La masacre nazi en pueblos moravos

Del documentario 'Vařákovy paseky', foto: ČT
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La Segunda Guerra Mundial se acercaba a su fin, pero varios pueblos de la región morava de Zlín aún tenían los peores momentos por delante. Como represalia por el apoyo a los miembros de la resistencia, los alemanes nazi realizaron una serie de masacres, de las que no se salvaron ni mujeres ni niños. Con motivo de la conmemoración del 71 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el 8 de mayo, les contaremos en el espacio 'Legados del Pasado, Testimonios del Presente' la triste historia de los pueblos moravos de Leskovec, Ploština y Vařákovy Paseky.

La tragedia del Molino de Juřička

La tragedia del Molino de Juřička,  foto: ČT
Las actividades de las unidades partisanas checoslovacas contra los nazis se centraban sobre todo en sabotajes, como destrucción de puentes, ferrocarriles y atracos a las unidades militares pequeñas.

La mayor unidad de la guerrilla en el territorio checo fue la brigada de Jan Žižka, que operaba también en los alrededores de las ciudades de Zlín y Vizovice. Los habitantes de la región le brindaban comida y alojamiento.

Entre los ayudantes se encontraba también la familia de los Juřička, del pueblo de Leskovec. A los partisanos les concedió su molino, que les servía de refugio para sus compañeros heridos y almacén de alimentos, armas e impresoras ilegales. El director del Archivo Regional Estatal de Vsetín, Tomáš Baletka, ofreció a la Televisión Checa más detalles sobre el refugio.

“La construcción del búnker se inició en octubre de 1944 para una organización de Josef Sousedík que colaboraba con la unidad paracaidista británica Clay-Eva. Sousedík fue en 1944 fusilado y su organización dejó de funcionar. No obstante, la red ilegal se conservó y los miembros de la organización entablaron contacto con la unidad paracaidista soviética de Jan Žižka. El problema fue que en la organización de Sousedík se habían infiltrado confidentes de la Gestapo”.

Placa conmemorativa dedicada a la tragedia de la familia de Juřička,  foto: web oficial de la aldea de Leskovec
Uno de los confidentes de la Gestapo fue el antiguo maestro František Bednář. Tras ser detenido por los nazis como miembro de la resistencia, finalmente consintió en colaborar con ellos. Es posible que la Gestapo recibiera la información sobre el refugio en el molino de Juřička precisamente de él. Los alemanes atacaron el refugio en Leskovec el 3 de abril de 1944, indicó Tomáš Baletka.

“El ataque no fue realizado por las unidades antipartisanas, sino en su mayoría por los oficiales de la Gestapo, que no querían mancharse mucho las manos. Llegaron aproximadamente 200, porque pensaban que había más partisanos. Ordenaron a los vecinos que excavaran un túnel para poder entrar en el refugio”.

En el molino se encontraban cinco miembros de la resistencia. Dos de ellos, de nacionalidad rusa, no querían rendirse y salieron del refugio disparando. No obstante, no lograron vencer la superioridad numérica. La familia de Juříček, que encomendó su molino a los miembros de la resistencia, fue condenada a muerte, prosigue Baletka.

“El molinero fue asesinado inmediatamente. Es inexplicable y trágico que mataran también a sus dos hijas de 14 y 16 años. A su hijo le enviaron al molino para que llamara a los refugiados a que resistieran, y acabó asfixiado. La esposa de Juřička fue fusilada”.

El exterminio de los habitantes de Ploština

Monumento de Ploština,  foto: Pornero CC BY 3.0
La ayuda a los partisanos resultó fatal también para los vecinos de Ploština, situada cerca de la ciudad de Vizovice. Los habitantes de la población morava ayudaban desde la Navidad de 1944 a los miembros de la unidad de Jan Žižka.

En el grupo se infiltraron dos confidentes de la Gestapo. Cuando los vecinos recibieron el 19 de abril de 1945 el aviso de que los nazis se estaban acercando, se pusieron a cubrir las huellas, según recordó para la Radiodifusión Checa Božena Húšťová, que tenía entonces 16 años.

“La noche anterior matamos una vaca, así que los hombres escondieron la carne en sacos y excavaron un foso, que camuflaron con estiércol. No sabíamos que nos habían traicionado. Pensamos que si no encontrarían nada, se irían. Pero llegaron sabiendo a ciencia cierta quién escondía a los partisanos”.

Del documentario 'Vařákovy Paseky',  foto: ČT
Los nazis arrasaron las casas de pueblo de Ploština y asesinaron a 24 personas, recordó Božena Húšťová.

“Detuvieron también a varias personas que estaban trabajando en el campo y que desconocían que en el pueblo se escondían los partisanos. Encadenaron a seis hombres, entre ellos también a mi hermano, y los quemaron vivos. El segundo grupo tuvo que saltar por la ventana en una casa que estaba en llamas”.

La tragedia de Ploština se convirtió en el argumento de la novela 'La Muerte se llama Engelchen' ('Smrt si říká Engelchen'), del escritor Ladislav Mñačko. Ploština no fue el único pueblo de la región de Vizovice arrasado por los nazis. Otra masacre tuvo lugar en el pueblo de Prlov. El 23 de abril el pueblo fue asediado por 600 miembros de la Gestapo y su brutal intervención se cobró la vida de 23 hombres y una mujer.

Una confusión fatal

Del documentario 'Vařákovy Paseky',  foto: ČT
En víspera de la liberación de la región de Valaquia, el 3 de mayo de 1945, los nazis arrasaron el pueblo de Vařákovy Paseky. Mientras que en algunos pueblos cercanos ya se celebraba la llegada del Ejército Rojo, Vařákovy Paseky se conviritieron en un escenario homicida.

El desastre comenzó por la mañana, cuando llegaron al pueblo cuatro alemanes para construir un transmisor-receptor. Cuando los partisanos se fijaron de su presencia, se produjo un tiroteo. El único alemán, que sobrevivió, logró escaparse. Temiendo de que los alemanes provocarían la misma masacre como en Ploština, los vecinos abandonaron sus casas y se escondieron en los bosques cercanos. A pesar de ser mayo, hacía mucho frío y nevaba. Transcurrido cierto tiempo, los vecinos consideraron que probablemente no ocurriría nada y regresaron a sus casas. Desgraciadamente, llegaron en el mismo momento que los nazis.

Del documentario 'Vařákovy Paseky',  foto: ČT
Ocho de las diez casas acabaron en cenizas. Las dos restantes se salvaron solamente gracias a la niebla que las escondió. Los alemanes llevaron a los vecinos a un interrogatorio, o más bien a una tortura, y no se avergonzaron de maltratar incluso a los niños. Gracias a la intervención de la ama de casa del cura local, pusieron en libertad por lo menos a mujeres y niños. Una muchacha joven y tres hombres fueron asesinados. La localidad de Vařákovy Paseky nunca ha vuelto a ser poblada.