, y dos años después en la invasión de Normandía, recuerda el historiador Jiří Rajlich.“No solo derribó varios aviones y algunos misiles no tripulados, sino que sobrevivió a toda una serie de situaciones peligrosas. Una vez tuvo que saltar en paracaídas de un Spitfire descontrolado. Luego antes de la invasión de Normandía, cuando atacaba las posiciones enemiga en tierra, se estrelló contra un árbol. Consiguió sobrevivir a todo esto”.
Tras la guerra, Miroslav Liškutín volvió a Checoslovaquia, pero después de la toma de poder de los comunistas en 1948 decidió volver a Gran Bretaña, donde acabó estableciéndose. En 2017 el presidente Miloš Zeman lo ascendió debido a su heroísmo al rango de general.
De esta forma el único piloto de combate checo que queda vivo de aquella generación es Emil Boček, que este domingo cumplirá 95 años.