La princesa checa Ana fue reina de Inglaterra

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En el siglo XIV, una princesa checa se convirtió en la reina de Inglaterra. Ana, hija del emperador romano - germano y rey checo, Carlos IV, se casó en 1382 con el rey de Inglaterra, Ricardo II, que en aquel entonces tenía quince años. Aunque Inglaterra parecía en los tiempos de Ricardo II un volcán a punto de hacer erupción, Ana se inscribió en su historia como una reina bondadosa y cariñosa. El matrimonio de Ana y Ricardo II se convirtió de un enlace contraído por motivos políticos en una unión sellada por el amor.

Las negociaciones entre los diplomáticos checos y los representantes ingleses sobre el enlace matrimonial entre el rey de Inglaterra Ricardo II y la princesa checa Ana tuvieron lugar el 12 de junio de 1380.

El proyectado matrimonio reflejaba los intereses políticos y religiosos de las cortes checa e inglesa. El reino de Bohemia y el de Inglaterra tomaron idéntica postura ante el cisma del año 1378 cuando al Papa Urbano VI le surgió un rival en la persona de Clemente VII que tenía su sede en Aviñón.

Bohemia e Inglaterra se aliaron contra el Papa Clemente VII y contra Francia como su principal protector. El hábil y elocuente embajador del Papa Urbano, Pileo de Prat, no tuvo mucho trabajo al convencer a ambas cortes sobre las ventajas del matrimonio checo - inglés.

Durante las negociaciones sobre el matrimonio entre Ricardo II y la princesa checa Ana, el monarca inglés mostró una extraordinaria generosidad: en Londres mandó entregar al rey checo Venceslao IV, en forma de un préstamo ficticio, veinte mil florines de oro y prometió 80 mil florines más. Este generoso acto hizo correr rumores de que el rey checo vendió a su hermana Ana al monarca inglés.

Una vez ratificado el contrato matrimonial, la princesa Ana emprendió en octubre de 1381 el viaje a su nueva patria inglesa con una espléndida comitiva. El rey Ricardo había prometido a los integrantes del séquito que podrían quedarse en Inglaterra, aunque en número un poco reducido.

El 18 de diciembre de 1381, Ana desembarcó en el puerto inglés de Dover, a tiempo para escapar a una violenta tempestad que destrozaría la nave en la que la princesa había llegado.

Cuatro semanas después, el 14 de enero de 1382, se celebró en Londres la boda y el 22 de enero la coronación de Ana como reina de Inglaterra.

Los recién casados eran muy jóvenes: el rey de Inglaterra tenía quince años y Ana era ocho meses mayor. Ricardo destacaba por la belleza física, pero a este hermoso príncipe rubio tampoco le faltaban el coraje y la firme voluntad.

No tenemos noticias de que Ana fuese extraordinariamente hermosa, pero sabemos que su gracia juguetona encantaba a Ricardo. Así, el matrimonio concluido por motivos políticos se convirtió en una unión de dos jóvenes inseparables. Ana no tenía en el corazón de Ricardo a ninguna rival.

A la semejanza entre los caracteres de Ricardo y Ana se sumaba la armonía en la fe religiosa. El reformador religioso Wicklef escribió con deferencia y reconocimiento que Ana trajera con ella a Inglaterra tres versiones de las Sagradas Escrituras:la checa, la alemana y la latina.

Después de la muerte de la reina Ana, el arzobispo de Canterbury añadió que en Inglaterra Ana leyó con predilección y asiduidad la traducción inglesa de las Sagradas Escrituras y en este aspecto superó a muchos prelados.

La reina Ana era contemporánea de Godofredo Chaucer, famoso por sus "Cuentos de Canterbury". Chaucer la enalteció en el prólogo a la Leyenda sobre la mujer buena donde retrata a Ana como la mítica reina tracia Alcestes, una auténtica encarnación de la bondad y de la fidelidad.

Ana trajo desde Bohemia manuscritos iluminados que influyeron los manuscritos ingleses. La moda femenina checa de las damas de su comitiva influyó la moda de la corte inglesa. La más notable fue, sin embargo, su influencia personal como reina bondadosa y cariñosa. Ricardo allanó el camino a Ana decretando una amnistía en víspera de su llegada a Inglaterra. Llegó incluso a decirse que fue a petición de la propia Ana.

Hay que tener presente que Ana se unió por matrimonio al rey de un país que se parecía en aquel entonces a un volcán a punto de hacer erupción, debido a la intensa efervescencia social. Antes de la llegada de Ana, Ricardo tuvo que hacer frente al levantamiento de los campesinos.

La situación política en Inglaterra se parecía a la del reino de Bohemia. En el reino checo, la alta nobleza convirtió en dos ocasiones en rehén al rey Venceslao IV; en Inglaterra Ricardo II enfrentaba los retos de sus tíos y primos rebeldes que se aliaban con los poderosos lores, formando una peligrosa fuerza.

Sin tomar en consideración el precario estado de las arcas reales, el generoso Ricardo no escatimó recursos para su joven esposa Ana a la que tomó un extraordinario cariño. Además de una elevada renta que representaba la décima parte de los ingresos reales anuales, Ricardo donó a Ana varios castillos: uno de ellos fue el de Bristol.

Del esplendor con el que se presentaba la reina Ana testimonia una noticia del año 1384 de que su traje color violeta estaba punteado de piedras preciosas.

En los tíos del rey, que no perdonaban a Ricardo que era apenas hijo del prícipe heredero, la reina Ana chocaba con un frío rechazo. Surgieron también problemas con su séquito checo. Uno de los favoritos del rey, Roberto de Vere, se enamoró de una de las damas checas de la reina Ana y repudió a su esposa, a pesar de ser nieta de un rey de Inglaterra y prima de Ricardo II.

El enamorado aristócrata inglés pidió divorcio al Papa Urbano con el consetimiento de Ricardo II y de la reina Ana: esta no vaciló en intervenir ante el Sumo Pontífice.

La bondad de la reina Ana quedó evidenciada cuando en 1392 pidió a su esposo perdón para los londinenses. Éstos se habían negado a conceder un préstamo al rey y el enojado Ricardo II quería intervenir militarmente contra Londres después de haber suprimido sus libertades.

La escena acontecida en el palacio de Westminster en la que Ana pidió exitosamente en público la gracia para los londinenses, fue el día más hermoso de la bondadosa reina.

El 7 de junio de 1394, durante una epidemia de peste, la reina Ana falleció en el palacio Shene, antes de cumplir los 28 años. En su necrólogo era llamada "bienhechora y madre de Inglaterra". La reina Ana duerme el sueño eterno al lado de su esposo Ricardo II en la abadía de Westminster, en Londres.

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