La ley no vale para todos de igual manera
Todo parece indicar que los políticos no siempre son un buen ejemplo a seguir. El primer ministro checo, Mirek Topolánek, lo demostró este domingo al viajar en su automóvil oficial a una velocidad muy por encima de la máxima permitida.
Pero fue así el domingo cuando el primer ministro, Mirek Topolánek, necesitó desplazarse de Praga a la ciudad de Brno donde se disputaba un encuentro de tenis de la Copa de la Federación.
Si bien Topolánek optó por pedir una disculpa pública, no dio el brazo a torcer, y las autoridades a unísono sostienen que no se violó ninguna ley.“A pesar de todo quiero pedir una disculpa por el hecho de haber viajado a tan gran velocidad, pero debo agregar que se trató de una vía segura, de una vía que en ese momento estaba vacía”, justificó Topolánek el viaje temerario de su chofer.
Un conductor que respete la ley de tránsito y tome en cuenta las condiciones técnicas de la autopista necesita una hora con cuarenta y siete minutos para desplazarse de Praga a Brno. Al primer ministro le fue suficiente una hora y siete minutos.
La velocidad máxima permitida en las autopistas checas es de 130 kilómetros por hora. En declaraciones a la Televisión checa expertos en circulación vial calculan que la velocidad del vehículo del primer ministro tuvo que superar en algunos lugares los 200 kilómetros por hora.
La autopista entre Praga y Brno se conoce popularmente como la “autopista de la muerte” por la cantidad de accidentes de tránsito que tienen lugar en la misma diariamente.
El portavoz de la Policía, David Kubalák, asegura que el chofer del primer ministro no cometió ninguna infracción, ya que la ley ofrece la posibilidad de viajar a una velocidad superior a la máxima permitida en situaciones que así lo exijan. Siempre y cuando se trate de una persona que pertenezca a la categoría que necesita de protección especial.
Los medios de comunicación se cuestionan si la situación dada el domingo ameritaba semejante exceso de velocidad, cuando el jefe del Gobierno iba a ver un partido de tenis. O si más bien fue un exceso de arrogancia de los que se encuentran en el poder.