La rueda de la historia giró vertiginosamente en el palacio de Kolodeje
Visitaremos el palacio de Kolodeje, situado en los alrederores de Praga. Su historia conoció los mayores vaivenes en el siglo 20: en 1919 fue sede estival del primer presidente checoslovaco, Tomás Garrigue Masaryk, y en los años 50 albergó una cárcel secreta del régimen comunista.
El nombre de Kolodeje viene de la palabra KOLODEJ- hoy en desuso- que designaba al artesano que fabricaba ruedas de carros. Los artesanos se asentaron en aquel tramo del camino real donde se rompían frecuentemente las ruedas de los coches: ello solía ocurrir al bajar los coches una empinada cuesta al pie de la cual había un importante vado en el río Rokytka. Ése es el origen del pueblo de Kolodeje que tiene en su escudo una rueda dorada de doce rayos.
El fuerte de Kolodeje que no tardaría en convertirse en un castillo gótico fortificado, fue edificado para fungir como una centinela en el camino real. De los anales históricos se desprende que el fundador del fuerte de Kolodeje fue Meinlin Rokycanský cuya familia pertenecía al patriciado praguense que con su opulencia rivalizaba con la nobleza.Kolodeje entró en la historia grande en 1359 cuando el emperador romano germano y rey checo, Carlos IV, donó el castillo a su hermano, el margrave moravo Juan Enrique. Una leyenda dice que el gigantesco roble que crece en el parque palaciego de Kolodeje fue plantado precisamente por el emperador Carlos IV.
Como suele ocurrir, los herederos del margrave moravo disiparon los bienes paternos y el feudo de Kolodeje y su castillo volvieron a manos de una familia patricia praguense, fabulosamente rica:los Rotlev.Para que tengan una idea de quiénes eran los Rotlev les diremos que una casa perteneciente a esa opulenta familia fue adquirida por el emperador Carlos IV como sede de la universidad y aún hoy en día sirve para esa finalidad.
En el siglo 16 el castillo de Kolodeje fue remodelado convirtiéndose en un palacio renacentista y a finales de esa centuria llegó a formar parte de los extensos dominios de los señores de Smirice.
A principios del siglo 17, Alberto Juan de Smirice fue el noble checo más rico. Como uno de los participantes activos de la insurrección de los protestantes checos contra el rey D. Fernando, tomó parte en la defenestración praguense en mayo de 1618.
Alberto Juan de Smirice falleció muy joven en 1619 sin presenciar la derrota de los estamentos protestantes checos en la funesta Batalla de la Montaña Blanca, librada en 1620, después de la cual empezó el ajuste de cuentas con los rebeldes.
Todo el patrimonio del noble checo más rico fue confiscado. El feudo de Kolodeje fue adquirido de la comisión de confiscaciones por el virrey católico Carlos de Liechtenstein, un hombre malvado que amasó su gran fortuna apoderándose de los feudos de los protestantes que fueron decapitados o emigraron del país.
La Guerra de los Treinta Años entre católicos y protestantes que terminara a mediados del siglo 17, dejó muy maltrecho el palacio de Kolodeje. La princesa Teresa Ana, oriunda de la estirpe de los Lichtenstein, mandó edificar sobre las ruinas un nuevo palacio barroco al estilo francés. Dejó arreglar también el coto de 60 hectáreas donde se crearon dos estanques con islitas y puentecillos.
La princesa Teresa Ana fue una mujer extraordinaria. A los 18 años, tras la muerte de su padre, asumió la gestión de sus dominios. En 1713, cuando tenía 19 años, se casó con el gallardo noble Tomás Emanuel de Saboya que poseía un altisonante apellido, pero escaso patrimonio.
No hacía falta. Su esposa, Teresa Ana de Saboya, se ocupó de las cuestiones económicas con admirable éxito. El pueblo la consideraba una benefactora. La princesa de Saboya instituía fundaciones caritativas, implantaba enseñanza gratuita en sus dominios, condonaba deudas a sus súbditos, fundaba asilos para pobres. Instituyó un fondo de subsidios para los campesinos en caso de malas cosechas.Cuando la princesa de Saboya tenía ochenta años, Bohemia fue afectada en 1770 por la mayor hambruna del siglo. La aristócrata abrió sus graneros para ayudar al pueblo.
La princesa de Saboya entró en las leyendas. En lugares cercanos a Kolodeje se aparece como Dama de Blanco y hace buenas obras aún después de muerta. Desde 1996, Kolodeje tiene una Calle de Saboya.
El palacio de Kolodeje conoció los más vertiginosos vaivenes del destino en el siglo 20. La mansión perteneció a los Liechtenstein hasta 1919 cuando les fue confiscada por el recién surgido Estado Checoslovaco. Su primer presidente, Tomás Garrigue Masaryk, pasó en Kolodeje el verano de ese año.
Treinta años depués, en 1948, pasaría el verano en Kolodeje el primer presidente comunista, Klement Gottwald. Y después sucedieron en el palacio cosas antes inéditas.
En enero de 1951 llegaron a Kolodeje camiones con cargamentos de madera que fue utilizada para construir en los subterráneos del palacio celdas de una cárcel secreta. Los presos eran personeros comunistas que habían puesto en marcha la máquina del terror y ahora se convertían en sus víctimas. Gustáv Husák, que sería presidente checoslovaco en los años 70 y 80, fue uno de los presos.
Las informaciones sobre la cárcel secreta no tardaron en filtrarse y la prisión fue desmantelada. Y sobrevino una nueva desgracia: el palacio de Kolodeje fue transformado en un centro de formación para las fuerzas represivas del régimen comunista. En los salones fueron instalados toscos camastros y los primorosos estucos de los techos fueron cubiertos con cal.
A finales de los cincuenta el palacio tuvo un nuevo dueño: la presidencia del Gobierno. Sus interiores se llenaron con mobiliario, cuadros y porcelanas procedentes de otros castillos y palacios.
El coto de Kolodeje, adyacente al palacio, agradó sobremanera al playboy del régimen comunista, el primer ministro Lubomír Strougal, que mandó construir en medio de los árboles seculares un lujoso chalet para su uso personal, dotado de una piscina de agua caliente y canchas de ténis.
El palacio de Kolodeje recuperó su dignidad tan sólo tras la Revolución de Terciopelo de 1989 que derrocó al régimen comunista.Y de nuevo entró en la historia por la puerta grande. En 1992, el primer ministro checo, Václav Klaus, y su homólogo eslovaco, Vladimír Meciar, negociaron en Kolodeje sobre la división de Checoslovaquia y en una conferencia de prensa ofrecida en el patio del palacio anunciaron que el Estado común de checos y eslovacos dejaría de existir.