Los sudetoalemanes renuncian a ser compensados por la confiscación de sus propiedades en 1948

Foto: ČT24

La Asociación de Sudetoalemanes, que agrupa a los alemanes que fueron expulsados de Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial y sus descendientes, ha renunciado oficialmente a una restitución de sus propiedades o al menos una compensación económica. El cambio de estatutos de la organización no ha estado exento de polémica.

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En 1948, en base a los llamados Decretos de Beneš, todos los ciudadanos checoslovacos de etnia alemana que no pudieron probar su fidelidad a la República durante la Segunda Guerra Mundial fueron expulsados del país. Aproximadamente tres millones y medio de personas, la mayoría habitantes de la región de los Sudetes, tuvieron que abandonar sus hogares y refugiarse en Alemania. Sus inmuebles fueron confiscados.

Ahora la Asociación de Sudetoalemanes, la mayor organización que agrupa a los alemanes de origen checo y sus descendientes, ha renunciado a la devolución o compensación de sus propiedades, una reivindicación que había dado sentido a la entidad desde su creación en 1950.

De acuerdo con su presidente, Bernd Posselt, en la actualidad este discurso ha dejado de tener sentido.

Bernd Posselt,  foto: ČT24
“Estas demandas tienen un carácter histórico. Surgieron poco después de la guerra en una situación totalmente distinta a la que vivimos en la actualidad. Está claro que en el siglo XXI hay que hablar de forma distinta sobre estos temas”.

Durante la reunión del pasado fin de semana en Múnich, la mayor parte de los miembros votó a favor de un cambio de estatutos que dejara fuera de lado la expresión de “recuperación del hogar” y todas las exigencias económicas y territoriales hacia la República Checa. Si algún día llega una indemnización, será de forma unilateral por la parte checa, continúa Posselt.

“El Estado checo hará lo que desee la nación checa. Si en algún momento decide compensar a los alemanes expulsados de alguna manera, como se ha hecho en Hungría, será una decisión voluntaria de la República Checa”.

Liberec,  la plaza de dr. Edvard Beneš,  foto: Google Street View
Esto no significa que la Asociación de Sudetoalemanes deje de condenar la deportación masiva de 1948 y la pérdida de sus hogares.

Este cambio de dirección no ha sucedido sin una fuerte polémica interna. Ya el año pasado una primera votación en este sentido fue impugnada por un defecto de forma, y un pequeño sector de los sudetoalemanes sigue luchando todavía para evitar el cambio de orientación.

Su principal representante, Johann Slezak, considera la reforma promovida por Posselt como una traición y cree que la única manera de normalizar las relaciones entre Chequia y los sudetoalemanes es que se resuelva el tema de la compensaciones.

“El Estado checo nos expulsó en base a los Decretos de Beneš. Por eso tiene que encontrar un modo de indemnizarnos, al igual que ya lo han hecho los húngaros”. Otra reivindicación defendida por Slezak, de significado más bien simbólico, es que en las localidades donde antaño se hablaba alemán se añada al nombre oficial en checo su denominación tradicional en alemán, por ejemplo Karlsbad para Karlovy Vary o Reichenberg para Liberec.