Los hermanos de Salónica en Velehrad

San Cirilo y San Metodio

Les invitamos a escuchar un programa especial preparado con motivo de la fiesta nacional de San Cirilo y San Metodio, apóstoles de los eslavos y copatronos de Europa, que se celebra el 5 de julio.

Basílica de Velehrad  (Foto: autora)
En el año 1985, con motivo del 1100 aniversario de la muerte de San Metodio, el Papa Juan Pablo II regaló a la Basílica de Velehrad, en Moravia del Sur, una rosa de oro. Debido a que era en plena época del comunismo, el Papa no pudo venir a Velehrad para entregar el valioso regalo en persona, viéndose obligado a enviarlo mediante su legado, el cardenal Casarolli. Después de la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, Lourdes, en Francia, y Czestochowa, en Polonia, Velehrad fue el cuarto lugar al que Juan Pablo II obsequió su rosa de oro.

Velehrad, uno de los lugares de peregrinación más importantes en Moravia, se relaciona estrechamente con la tradición de San Cirilo y San Metodio desde la Edad Media, desde las postrimerías del siglo XIII. Se consideraba que había sido el centro político y administrativo del Imperio de la Gran Moravia en el siglo IX, y así también la sede del primer arzobispo de la Gran Moravia, Metodio.

En el año 863, o más probablemente en 864, llegaron a la Gran Moravia dos misioneros bizantinos. Eran los hijos de un alto oficial griego de Tesalónica, los hermanos Constantino y Metodio.

Constantino, que posteriormente adoptó el nombre de Cirilo, nació en 827. Era el más pequeño de los siete hijos y se dice que también el más dotado. Estudió teología, filosofía y literatura, dominaba varios idiomas extranjeros incluyendo la variante macedonia del búlgaro antiguo. A los 26 años se hizo profesor de filosofía en la universidad de Constantinopla.

Sin embargo, Constantino sufría en el ambiente de intrigas que reinaba en la capital del Imperio Bizantino. Pronto abandonó la ciudad y se fue a buscar a su hermano mayor, el jurista Metodio que vivía en un monasterio en los montes de Olimpo. Allí Constantino creó el primer alfabeto eslavo - el glagolítico.

Se escribía el año 862 y a Constantinopla acudió una delegación de un país lejano del norte, la Gran Moravia. Traía una carta del príncipe de Moravia, Rostislav, que se dirigía al emperador bizantino Miguel III con la petición de que estableciera en su tierra un obispado.

Hacía poco Rostislav había expulsado de Moravia a todos los sacerdotes bavieros y francos, tratando de liberarse de la dependencia alemana. Rostislav necesitaba tener en su país una administración religiosa que estuviera sujeta a él, y no a un monarca extranjero, a saber, el Imperio Franco Oriental.

Foto: autora
El año anterior se había dirigido con la misma petición al Papa Nicolás, en Roma, pero sin éxito. Las relaciones del Papa hacia el rey franco, Luis el Germánico, eran demasiado cordiales.

En Constantinopla Rostislav tuvo más suerte. Miguel III, al que la Historia apodó el Borracho, prometió enviar a la Gran Moravia una misión cristiana.

Para la misión fueron elegidos los hermanos de Salónica, Constantino y Metodio. Con su comitiva integrada por sus discípulos, así como por comerciantes, constructores y soldados, llegaron antes de empezar el invierno de 863, pero con más probabilidad en la primavera de 864 a Moravia.

Fueron recibidos con gran solemnidad, ya que traían consigo los restos mortales de San Clemente. Al mártir San Clemente, que había sido arrojado con un ancla atada al cuello al mar en Crimea, fueron consagradas las primeras iglesias cristianas en los países checos, antes de que lo sustituyera San Venceslao.

San Cirilo y San Metodio  (Foto: autora)
Constantino y Metodio se vieron probablemente sorprendidos al encontrar en Moravia una cantidad relativamente grande de iglesias, construidas incluso de piedra, y a muchos creyentes, sobre todo en los asentamientos amurallados.

Por otro lado, les irritaba seguro la vida libertina de los eslavos. La juventud se dejaba a los vicios, era común y corriente que los suegros se acostaran con sus nueras, y el sabroso hidromiel era adorado por los moravos como la divinidad suprema.

Constantino y Metodio empezaron a predicar en la variante macedonia del búlgaro o sea en eslavo antiguo, una lengua que a diferencia del latín era comprensible para los creyentes. Antes de su llegada a Moravia, Constantino tradujo al eslavo antiguo los principales libros de misa, ante todo el misal, que contenía los textos completos para la celebración de una misa, el breviario, es decir las oraciones prescritas diariamente a los sacerdotes, y un fragmento de la Biblia.

Estas primeras traducciones al eslavo antiguo se convirtieron en manuales de los futuros clérigos moravos. La traducción de la Biblia fue terminada más tarde por Metodio.

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Las misas de los hermanos de Salónica tuvieron un enorme éxito. Sin embargo, en agosto de 864 el príncipe Rostislav perdió una batalla con el rey franco, Luis el Germánico, tuvo que rendirse y empezar a pagarle de nuevo tributos. Y lo que fue peor: a Moravia regresaron los sacerdotes de Baviera formados en latín y se quedaron para siempre.

Los conflictos entre la iglesia bizantina y latina se agudizaron. Los misioneros griegos provenían de un mundo mucho más culto, no pudiendo conformarse con las prácticas extrañas de sus rivales alemanes. Éstos, por ejemplo, imponían al culpable como penitencia por un asesinato la prohibición de beber durante tres meses de un vaso de vidrio.

Los fundadores de la escritura y liturgia en eslavo antiguo permanecieron en la Gran Moravia durante tres años. En 867 Constantino y Metodio fueron invitados a Roma por el Papa Nicolás I.

Los hermanos llegaron a la Santa Ciudad a finales del año, encontrando en la Sede Pontifical a Adriano II. Constantino logró defender ante el Papa la legitimidad de la liturgia eslava, y luego los dos hermanos celebraron misas en eslavo antiguo en cuatro de las principales iglesias de Roma.

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Constantino ya no abandonó Roma. Se enfermó, dos meses antes de su muerte ingresó en uno de los monasterios griegos locales, adoptó el nombre de Cirilo y se murió. Tenía 42 años.

Una bula papal especial dio al eslavo antiguo el estatuto de idioma litúrgico de pleno derecho y en otoño de 869 Metodio fue ordenado primer arzobispo de la Arquidiócesis de Moravia y Panonia.

Entre tanto el príncipe Rostislav fue destronado por su sobrino Svatopluk. Rostislav fue entregado a las manos de Luis el Germánico, que ordenó cegarlo y encarcelarlo. El príncipe moravo nunca más salió.

Metodio también acabó tras las rejas. Sus enemigos lo detuvieron en el viaje de vuelta a Moravia. El obispo de Baviera condenó a Metodio a cadena perpetua. El misionero bizantino pasó en la cárcel tres años, y lo pusieron en libertad después de una intervención del Papa.

De vuelta en Moravia, Metodio se encargó de la dirección de su provincia eclesiástica. Formaba a nuevos sacerdotes, bautizaba a nuevos creyentes ayudando al príncipe Svatopluk a fortalecer su imperio. A lo largo de doce años Metodio resistía con éxito a los clérigos que predicaban en latín, enfrentándose a sus intrigas. Metodio falleció en 885 a la edad de 63 años y fue enterrado en una tumba de la iglesia de Velehrad, "al lado izquierdo de la pared tras el altar de la Madre de Dios", según dicen las viejas leyendas.

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Debido a hallazgos arqueológicos, hoy sabemos que el Velehrad de la Gran Moravia no era idéntico al pueblo actual de Velehrad. Los orígenes de este lugar de peregrinación, que posee la mayor catedral de Moravia, se remontan a los comienzos del siglo XIII.

Entonces, el obispo de Olomouc Robert, que antes de hacerse obispo fue prior del monasterio de Nepomuk, cerca de Pilsen, presentó la idea de fundar en las cercanías del pueblo llamado Veligrad el primer monasterio cisterciense en Moravia. Así nos lo explicó la señora Ludmila Cigosová, que nos sirvió de guía por los lugares más destacados de Velehrad.

"El monasterio fue fundado por Vladislav Jindrich, margrave de Moravia y hermano del rey checo Premysl Otakar I. En noviembre de 1205 acudieron a Moravia 12 monjes cistercienses con el abad Thicelino y se instalaron en un área provisional al lado de Veligrad, donde tenían a disposición una iglesia y un molino".

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Los cistercienses solían construir sus monasterios en terrenos pantanosos, lejos de lugares poblados, de caminos comerciales y de vados fluviales, para que la vida mundana no disturbara a los monjes en sus contemplaciones. Uno de los pilotes de roble que sostenían la original iglesia románica del monasterio, se puede ver hoy día en el lapidario de Velehrad.

El propio monasterio empezó a construirse entre los años 1215 y 1240, explicó Ludmila Cigosová.

"La primera fecha exacta que conocemos con respecto a la construcción del monasterio es el año 1228, en que fue bendecida la iglesia de la Asunción de la Virgen. El fundador, Vladislav Jindrich, no asistió a la misma, ya que murió antes en Znojmo, pero sus restos mortales fueron trasladados a Velehrad y sepultados en los muros de la iglesia. Según las reglas de la orden, en la iglesia podían ser enterrados sólo los reyes o los superiores del monasterio".

En el año 1421 el monasterio fue asaltado por los husitas moravos, que quemaron la biblioteca y todos los documentos y destruyeron el edificio. Los monjes buscaron refugio en la cercana ciudad de Hradiste. Una pintura en la basílica de Velehrad representa al abad Juan y a siete cistercienses que no lograron escapar, fueron torturados por los husitas y luego quemados en una hoguera.

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Los bienes de los monjes, las granjas y las fincas, fueron confiscados por el rey checo Segismundo.

Los cistercienses eran muy trabajadores, y ya que las reglas duras no les permitían gastar sus ganancias, el patrimonio del monasterio crecía, apuntó Ludmila Cigosová.

"Los monjes podían consumir sólo alimentos de origen vegetal, de carne comían únicamente pescado. Bebían agua pura, a veces el vino de misa adulterado. Se levantaban a las tres de la madrugada iniciando el día con oraciones. Luego continuaban, cada uno tenía asignado su trabajo".

El monasterio de Velehrad procede de la cuarta rama del monasterio de Morimond en Francia. El prior general del monasterio estaba obligado a visitar una vez al año los monasterios filiales para supervisar su funcionamiento. De esta manera pudieron transmitirse muchas ideas innovadoras. Los cistercienses fueron pioneros en la agricultura, horticultura, pesca y viticultura.

Foto: autora
"Ya en el siglo XIII había viñedos en Velehrad. Lo testimonian los motivos de uvas tallados en la fuente que se encontraba en el patio del monasterio. El emperador Carlos IV fundó los viñedos en Bohemia tan sólo en el siglo XIV. Gracias al trabajo duro, y a las estirpes nobles sin descendientes que legaban sus bienes al monasterio, Velehrad era muy rico. Los donantes se dejaban enterrar en el monasterio y el día del aniversario de su muerte los monjes recibían algo mejor para comer. No sabemos qué era. Lo único que sabemos es que a las visitas se las agasajaba con pan y cebolla. Este manjar representaba una delicia para los monjes".

Al quemar los husitas el monasterio, destruyeron también la tumba de Vladislav Jindrich, explicó nuestra guía, Ludmila Cigosová.

"Los cistercienses le construyeron una tumba secundaria, ubicándola a la entrada de la iglesia, para que siempre al salir después de las oraciones, recordaran a su fundador. La tumba lleva una inscripción latina que dice: ´Aquí está Vladislav que hace tiempo donó sus bienes otra vez ...´, la continuación no se ha logrado descifrar".

Ludmila Cigosová  (Foto: autora)
La tumba de Vladislav Jindrich se puede ver también en el lapidario de Velehrad, que alberga muchos más tesoros de la época románica. Se puede entrar en un laberinto de 45O metros de longitud constituido por los antiguos sótanos de sepultura, que se encuentran bajo el suelo de la basílica actual.

En la antigua sala capitular se encuentra la tumba del obispo de Praga, Andrés. El obispo murió en 1222 en su emigración voluntaria a Roma, donde se había refugiado tras una disputa con el rey checo Premysl Otakar I por los diezmos.

"La cabeza del muerto permaneció en Praga, pero como Andrés era un gran amante de Velehrad, su cuerpo fue sepultado aquí. En torno a la cabeza de Andrés en Praga sucedían milagros, así que Carlos IV dejó tapiarla en el muro de la capilla de San Venceslao en la catedral de San Vito".

Los monjes regresaron a Velehrad unos quince años después del asalto por los husitas. Durante los 150 años siguientes sobrevivieron en una iglesia al lado del monasterio destruido, llamada Cyrilka. A finales del siglo XVI iniciaron la reconstrucción. Los corredores, ámbitos y la sala capitular fueron cubiertos con tierra y el nuevo monasterio, junto con la basílica, empezaron a construirse dos metros por encima de las ruinas.

En los siguientes años, los monjes fueron sitiados durante tres semanas por el comandante de Transilvania, Gábor Betlén. Luego fueron asaltados por una banda de Valaquia. El 27 de diciembre de 1681 el monasterio fue incendiado por un monje enfermo.

El abad Petr Silavecký inició en 1685 una reconstrucción radical en estilo barroco, cuyos frutos hoy admiramos. La Basílica de Velehrad tiene 86 metros de largo y 23 metros de ancho, su altura en la bóveda es de 18 metros, sobre el altar de 25 metros, y las dos torres tienen 58 metros de altura.

Los peores tiempos para Velehrad llegaron bajo el reinado de José II. El monarca austríaco liquidó en 1784 el monasterio tras 500 años de su existencia. Velehrad era entonces el monasterio más grande y más rico de Moravia. José II se llevó todo, en el interior de la basílica se quedaron sólo los bancos de coro. Se salvaron gracias al hecho de que se encontraban en mal estado, precisó Ludmila Cigosová.

Bancos de coro  (Foto: autora)
"Es un tesoro del barroco eslavo. Se supone que los talló un monje cisterciense en el siglo XVII. Los asientos para los monjes estaban separados de los demás con una puerta dorada. Ésta se perdió, y luego la encontraron en un establo en una aldea cercana. Los bancos, fabricados de madera de haya y roble, están decorados con unos sesenta motivos. Fueron restaurados por primera vez en el año 1936. El restaurador declaró entonces que los bancos estaban a punto de deshacerse. En la época de entreguerras los norteamericanos quisieron comprarlos, ofreciendo un kilo de oro por un kilo de bancos. Pero no se vendió nada".

Después de la intervención malévola de José II, el monasterio fue habitado por un destacamento de ulanos. En 1890 se encargaron de la administración los jesuitas que establecieron en Velehrad un liceo y una residencia para estudiantes. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo alojada en este edificio la Hitlerjugend.

En los años 50 los comunistas expulsaron a los monjes, trasladando al monasterio en 1953 a pacientes mental y físicamente discapacitados. Los jesuitas volvieron a Velehrad en los años 90 del siglo XX.

Con motivo del milenario de la muerte de Metodio, en 1885, el pintor polaco Jan Matejko regaló a Velehrad una hermosa pintura en óleo de San Cirilo y San Metodio realizada sobre madera de peral.

Foto: autora
El cuadro se encuentra en la Basílica, así como la pintura que representa a Metodio bautizando al príncipe checo Borivoj, agregó Ludmila Cigosová.

"Borivoj no podía sentarse a la mesa durante los festines reales. Por ser pagano tenía que sentarse en la tierra junto con los perros, a los que solían echar restos de comida. Era muy humillante, así que Borivoj decidió adoptar el cristianismo".

¿Y dónde está sepultado San Metodio, el primer arzobispo de Moravia?

No lo sabemos. Puede ser en la basílica de Mikulcice o en un templo que se encuentra en la localidad de Sady, cerca de Staré Mesto, en Moravia del Sur.

El Papa Juan Pablo II visitó Velehrad el 22 de abril de 1990. Para recordar esta visita fue erigida cerca de la Basílica una gran cruz blanca, señaló Ludmila Cigosová.

La misa celebrada por el Papa Juan Pablo II  (1990) Foto: CTK
"El Papa arribó en helicóptero al pueblo Tupesy. Allí lo esperaba el ´papamóvil´ que lo llevó a Velehrad. Se celebró una misa preciosa a la que asistió muchísima gente. Los que no cupieron en la Basílica, siguieron la misa en una pantalla gigante instalada detrás del pueblo. Tras la misa el Papa visitó la iglesia en compañía del entonces arzobispo de Olomouc, Vanák. Después del almuerzo descansó un poco, plantó un tilo en el monasterio y entre las tres o las cuatro de la tarde se fue a Bratislava. Fue una visita muy corta, pero todos la recordamos mucho y nos sentimos orgullosos de ella".

Tras los muros del monasterio el tilo plantado por el Santo Pontífice permanece oculto ante los ojos de los miles de peregrinos que se reúnen en Velehrad cada año con motivo de la fiesta de San Cirilo y San Metodio. La tradición relacionada con los dos hermanos de Salónica continúa.

Finalizamos este programa especial con una canción en la que su autor Bedrich Ludvík dice: "Ser como el árbol, no pensar en la historia, sólo crecer en la tierra. Dar sombra a la hierba y crearse su propio cielo. Allá en las copas, el hombre y el árbol se encuentran, allá en las copas, el hombre tiene al alcance el cielo, allá en las copas, pierde el miedo al tiempo".