La protectora de los niños de Zaporiyia

Natalia Sivoraksha con 'sus' niños

Natalia Sivoraksha es la persona al cargo de todos los niños que necesitan protección y atención en la ciudad ucraniana de Zaporiyia. A Radio Praga Internacional contó cómo hace un año, con el inicio de la invasión rusa, tuvo que despedirse de gran parte de los niños que estaban a su cuidado para empezar a acoger a todos los que llegaban de las zonas ocupadas.

El inicio de la invasión rusa hace un año no afectó a todo el mundo por igual. Algunos ya tenían su propia guerra personal o familiar en marcha. Especialmente vulnerables son siempre los menores. En la ciudad de Zaporiyia, en el este de Ucrania, Natalia Sivoraksha, está al cargo de todos los niños con necesidades básicas sin cubrir. Con el comienzo de la guerra, todo dio un vuelco para ella, pero especialmente para los niños que cuida desde su oficina municipal.

Natalia Sivoraksha | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Hace un año, cuando empezó la guerra, primero sentí mucho miedo. Estuve aterrada durante varios minutos. Pero después me di cuenta de que tenía una gran responsabilidad. De mí dependen las vidas de los niños de Zaporiyia. Todos los documentos pasan exclusivamente a través de mí. Y soy yo quien carga con toda la responsabilidad de dónde son enviados y con quién”.

En aquellos primeros días de guerra, de incertidumbre y de miedo, muchos de los trabajadores de su equipo se marcharon de la ciudad, especialmente por miedo a qué sería de sus hijos, dice Sivoraksha.

A la vez que estos, se fueron unos 800 niños al cuidado de la ciudad, unos con sus padres, y a muchos otros hubo que encontrarles familia en el oeste del país o en el extranjero.

Antes de la guerra, Sivoraksha tenía casi 1500 niños a su cargo, de los cuales mil eran huérfanos. Con el inicio de la invasión, se marchó de la ciudad hasta el 70% de los menores por los que responde.

Pero pronto empezaron a llegar niños de los territorios ocupados más al este de Zaporiyia.

Zaporiyia | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Nosotros damos ayuda y acogemos a la gente que sufrió la ocupación y llegó huyendo a Zaporiyia porque no tenían absolutamente de nada. Una de mis tareas es identificar a todos los niños que han llegado sin padres. Me ocupo de ellos y fundo una familia para ellos, para que estén en familia”.

Fueron tantos los recién llegados escapando de la ocupación rusa y los combates que pronto la cifra de menores a su cargo llegó al nivel de antes de la guerra. Estos remplazaron a los anteriores, pero su perfil era distinto.

Unos cuarenta de estos recién llegados no tenían padres ni representante legal. Otros, la gran mayoría, habían llegado con su abuela o con una vecina, por ejemplo. Estos pueden cumplir el papel parental y acompañarles en su desarrollo y formación. Una vez que acabe la guerra, estos menores podrán volver rápidamente a su casa con sus padres.

Natalia Sivoraksha responde sin ningún problema en ruso a las preguntas, aunque la mayor parte de los cargos oficiales en Ucrania usan única y exclusivamente el ucraniano ahora, aunque originalmente su lengua materna fuera el ruso. Es la lengua del invasor, dicen, pero Natalia, con su pañuelo al cuello con los colores de la bandera ucraniana, defiende, que también es su lengua, como lo es en realidad para toda esa parte de Ucrania, aunque puede que esto ya esté cambiando poco a poco. Cuestiones lingüísticas al margen, lo primero es ganar la guerra, dice Sivoraksha.

Zaporiyia | Foto: Daniel Ordóñez,  Radio Prague International

“Lo más importante es que creo totalmente en la victoria de Ucrania. Y creo en ella por todo el apoyo que estamos recibiendo del mundo. Eso quiere decir que hacemos lo correcto, que no hemos cometido ningún crimen, como dicen en Rusia. Así que tengo muchas esperanzas en que vuelvan mis niños y viviremos como antes, desarrollando las diferentes modalidades de protección, en casas de acogida, en adopción… El sistema funciona muy bien. Hemos levantado casas que hemos entregado, hemos hecho de todo para que nuestros huérfanos vivan en condiciones de confort normales para una familia”.

Dice Natalia Sivoraksha que lo más necesario para los niños a su cargo es, por este orden: ayuda psicológica, ropa y productos de higiene y, por supuesto, también dinero y medios para, por ejemplo, comprar un teléfono o un ordenador y poder tener un desarrollo y una educación como la de cualquier otro niño.

Ahora, en el aniversario de la guerra, sabe Natalia que hizo lo correcto quedándose en la ciudad a pesar del miedo. La confianza en la victoria es real, se palpa en la calle, como demuestra el hecho de que ya están empezando a volver muchos de “sus” niños.

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