Los checos han descubierto el paradero de criminales de guerra nazis

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Sesenta años han transcurrido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero muchos de los criminales de guerra nazis han logrado evadir la justicia hasta el presente. La Policía checa está reuniendo material para demandar en juicio a tres de esos criminales.

Las investigaciones de la Policía checa fueron impulsadas por los reportajes del periodista Stanislav Motl de la televisión Nova. El periodista trató de descubrir el paradero de varios criminales de guerra nazis, responsables del asesinato de civiles en la entonces Checoslovaquia. Stanislav Motl analizó detalladamente los materiales en los archivos checos, descubriendo posteriormente el paradero de algunos de esos criminales. Tres de ellos aún no han sido castigados y viven en Alemania.

La Policía checa reúne actualmente el material necesario para solicitar a Alemania que los culpables por los crímenes en Checoslovaquia comparezcan ante los órganos de justicia. Expertos checos reconocen, no obstante, que semejantes juicios son muy complicados debido al tiempo transcurrido desde la guerra y a la ausencia de testigos directos de los crímenes. En el pasado, Checoslovaquia había solicitado demandar en juicio a varios criminales de guerra, pero las autoridades de la entonces Alemania Federal rechazaron cooperar con un régimen comunista.

En vista de los cambios geopolíticos de los últimos decenios, las autoridades de la República Checa confían ahora en la buena voluntad de Alemania y en su disposición para castigar a los culpables por las masacres de miles de civiles en diferentes países.

La República Checa solicitará que comparezcan ante la justicia tres criminales de guerra nazis, entre ellos, Walter Hauck, responsable de la masacre en la aldea de Leskovice, Bohemia del Sur, en mayo de 1945, durante la cual los nazis asesinaron a 26 habitantes de la aldea.

Rudolf Malik es el segundo criminal de guerra nazi que la República Checa desea demandar en juicio. El 7 de mayo de 1945, Rudolf Malik, quien entonces tenía 17 años de edad, formaba parte del comando que en la localidad de Velké Mezirící, cerca de la metrópoli morava de Brno, asesinó a cincuenta civiles.

También se pedirá el castigo a Hildegarte Mende, que durante la guerra había trabajado de guardiana en el campo de concentración de Terezín, al norte de Praga. Según los documentos de los archivos checos, los judíos internados en Terezín caracterizaban a Hildegarte como una de las carceleras más crueles.