La ópera barroca española revive bajo el cielo veraniego de Praga
La guerra de los gigantes, obra de Sebastián Durón, interpretada por el grupo checo Musica Florea, tuvo su estreno el viernes pasado en la ciudad de Praga. Este 18 y 19 de julio se podrá ver también en el marco del Festival Krumlov.
“Hay muchos elementos populares. Se dice de Durón que es la última zarzuela barroca típicamente española”.
Marek Štryncl
Cae la noche en la capital checa y bajo el Castillo de Praga, en el escenario veraniego de la Academia de Bellas Artes en el Palacio Liechtenstein, empiezan a sonar melodías que trasladan al espectador a la España de comienzos del siglo XVIII. El grupo checo Musica Florea empieza a interpretar la ópera escénica de Sebastián Durón (1660-1716) La guerra de los gigantes, compuesta para celebrar en 1701 el anuncio del casamiento de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya.
El escenario veraniego, en realidad, se construye en el patio del Palacio Liechtenstein desde hace 13 años, como dice el director de Musica Florea, Marek Štryncl. Fue él quien eligió para la presente ocasión uno de los tesoros ocultos de la música barroca española.
“Lo que nos gusta, especialmente en esta obra, es que desde el punto de vista musical está enfocada en el folclore español. Hay muchos elementos populares. Se dice de Durón que es la última zarzuela barroca típicamente española. Por supuesto que hay zarzuelas posteriores pero ya conllevan formas italianas. Aquí no hay ningún recitativo clásico de carácter italiano. La obra se basa, sobre todo, en melodías y ritmos típicos para la música española folclórica”.
La obra de, aproximadamente, una hora y media está precedida por una introducción en la que se presentan Fama, Inmortalidad, Tiempo y Silencio. El propio argumento de la ópera, la Gigantomaquia, sucede en la segunda parte y alude a la llamada Guerra de Sucesión entre la Casa de Habsburgo y la Casa de Borbón.
“Cuando vi la partitura, me dije que era maravilloso, que había un experimento. Me recuerda la música del temprano barroco italiano que es muy experimental en la rítmica y harmonía. Sabemos que la zarzuela se nutre, desde el punto de vista musical, de fuentes e influencias arcaicas como es el mundo árabe, la rítmica india… Entonces surgió algo que para mí es experimental y vivo, simplemente. Por eso elegí esta obra”.
Dice Marek Štryncl que si tuviera que comparar la ópera con el ambiente barroco checo, vería similitudes con las llamadas “representaciones de escuela” (školské hry) que incluían el melodrama, el ballet, la actuación y la música y servían a los estudiantes para aprender latín. No obstante, también podían sobrepasar el panorama estudiantil y tener carácter solemne. Obras así componían, por ejemplo, Josef Mysliveček o František Xaver Brixi.
“Tengo que reconocer que intentamos hacer el reparto en la orquesta tal y como se hacía en el estreno en aquellos tiempos en España. Es decir, tenemos cuatro violines e instrumentos típicos, como es el arpa, distintas guitarras, laúdes, etc. No añadí ningunas flautas, como se suele hacer. Lo dejo en la versión original”.
Reconstruir la danza barroca
Reconoce el director Štryncl que la obra en la interpretación le permite revelar sin escrúpulos la enorme pasión que siente por la música. Y fue, precisamente, el entusiasmo del director de orquesta lo que le convenció a colaborar en este proyecto a la bailarina y coreógrafa británica de origen checo Andrea Miltnerová, responsable por la dirección artística. Para esta experta en la danza barroca, no obstante, ha sido la primera experiencia con la ópera barroca española.
“No está escrita tal y como otras óperas barrocas a las que estoy acostumbrada. Faltan notas para la música solo instrumental que acompaña las situaciones de actuación en el escenario. Hay mucho texto, está muy concentrado. Entonces, tuvimos que introducir partes instrumentales para cambiar de escena o para que los intérpretes pudieran entrar y salir. Así que, esto fue un reto. También lo fueron los ritmos complejos porque también hice la coreografía. Sobre todo en el comienzo de la ópera, no siempre fue fácil entender los ritmos, llevó tiempo”.
“Requiere una profunda musicalidad de los bailarines porque la coreografía es casi como otra voz en la orquesta”.
Andrea Miltnerová
Prosigue Andrea Miltnerová que tuvo que estudiar mucho material sobre La guerra de los gigantes y de gran ayuda le sirvió el taller del director de escena y compositor Ignacio García, experto en zarzuelo, que vino a impartir en Praga el pasado mes de mayo. Por supuesto, también aprovechó su enorme experiencia con la danza barroca que pudo estudiar en Francia, colaborando estrechamente con la coreógrafa Françoise Denieau. “La danza barroca forma parte de mí”, dice.
“Es el comienzo del ballet clásico, las piernas no se levantan tan alto. Hay un vocabulario específico de pasos que están estrechamente unidos con la música, pero al ritmo de la música, no la melodía. Esto requiere una profunda musicalidad de los bailarines porque la coreografía es casi como otra voz en la orquesta. También el uso de los brazos es distinto y muy específico”.
La interpretación checa de La guerra de los gigantes incluyó a tres bailarinas, no obstante, también los cuatro cantantes tuvieron que ensayar los movimientos en el escenario para cumplir con la autenticidad de la ópera barroca.
“Es mucho trabajo, un trabajo meticuloso porque también estoy hablando de gestos barrocos. Enseño a los cantantes que hagan gestos barrocos que es casi como enseñarles la coreografía. Es algo muy inusual y hoy en día ya no se hace. Antes se hacía en cada ópera pero desde la Primera Guerra Mundial ya no es así. Ahora, tenemos gestos más naturales en la actuación en escena. Antes, existían gestos específicos para las emociones. Y también los tuve que enseñar a los cantantes a familiarizarse con los gestos para que parecieran naturales y no como si estuvieran utilizando la lengua de signos o dirigiendo el tráfico”.
Palante con corazón checo
De los cuatro cantantes que interpretan la obra en estos días en Chequia, son tres checos y una es española. Marta Infante, oriunda de la ciudad de Lleida, encarna Palante en la ópera de Durón. Como cuenta, a los 18 años decidió estudiar canto en el extranjero y así llegó a la ciudad de Ostrava. Primero, su plan era quedarse en Chequia un año, mejorar su alemán y continuar a Stuttgart, pero un año se convirtió en nueve. Aquí, Marta terminó sus estudios y trabajó en el Teatro Nacional de Moravia-Silesia hasta que sintió la necesidad de volver a su país. A Chequia, sin embargo, siempre le encanta regresar.
“Yo soy una ferviente defensora de la música barroca española, me encanta”.
Marta Infante
“Yo soy una ferviente defensora de la música barroca española, me encanta, la he hecho muchísimo, he grabado muchísimas operas barrocas españolas y ya me gusta hacerla en España, fuera de España me encanta. Y poder hacerla en Praga, que yo me siento medio checa, es como mi segunda tierra, de verdad está siendo una experiencia maravillosa”.
Reconoce Marta que, para ella, desgraciadamente, la música barroca española se quedó en segundo plano puesto que España tuvo grandes y famosos pintores y escritores. Por eso, le gusta tanto interpretarla y llevarla también fuera de las fronteras españolas.
Lo curioso de esta época, explica, es que la música barroca española la cantaban solo mujeres, inclusive los papeles masculinos.
“Palante es un papel masculino. Por mi tipología de voz, que es una voz de mezzo, de contralto, suelo cantar muchas veces papeles masculinos. Entonces, estoy muy acostumbrada a ponerme la piel de hombres. Me gusta mucho, no me suele costar. Por otra parte, nunca me dan papeles de princesa porque siempre se los dan a las voces agudas. Que no me quejo, es fantástico”.
Prosigue Marta que esta experiencia en Chequia fue una grata sorpresa para ella y muy enriquecedora. Admira el trabajo del equipo checo también por el hecho de tener que lidiar con la música de Durón que no es, como dice, archiconocida como la de Bach o Händel. Sus compañeros, no obstante, han entrado maravillosamente en ella.
“Estoy supercontenta, musicalmente el director parece español, la manera en la que ha sentido los ritmos, estos fraseos… De verdad me quedé alucinada desde el primer ensayo. Es una suerte poder hacer esto entre culturas, entre países. Si en algo me especializo en mi país también, es que siempre intento llevar música checa allí. Tengo un pianista con el que hemos grabado un disco de Dvořák. Siempre que tenemos recitales, ponemos un bloque de música checa. La gente no la conoce. Es tan bonito poder hacer música de otros países y si es mezclando intérpretes de los dos países, entonces ya es increíble. Ojalá pudiéramos hacerlo más”.
Antonín Dvořák o Leoš Janáček son los compositores checos más amados por esta cantante española. Como revela, en 2027 se la podrá ver en la ópera Jenúfa en la ciudad de Barcelona.
Las funciones de La guerra de los gigantes en Chequia han sido posibles gracias al Instituto Cervantes de Praga y pertenecen a su ciclo de conciertos Música española más allá del Siglo de Oro 2024, un ciclo de residencias de música y músicos españoles en programaciones musicales checas.
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