“La música judía son cantos de liberación y esperanza”

Perla Gonilski y Marcelo Bru en la sinagoga de Jerusalén, foto: Mariana Gil Herrera

La sinagoga de Jerusalén en Praga puso un marco incomparable para las melodías jasídicas y sefardíes que ofrecieron por primera vez en la República Checa los músicos argentinos Marcelo Bru y Perla Gonilski.

Perla Gonilski y Marcelo Bru en la sinagoga de Jerusalén,  foto: Mariana Gil Herrera
Los cantos hebraicos y obras litúrgicas compuestas por Max Bruch y Ernest Bloch crearon un ambiente de paz y meditación en la sinagoga de Jerusalén de Praga, en el que se sumió con gusto todo el público que llenó el templo este jueves.

El sonido melancólico del chelo de Marcelo Bru, junto al envolvente piano de Perla Gonilski, encontraron en el exótico interior del edificio de estilo neomorisco unas condiciones ideales de recogimiento para adentrarse en las melodías del pueblo judío.

Música, en este caso jasídica y sefardí, que en definitiva surgen de un mismo sentimiento, dice la intérprete y arreglista Perla Gonilski.

Perla Gonilski y Marcelo Bru,  foto: Mariana Gil Herrera
“Básicamente creo que se canta lo mismo porque es una misma tradición, es una misma historia, una misma cultura. Es un pueblo que está andando, un pueblo que viene caminando. Los jasídicos son la parte esotérica, la parte espiritual del judaísmo llevada al pueblo. La música sefardí quizá no es eso. Sin embargo lo que nosotros tocamos son canciones litúrgicas, y ahí se entrelazan las jasídicas que nosotros traemos con las sefardíes. Siempre son pueblos cantando, son culturas meditando, rezando a través de la música. La música para el pueblo judío está siempre presente, en momentos de alegría, en momentos de tristeza, en momentos de rezo. Tanto como lo comida”.

En el concierto ofrecido por el dúo argentino sonaron melodías litúrgicas sefardíes o el Kol Nidrei compuesto por Max Bruch. Pero también se escucharon otras piezas más inesperadas arregladas para la ocasión de Gustav Mahler, George Gershwin o Ástor Piazzolla en un recital que pasó por diversos estados anímicos. Algo que sucede siempre con la música judía, dice Perla Gonilski.

“Nuestros cantos son de liberación, cantos de esperanza. El pueblo judío es un pueblo expulsado, discriminado de alguna manera. Fuimos esclavos del faraón. Si escuchas atentamente la música judía, siempre se entremezcla la alegría y la melancolía. Pero hay algo básico en el judaísmo que es que siempre supera la vida a la muerte. Tanto es así que incluso durante casamientos, si se muere un padre o una madre, se hace el casamiento de todos modos. Porque le gana la vida a la muerte, y la alegría a la tristeza”.

Desde hace décadas, Perla Gonilski y Marcelo Bru llevan por todo el mundo la música del pueblo judío. Con la cálida acogida que han gozado en su primera visita a Praga, aseguran que les encantaría poder volver muy pronto a la República Checa.

palabra clave:
audio