Lída Baarová, la mujer que hizo enloquecer a Joseph Goebbels
La actriz Lída Baarová, considerada en los años 30 como una de las mujeres más hermosas de su tiempo, pasó en pocos años de estrella de cine en Checoslovaquia, Alemania e Italia a ser encarcelada e investigada por colaboracionismo tras la Segunda Guerra Mundial. Este mes se cumplen cien años del nacimiento de este polémico personaje, amante durante tres años del ministro nazi de propaganda Joseph Goebbels.
Nacida con el nombre de Ludmila Babková, la actriz era hija de un funcionario municipal y una cantante de ópera. Tanto su madre como su hermana Zorka padecían de un caso especial de neurosis que al parecer se había manifestado antes en otros miembros de la familia, y del que se dice que en menor grado afectó también a la misma Baarová.
Ambas hermanas labraron su carrera en el mundo del espectáculo. Zorka Janů, de mayor madurez y formación intelectual y, a decir de la crítica de la época, mayor talento, vio sin embargo su carrera lastrada por su enfermedad y acabó suicidándose. Lída Baarová, sin embargo, tras un breve periodo en la Escuela de Artes Escénicas de Praga, ascendió rápidamente en el mundo del cine. Su primera película fue ‘Patriotas Caídos’ (‘Zapadlí vlastenci’), dirigida por Miroslav Josef Krñanský en 1932, cuando la entonces apellidada Babková tenía solo 18 años.Radek Žitný, autor de la última biografía aparecida sobre Baarová, nos da los detalles de su descubrimiento.
“Ella misma contaba que Krñanský fue a la escuela a buscar talentos. Pero la verdad es que Otakar Štorch-Marien, que editaba la conocida revista Aventinum había escrito sobre ella, entonces estudiante de primer año, un artículo muy favorable, diciendo lo bien que recitaba Ludmila Babková, del Conservatorio de Praga. Krñanský leyó el artículo y luego contactó a Otakar, que le puso en contacto con Babková”.Tras su debut y hasta 1934 participó en Checoslovaquia en 19 largometrajes, obteniendo progresivamente mayor renombre y convirtiéndose en todo un símbolo del cine checoslovaco de entreguerras. Su fama se proyectó pronto en el extranjero y de hecho el éxito de ‘Barcarole’, rodada en 1935 le valió cierta repercusión en Estados Unidos y la oferta de ir a trabajar a Hollywood.
En brazos del enemigo
Baarová sin embargo veía la continuación de su carrera más cerca de su país natal. En 1936 se trasladó a la Alemania nazi fichada por la UFA, el estudio cinematográfico más importante del Reich. Allí, en una carambola de peripecias amorosas que involucraban al actor Gustav Frölich, conoció al ministro nazi de propaganda y mano derecha de Adolf Hitler, Joseph Goebbels, con el que inició una aventura amorosa.La relación podría haberse quedado en un afer pasajero, pero lo cierto es que el encanto de la checa penetró poderosamente en el corazón del jerarca nazi. En posteriores declaraciones y memorias, Baarová aseguraba haber sido víctima de su ingenuidad y haber actuado de forma totalmente apolítica. Lo cierto es que la proximidad con los círculos de poder alemanes la beneficiaba personal y profesionalmente. Incluso Adolf Hitler, conocido amante del cine, pidió conocerla personalmente e incluso le ofreció la nacionalidad alemana.
Baarová fue durante este periodo identificada con el régimen nazi, una percepción que le pasaría factura más adelante pero de la que fue seguramente inconsciente, comenta Žitný.“El ambiente tenso en torno a Baarová se puede decir que comenzó con su relación con Goebbels, desde 1936, y a medida que la relación se desarrollaba, evidentemente esta tensión política era más y más fuerte. Si ella misma se daba cuenta, hoy podemos decir que difícilmente, sin embargo se sabe que la relación era tan intensa que creció hasta convertirse en un problema político que al final tuvo que resolver el mismo Hitler”.
Goebbels era conocido por sus constantes flirteos y aventuras con jóvenes actrices, pero en esta ocasión la relación con Baarová había superado las expectativas de sus más allegados. El ministro llegó a presentar su dimisión a Hitler con el propósito de marcharse de embajador a Japón con su amante y comenzar una nueva vida. El führer decidió intervenir y expulsar a la actriz checa de Alemania, explica Žitný.
“La esposa de Goebbels, Magda, intervino decididamente, y además es necesario darse cuenta de que fue justo en el momento en el que se firmaba el tratado de Múnich, en el que se entregaba parte de Checoslovaquia a Alemania. Hitler no podía permitirse prescindir de Joseph Goebbels en esos momentos cruciales, y menos que apareciera en la prensa internacional una aventura de su ministro de Propaganda con una actriz checa. Así que la mandaron de vuelta a Chequia”.
Durante este periodo, Baarová actuó en siete películas rodadas en alemán, idioma que hablaba sin acento, algunas de ellas sutilmente propagandistas del pensamiento del Reich, como por ejemplo Patriotas (‘Patrioten’), de 1937, en la que interpretaba a una francesa que ocultaba en su casa a un espía alemán, del que se acabaría enamorando.
Un regreso a la patria nada grato
Cuando Lída Baarová volvió a su patria, esta se había transformado en un menguado estado títere, controlado por los nazis, llamado Protectorado de Bohemia y Moravia. Mientras que en Alemania tenía vetado rodar, en Praga en principio no había obstáculos para su vuelta al plató, y de hecho participó activamente en la producción cinematográfica del país.
En buena medida Baarová reprodujo en Praga el mismo tipo de vida social del que había disfrutado en Berlín, manteniendo contactos y relaciones amorosas con la cúpula del poder, que en esta ocasión estaba formada por funcionarios alemanes y checos colaboracionistas. De nuevo su nombre traía un fuerte regusto a traición, apunta Žitný.“Esta ingenuidad suya era más bien frío cálculo, porque en Alemania se había acostumbrado a un nivel de vida determinado, a un estándar social, para ser más exactos, y aquí empieza a aprovechar las oportunidades que le surgen. Es admirable que ya cuando se declara el Protectorado, Baarová ya tenía amplios contactos con los altos cargos políticos”.
Conocida es por ejemplo su buena disposición con Karl Hermann Frank, sudetoalemán que ocupó diversos cargos de poder en el Protectorado y que en 1946 fue condenado a muerte por crímenes de guerra. La actriz le prometió a Frank eliminar el sufijo checo de su apellido y llamarse simplemente Baar para poder seguir actuando en películas en alemán.
La prestancia a la colaboración la mantuvo a flote pero no pudo evitar cierta decadencia cuando, debido a la guerra, la producción cinematográfica nacional se redujo. Precisamente por la falta de demanda en los estudios de Barrandov, Baarová consiguió por primera vez varios papeles en obras de teatro, pisando en varias ocasiones el escenario del Teatro Nacional, aunque con un resultado desigual, comenta Žitný.“Es difícil seguir el rastro de su carrera teatral. Recorrió varios escenarios y su llegada al Teatro Nacional supuso la cumbre de esta faceta de Baarová. De las críticas de la época se desprende que en general fue recibida positivamente, sin embargo su interpretación no era tan fascinante o tan profesional como para que las compañías de teatro se la disputaran. En la compañía de Karel Jičínský actuó como sustituta de su hermana Zorka, que tenía más talento escénico que ella. Simplemente no estaba hecha para el teatro”.
La creciente falta de oportunidades en el Protectorado, y la prohibición final de que Baarová actuara en cualquier película checa, la llevó en 1943 a buscar fortuna en la Italia de Mussolini. Durante este primer periodo italiano Baarová dejó su huella en la cinematografía del país a través de seis películas, rodadas entre 1942 y 1944, demostrando de nuevo su don para las lenguas, como afirma Žitný.“He tenido la oportunidad de ver tres de estas películas. La primera, ‘La Fornarina’, se encuentra en el promedio de calidad de su carrera, y está basada, como los otros, en que Lída Baarová actúa en toda su belleza. No es una gran interpretación. Pero es admirable lo bien que hablaba italiano, y además sin acento”.
Finalmente el devenir de la guerra hizo que los Aliados avanzaran hasta Italia, donde se abrió un nuevo frente. La producción cinematográfica se paralizó y Lída Baarová se vio obligada a volver a Praga.
Media vida huyendo
El libro de memorias de Lída Baarová se llama ‘Huidas’ (‘Útěky’) no de forma gratuita. Poco después de volver al Protectorado la Segunda Guerra Mundial se vio en sus momentos finales, y los cimientos de poder sobre los que se habían sustentado los últimos años de carrera de la actriz comenzaron a tambalearse. Temiendo lo que le podría pasar en una Praga devuelta a las manos de los checos, Baarová escapó a Alemania, relata Žitný.
“Huyó en auto junto con el actor Hans Albers, cargó todo lo que cabía en el coche y se largó a Bavaria. Al final después de una serie de casualidades y circunstancias cayó en manos de los americanos, y al final decidió simular que padecía una enfermedad mental y la ingresaron en un sanatorio mental de Múnich”.En septiembre de 1945 fue requerida desde Praga y encarcelada inmediatamente en la capital checoslovaca a la espera de juicio. Curiosamente los cargos que se presentaban no tenían que ver con sus relaciones afectivas con jerarcas nazis como Goebbels, sino que partían de una acusación de espionaje lanzada por su antiguo amigo y colaborador el director teatral Bohumil Perlík, implicado durante los tiempos del protectorado en un delito de estafa. Perlík había sido enviado entonces a prisión en parte gracias al testimonio de Baarová, y ahora tras la denuncia se encontraba muy probablemente el deseo de venganza.
Baarová fue declarada inocente y liberada en diciembre de 1946. Por su implicación en la industria fílmica alemana en los tiempos de ocupación se le prohibió de por vida rodar en Checoslovaquia y le fue impuesta una multa que, al no pagarse, resultó en la confiscación de la villa que la actriz poseía en Praga.
A la antigua estrella de cine le esperaban todavía muchos vericuetos. Al poco de salir de la cárcel contrajo matrimonio con Jan Kopecký, propietario de un teatro de marionetas y sobrino del ministro comunista del Interior, contacto al que también se deba posiblemente lo bien parada que Baarová salió de su etapa colaboracionista.Después de un par de años trabajando junto con su marido de titiritera, la pareja emigró en 1948, año del advenimiento del régimen comunista, a Austria. En esta nueva vida de exiliada, Baarová residió en Argentina, España e Italia, consiguiendo continuar su carrera como actriz, con el mismo o mayor fulgor que en la época de entreguerras, cuenta Radek Žitný.
“Consiguió imponerse en cinco películas italianas, en películas españolas, y eso es admirable, añadiendo una lengua más a su repertorio, y en los escenarios teatrales apareció en Austria, y varias veces en Alemania. Se puede decir que su vida artística comenzó después de la guerra, en los años 50”.
En español Baarová rodó siete películas en tan solo dos años, entre 1956 y 1957. En 1956 precisamente se divorció de Kopecký y en 1970 se casó con el ginecólogo Kurt Lundwall, que sin embargo moriría apenas tres años después de la boda.En los años 60 su carrera se estancó y desapareció del mundo del cine, salvo un pequeño papel en la película ‘Las lágrimas amargas de Petra von Kant’, de Rainer Werner Fassbinder. En 1999 fue una de las entrevistadas en el documental ‚Las Mujeres de Hitler‘, en lo que fue su última aparición en la gran pantalla. Lída Baarová murió en 2000 en Salzburgo, a la edad de 85 años.
En el libro ‘Doctor Goebbels’, Roger Manwell comenta lo siguiente sobre los últimos días de vida del ministro de Propaganda. “Cuando llegó el momento hacia el final de la guerra en el que creyó apropiado quemar todos sus documentos privados, su ayudante, Von Oven, recordaría que el ministro miraba una colección de viejas fotografías. De repente se detuvo en una y le mostró al joven el retrato de una mujer. Mira, le dijo, esta sí es una mujer hermosa. Von Oven miró la fotografía. Era de Lída Baarová. Goebbels se quedó mirando el rostro de la fotografía durante unos instantes y luego rompió la foto con las manos. Al fuego con ella, dijo Goebbels”.