Leos Janácek II - Sentimientos profundos: amor apasionado, rebeldía contra la represión y alabanza de la vida

Leos Janácek, Luhacovice, 1926

Abrimos el segundo capítulo de la miniserie dedicada al organista, pianista, director de coro y de orquesta, pero ante todo gran compositor checo, Leos Janácek. Les presentamos a Janacek como autor de composiciones para el coro y la orquesta.

En agosto de 1917 Leos Janácek empezó a componer el ciclo de canciones para tenor, contralto y tres voces femeninas con piano, "El diario de un desaparecido". De inspiración le sirvieron su amor tardío, Kamila Stösslová, y unos versos publicados en el diario Lidové Noviny.

En un pueblo montañoso de Moravia Oriental desapareció el único hijo de una familia de campesinos. Todos creían que le había pasado una desgracia o que se había convertido en víctima de un crimen. Unos días más tarde encontraron en el cuarto del joven su diario. Contenía 23 poemas cortos en los que el chico confesaba su amor hacia una joven gitana, con la que junto a su hijo común decidió escaparse.

Saliendo de la tradición de Smetana y Dvorák, Leos Janácek sentía afición por componer para el coro. "El maestro Halfar", "Marycka Magdonova" y "70 000", obras basadas en las baladas del poeta silesiano, Petr Bezruc, surgieron como protesta contra la represión social y nacional.

En estas composiciones, Janácek realmente ataca los sentimientos del auditorio, y ha ocurrido incluso que durante su presentación el público se desmayaba. El compositor y el poeta no se conocieron personalmente. Bezruc trabajaba en la oficina de correos de la estación de Brno, donde también Janácek disponía de un apartado. Cuando Janácek partía hacia Hukvaldy fue a anunciar el cambio de dirección, de lo que estaba encargado Bezruc. Así se veían, sin embargo, sin intercambiar una sola palabra ni apretarse la mano, y sin que Janácek sospechara que el empleado de correos era el autor de esos poemas que expresaban la misma rebeldía con la que había crecido él mismo.

La obra de Janácek destinada para el coro y la orquesta culminó con la Misa Glagólica, un himno de la creencia en el hombre y alabanza de la vida, que el compositor escribió en 1926, a sus 72 años de edad, a base de un texto litúrgico en la lengua eslava antigua.