La performance y el afecto, valiosas herramientas de trabajo social
"Lleca" significa en la jerga mexicana de las cárceles “calle”. La cárcel es el espacio primordial de trabajo del colectivo artístico La Lleca, así bautizado por los presos. Estuvieron en Praga para trabajar el tema de la migración y de género.
Escuchamos la voz de Lorena Méndez, quien con un discurso autorreferencial y vestida con traje de novia, dio inicio a una performance titulada "Nuestra casa", que tuvo lugar el pasado sábado en el Centro Comunitario InBáze, ubicado en Praga, destinada a un público exclusivamente femenino e hispanohablante. El centro temático de la ocasión fue la mujer, sus condicionamientos socio-culturales, religiosos y un llamado al empoderamiento.
Lorena Méndez es junto a Fernando Fuentes, ambos mexicanos, iniciadora del colectivo La Lleca, que empezó a funcionar en el Distrito Federal en el 2004. Ellos, formados en la disciplina de Artes Visuales, han trabajado de manera interdisciplinaria con voluntarios de las ciencias sociales en sectores vulnerables y abandonados de la sociedad. Se han involucrado con mujeres, inmigrantes y presos. Lorena Méndez nos habla de las bases de su trabajo con estos grupos."El trabajo de arteterapia, creo que también el trabajo libertario es otro, creo que los feminismos cruzan todos estos trabajos por la escucha, la comprensión, la empatía, el diálogo y luego yo sí creo que tiene que venirel trabajo con el cuerpo porque si lo queyo pienso no pasa por el cuerpo y lo que yo siento no pasa por el habla hay problemas". Agrega su compañero del colectivo, Fernando Fuentes, que además todo está atravesado por el elemento afectivo, que define como “un acercamiento más profundo que la palabra y que luego, al retomar la palabra permite una comunicación más profunda y comprensiva”.
Durante su reciente estadía en la capital checa La Llecadictó también talleres para los profesionales que trabajan con grupos migratorios. Sin embargo, su ámbito de trabajo original son las cárceles, de hombres y de mujeres, del Distrito Federal. La iniciativa de dedicarse también a los inmigrantes es producto de una estancia en Barcelona, España, de la que nos habla Fernando Fuentes."Trabajábamos allá con organizaciones de migrantes. Estuvimos también apoyando una forma de protesta por las leyes de migración que se dieron en el 2005, los encierros. Los inmigrantes del norte de África, y latinoamericanos también, pues se metían a las iglesias o a algunos otros lugares y se quedaban allí encerrados haciendo huelga de hambre".
Añaden que en el caso de trabajar con inmigrantes, el objetivo es hacerles entender que, aunque son minoría, no son menos que los llamados ciudadanos. Por otro lado, llevar a aquellos que trabajan con las minorías a procesos de autoreflexión sobre los prejuicios de vieja data en el inconsciente y enseñarles a dominar una comunicación más integral y llena de gozo. Lorena expresa las dificultades que ella percibe.
"El poderte poner en los zapatos del otro y el que sea un gozo para ti que el otro se sienta bien, creo que esta es la dificultad con los grupos de inmigración que yo veo. Entender que el otro viene con un mundo que no es tu mundo y que tiene derechos. Esa es la situación... ya ni hablemos de las personas que están en la calle y los miran. No tienen ni idea. ¿Qué dicen? Que se vaya a su lugar, de donde vino. Es muy complejo".Nuestra artista entrevistada define su forma de trabajo como un antimétodo de carácter radical, nos cuenta por qué.
"En un principio no puede ser un método porque la necesidad es dentro de un lugar y un mundo caótico. No puede ser ordenado porque los códigos de la sociedad son bastante ordenados y no nos han funcionado. Lo que yo hago es lo que no se hace en muchas de las prácticas de las ciencias sociales y humanas. Sin embargo, sí tenemos en el hacer muchas coincidencias con el arteterapia, con las constelaciones, con la psicomagia, hasta con la Gestalt, dicen amigas madrileñas".
Fernando Fuentes, por su parte, se encarga de los grupos masculinos y el objetivo de su trabajo es el siguiente:
"Desaprender la forma en que aprendemos a ser hombres los hombres. Y mucho del trabajo es aprender a no ser violentos, buscar comunicarnos de otra manera y no solo a través de la competencia, el dominio y el sometimiento de otros hombres, las mujeres y personas más débiles".Con Fernando conversamos sobre la labor del colectivo en las cárceles mexicanas en donde a través de la performance y otras técnicas intenta mostrarles a los presos otras formas de relación y a deshacerse del estigma de delincuente. En el espacio carcelarioLa Llecatrabaja no solo con los reclusos sino también con todos los funcionarios, quienes también deben pasar por un proceso de desaprendizaje.
Aclara Fernando que las actividades realizadas en la cárcel no tienen como fin ni la rehabilitación ni la terapia. Nos expresa los motivos.
"Tampoco creemos que se tengan que ajustar a un modelo de salud mental porque bueno también el modelo de salud mental... Si los que tienen salud mental son los que están en el gobierno o los que dirigen las empresas, entonces estamos en un mundo de locos. Entonces tampoco estamos haciendo terapias, no queremos que sanen para estar como estas personas. Por eso, no hacemos ni terapia ni rehabilitación".
El logro de una actividad en la cárcel va más allá de la categorización. Se trata de despertar una reflexión profunda, una comunicación limpia de agresión o que, muchos de ellos,aprendan incluso a dibujar, a leer y escribir.Según la experiencia de nuestro entrevistado, el sistema de justicia mexicano o latinoamericano, en general, está viciado por una educación racial y clasista.
"Lo que vemos en las cárceles ahora es criminalizar uno, la pobreza, porque la mayoría de la población que está en el encierro es pobre; otro, la raza porque la mayoría de la gente que está presa son los indígenas y los que tenemos piel café; y también la juventud porque la mayoría de las personas que están encerradas tienen menos de 25 años. Hay ya un perfil que busca la policía, que persigue el sistema de vigilancia y justicia, que es joven, indígena y pobre", agrega Fuentes.
En ocasiones, debido a los cambios de gobierno y de directores de los centros penitenciarios, La Lleca ha sido literalmente echada de algunas cárceles, puesto que para los encargados de turno el método, o, mejor dicho, el antimétodo es demasiado radical. No obstante, ha tenido una presencia estable en las cárceles de su ciudad e incluso ha logrado la implicación de ex-presidiarios en el colectivo.
En el caso de Praga, las mujeres y las organizaciones no gubernamentales dedicadas al trabajo con los inmigrantes han sido las favorecidas por la presencia de La Lleca.