Los checos no olvidan los sucesos de agosto de 1968
Transcurridos 41 años, la invasión de las tropas soviéticas aún permanece viva en la mente de muchos checos. Prueba de ello es el acto conmemorativo que se efectúa cada año frente al edificio de la Radiodifusión Checa.
Brusco y violento fue el despertar en Praga el 21 de agosto de 1968. De repente y sin previo aviso, Checoslovaquia se vio invadida por las tropas de los Ejércitos del Pacto de Varsovia, encabezadas por las Fuerzas Armadas Soviéticas. Su objetivo fue claro: aplastar el movimiento reformista conocido como la ‘Primavera de Praga’.
La invasión, pacífica al principio, pronto se convirtió en un infierno, que no tardó en tener sus primeras víctimas fatales. Entre ellas, quince personas murieron defendiendo la sede de la Radiodifusión Checoslovaca.
En esos días alborotados, la radio nacional no sólo cumplía su función informativa, sino que se convirtió en un importante medio para coordinar al país frente al invasor. Así lo señaló el director interino de la Radiodifusión Checa, Richard Medek, durante el acto conmemorativo que tuvo lugar este viernes en la calle Vinohradská.
“En un momento en que la situación cambiaba de un minuto para otro, los altos representantes del país eran sacados a la fuerza del territorio nacional y se extendía el caos, la radio permanecía inalterable, sirviendo de fuente de información y organizadora a la vez”, sostuvo Medek.En la ceremonia participó asimismo el primer ministro, Jan Fischer, quien recalcó la importancia de seguir conmemorando los sucesos históricos.
“Cuarenta y un años es mucho tiempo. La memoria humana es traicionera, con el tiempo suele nublarse y confundirse y nosotros nos volvemos cada vez más indiferentes con lo ocurrido. Eso es muy peligroso. Tratemos de evitarlo”, subrayó Fischer.
En la invasión de Checoslovaquia participaron unos 750.000 soldados y 6.000 tanques del Ejército del Pacto de Varsovia. Más de 100 personas murieron durante la operación y unas 500 resultaron heridas de gravedad. Cerca de 300.000 checos y eslovacos emigraron al extranjero tras los sucesos de 1968.