Los restauradores se preparan para salvar los murales góticos del Monasterio de Emaús de Praga
Restauradores de la Universidad de Pardubice han empezado a examinar un conjunto de pinturas de la época del emperador Carlos IV en el Monasterio de Emaús de Praga.
Determinar el estado de los frescos góticos que decoran las paredes del Monasterio de Emaús para su posterior restauración, ese el objetivo de un equipo de expertos de la Universidad de Pardubice y de Alemania.
Durante los próximos tres años, los restauradores examinarán las pinturas para establecer el nivel de destrucción y las posibilidades de reparación y el propio mantenimiento de los frescos.
Jan Vojtěchovský, jefe del equipo de la Universidad de Pardubice, dijo a la Radio Checa, que en el pasado se realizaron algunos trabajos de restauración, pero los resultados no fueron siempre satisfactorios.
“La pintura de la izquierda tiene colores más ricos, lo que significa que se usaron materiales de refuerzo. Por otro lado, se puede apreciar que está un poco borrosa en la parte superior. La escena de la derecha parece más pálida, más gris y los retoques son menos intensos. Cada una de estas intervenciones tiene ventajas y desventajas. Tenemos que identificarlas y sacar una lección para el futuro”.
Para precisar el estado real de los frescos, los restauradores planean utilizar los métodos más modernos que existen en el mundo de la restauración, algunos serán utilizados por primera vez en Chequia. Pero para comenzar es indispensable una documentación fotográfica detallada de los frescos, según indicó Jiří Vidman el responsable de esta parte del proyecto.
“Para analizar un objeto, en este caso un campo de pinturas, tomamos la mayor cantidad de fotografías posible. Después, con ayuda de un programa especial se crea un modelo dimensional del área. El resultado es un mapa fotográfico de toda la pared. Tenemos que tomar fotos desde muchos ángulos diferentes. Para este muro, de más de seis metros de altura, utilizamos una pértiga telescópica con una cámara controlada a distancia”.
Otro de los objetivos de los restauradores es descubrir qué técnicas se utilizaron para crear los frescos, dijo Vojtěchovský.
“Ciertamente no es la técnica tradicional de cal, que era común en el período gótico. Parece que en las pinturas fue utilizado un aglutinante de aceite o tal vez proteína de leche”.
El Monasterio de Emaús se reconoce a la distancia por sus inconfundibles torres blancas con chapiteles dorados de la década de 1960, que reemplazaron las torres originales, destruidas en febrero de 1945 durante un bombardeo de los Aliados.
El ciclo completo de murales tenía 33 pinturas, pero solo 26 se han conservado. Según los expertos, se trata de obras excepcionales del gótico checo, reconocidas a nivel europeo por su calidad artística.
El monasterio fue habitado por los monjes benedictinos durante siglos, hasta la llegada de los nazis, que lo utilizaron como hospital a partir de 1941. Después de la guerra y el golpe de estado comunista, los monjes fueron enviados a los llamados “monasterios de detención” creados para los enemigos del régimen. Tras la derrota del comunismo durante la revolución de Terciopelo de 1989, los benedictinos volvieron al monasterio de Emaús.