Los peces pueden ser adictos a los antidepresivos o drogas que terminan en el agua
El comportamiento de los animales cambia debido a los medicamentos o drogas usados por el ser humano, que terminan contaminando las aguas, según explica un estudio del científico Daniel Červený que ha publicado la revista Nature Sustainibility.
Desde hace tiempo, los científicos alertan del efecto que tienen sustancias químicas como los medicamentos en la fauna de los ríos, especialmente cerca de las depuradoras, donde se encuentran en mayor cantidad. Antidepresivos, anticonceptivos, analgésicos y todo tipo de fármacos siguen activos después de pasar por el organismo de sus consumidores e incluso por las depuradoras de agua, como explicó a la Radio Checa el científico Daniel Červený, de la Universidad de Ciencias Agrícolas de Suecia.
“El problema es que las plantas de tratamiento de aguas residuales como las conocemos, nunca fueron diseñadas para eliminar estas sustancias. Eliminan principalmente nutrientes y algunos gérmenes infecciosos, pero los medicamentos permanecen en gran medida en el agua, incluso en el agua limpia”.
Daniel Červený es coautor de un reciente estudio publicado por la revista Nature Sustainibility sobre el comportamiento de los animales que viven en aguas contaminadas de fármacos como antidepresivos y ansiolíticos, explica.
“Por ejemplo, una perca u otro pez pueden tener problemas para reconocer a un depredador y su comportamiento para escapar no es el que debería ser. Esto significa que existe un mayor riesgo de ser depredados al no funcionar bien sus reflejos de huida naturales”.
Estos animales no tienen por qué ser peces. En el estudio de Červený aparecen estorninos que sufren de una especial agresividad también debido a su adicción a los antidepresivos, como confirmaron pruebas de laboratorio. Su mal humor los lleva a cantar menos, por lo que les cuesta más encontrar pareja.
Como en el caso de la perca, se trata de dos efectos secundarios distintos, pero en ambos amenaza con reducir la población de las especies.
Las depuradoras no limpian las aguas de estas sustancias, aunque, sin embargo, existen formas de deshacerse de ellas, dice el científico.
“Actualmente, existe tecnología que ayuda como, por ejemplo, la ozonización o el uso de carbón activo. Pero, claro, se trata de métodos caros”.
Una solución mucho más económica pasa más bien por cambiar la composición de los medicamentos.
“Habría que presionar a las farmacéuticas para que hagan los medicamentos de manera que después de ser tomados se degraden por sí solos de alguna forma y que en cuestión de días u horas se descompongan por completo en la naturaleza. En la mayoría de los medicamentos que se usan a día de hoy esto no sucede”.
La conservación de la biodiversidad en todo el mundo dependerá también de este factor en el futuro.