Moscú veía en las reformas un trampolín para la contrarrevolución
En el nuevo capítulo de la serie dedicada a la Primavera de Praga les contaremos cómo la elección de Alexander Dubček al frente de los comunistas checoslovacos se transformó en un revés inesperado para Kremlin y el KGB y cómo Checoslovaquia entró en la senda de la llamada contrarrevolución.
El 5 de enero de 1968 la agencia de noticias checoslovaca ČTK difundió un breve comunicado del Comité Central del Partido Comunista checoslovaco en el que éste informaba que decidió separar los cargos del secretario general del partido y del Presidente de la República que había ejercido simultáneamente Antonín Novotný.
El comunicado añadía que Novotný renunció al cargo de secretario general a petición propia y que sería relevado por Alexander Dubček, secretario general del Partido Comunista de Eslovaquia. El texto contenía una flagrante mentira:Novotný no abdicó a petición propia pero fue desbancado del poder por demoledores críticas a su gestión.
Los historiadores coinciden en que los miembros del Comité Central del partido no se dieron cuenta del alcance de su decisión de elegir a Dubček. A ningún funcionario comunista de alto rango le pasó por la cabeza que el político eslovaco se convertiría dentro de poco tiempo en un icono de la sociedad civil checoslovaca, que proyectaría en él sus esperanzas democráticas.
Alexander Dubček nació en 1921 en una familia obrera. Su padre militaba en el Partido Comunista desde su fundación. Cuando Alexander tenía tres años, toda la familia emigró a la Unión Soviética. Los padres de Dubček tomaron parte en el proyecto de la cooperativa checoslovaca Interhelpo de construir el socialismo en la atrasada república soviética de Kirguizistán y lanzar en ese país de Asia central las bases de una moderna producción agrícola e industrial.
Las condiciones de vida eran tan adversas que muchos cooperativistas no las aguantaron y abandonaron Kirguizistán. La familia Dubček se mudó a la ciudad rusa de Gorki, hoy Nizhni Novgorod, donde Alexander frecuentó la escuela. En 1938 regresó con sus padres a Eslovaquia.
Aprendió el oficio de cerrajero. Ingresó en el Partido Comunista que pronto pasaría a la clandestinidad porque el Gobierno eslovaco se convertiría en 1939 en aliado de la Alemania nazi.
Tomó parte en el movimiento de resistencia antinazi y en 1944 combatió como guerrillero en la Insurrección Nacional Eslovaca contra las tropas de Hitler. Su hermano cayó en los combates y Alexander Dubček resultó herido dos veces.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Dubček volvió a trabajar como obrero. En 1949 se incorporó al aparato del Partido Comunista de Eslovaquia como funcionario profesional y seguidamente fue enviado a Moscú para estudiar en la escuela superior del Partido Comunista soviético. En 1963 fue elegido contra la voluntad de Antonín Novotný secretario general del Partido Comunista de Eslovaquia.
Cuando a principios de enero de 1968 la cúpula partidista empezó a deliberar sobre quién relevaría a Antonín Novotný al frente del Partido Comunista de Checoslovaquia, Dubček resultó ser un candidato aceptable para todas las facciones.
A favor de Dubček votaron incluso los conservadores porque creían que podrían dominarlo y encaminarlo en la dirección que les convenía. El político eslovaco recibió hasta el voto de Antonín Novotný. Éste pensaba que Dubček sería dócil y que podría ser fácilmente manejado desde el Castillo de Praga donde Novotný permanecía como Presidente de la República.
Alexander Dubček, que a primera vista parecía un hombre ingenuo y hasta tímido, llegó a sorprender a todos. Se alió con los partidarios de las reformas que se proponían democratizar la dictadura totalitaria del Partido Comunista.
Dubček resultaría una sorpresa también para el KGB. El servicio secreto soviético que tenía en Checoslovaquia un enjambre de agentes e informadores no comprendió inmediatamente el significado del cambio al frente del Partido Comunista checoslovaco. Lo ponen en evidencia los documentos que el ex oficial de los servicios secretos soviéticos, Vasili Mitrojin, se llevó en 1992 a Occidente de la central del KGB.
En el testimonio, publicado en el libro “El archivo de Mitrojin”, el ex espía escribe que la elección de Dubček no suscitó primero ninguna reacción negativa ni en Kremlin ni en la central del KGB.
Los jefes del servicio secreto sabían que Dubček pasó su infancia y adolescencia en la Unión Soviética y que se graduó en 1958 con notas sobresalientes en la escuela superior del partido en Moscú.
Cuando se inició el experimento checoslovaco de implantar el “socialismo con la cara humana”, la sección del KGB para los países socialistas llegó al principio a la conclusión de que Dubček estaba manejado de manera muy sofisticada por presuntos elementos burgueses en el Partido Comunista de Checoslovaquia.
Sin embargo, cuando se puso de manifiesto que el propio Dubček se convirtió en una de las fuerzas motoras de las reformas, la central del KGB se sintió traicionada.
Dubček llegaría más tarde a la convicción de que apenas dos meses después de que relevara a Antonín Novotný, Moscú tomó secretamente la decisión de utilizar al Ejército Rojo para sofocar a la Primavera de Praga.
En enero de 1968 nada presagiaba todavía las futuras tensiones en las relaciones con la Unión Soviética. A finales del mes Dubček viajó a Moscú para presentar a Brejnev en términos muy moderados el proyecto de los cambios. El líder soviético no se inquietó. El hecho de que Dubček había vivido en la Unión Soviética diecisiete años era para Brejnev una garantía de que el dirigente checoslovaco obedecería las directrices de Moscú.Dubček amaba sinceramente a la Unión Soviética. Al mismo tiempo él y sus colaboradores más estrechos estaban empeñados en democratizar su país. Durante el proceso democratizador de la Primavera de Praga, Dubček sería desgarrado por un conflicto entre dos lealtades: una hacia la Unión Soviética y su Partido Comunista, y otra hacia la corriente reformista y los ciudadanos checoslovacos.
La dirección soviética, acostumbrada a una obediencia incondicional de sus satélites, no tardó en descubrir que Dubček no era un vasallo tan fiel como se imaginaban en Kremlin.
Antes de que Dubček encabezara el Partido Comunista checoslovaco, Moscú controlaba los nombramientos de todos los dirigentes partidistas checoslovacos hasta el nivel regional. El primer pecado de Dubček fue que no respetó el ritual. Escogió a nuevos secretarios del partido y posteriormente a nuevos ministros sin pedir el visto bueno de Moscú. Brejnev se lo reprochó sin tapujos. Para el líder soviético era el primer síntoma de que en Checoslovaquia se gestaba una contrarrevolución.
El 5 de febrero de 1968 el Embajador húngaro en Praga enviaba a Budapest la información de que su colega soviético Chervonenko le había hablado de una facción en la cúpula del Partido Comunista checoslovaco, empeñada abiertamente en liquidar el socialismo.
El diplomático comentó a su interlocutor húngaro que en el partido checoslovaco se infiltraron individuos de pequeña y mediana burguesía que no habían sido eliminados en los años cincuenta, sobre todo artistas de origen judío. Según Chervonenko, estos individuos proliferaban en el semanario Literární Noviny, en la Televisión Checoslovaca y en algunas revistas.
Sobre Dubček que no era lo sufientemente firme, presionaban los “derechistas” y él cerraba con ellos compromisos, se quejó el diplomático soviético.Sus palabras encierran una colección de tópicos que esgrimirían en los meses siguientes contra el proceso democratizador sus adversarios dogmáticos.
Chervonenko denunció a los supuestos “derechistas”. En realidad eran aquellos miembros del Partido Comunista que deseaban humanizar el sistema despótico.
Sus adversarios, los miembros conservadores del partido, empezaron a suministrar a los diplomáticos soviéticos informaciones alarmistas de que en Checoslovaquia se estaba gestando una contrarrevolución.
La Embajada y los consulados transmitían las informaciones a Leonidas Brejnev y al ideólogo de los comunistas soviéticos, Mijail Suslov. La cúpula soviética formaba así su opinión sobre la evolución en Checoslovaquia a raíz de las informaciones obtenidas de los opositores más encarnizados del proceso democratizador.
Desde que la dirección soviética registrara los primeros indicios de que Checoslovaquia optó por la vía del cambio, sobre el país comenzó a cernirse el peligro de una intervención militar. Algunos importantes detalles al respecto salieron a la luz sólo después de la caída del comunismo.
Así un periodista ruso que entrevistó a una veintena de mariscales y generales y algunos miembros del buró político del Partido Comunista soviético, obtuvo la siguiente información sobre los preparativos de la intervención:
Ya en febrero de 1968, un mes después de que Dubček encabezara el Partido Comunista de Checoslovaquia, los mandos del Grupo Norte de las tropas soviéticas, estacionadas en la vecina República Democrática de Alemania, recibieron sobres sellados con las órdenes secretas sobre el traslado a las fronteras checoslovacas.
Mientras la sociedad civil checoslovaca empezaba a salir del letargo provocado por veinte años de dictadura totalitaria, en la cúpula soviética ya se barajaba el plan de cómo sofocar con tanques las aspiraciones democráticas.