La inmunidad colectiva como luz al final del túnel
La pandemia del coronavirus podría ralentizarse de manera natural en un plazo de dos meses, coinciden los expertos checos. Estiman que para junio, la mitad de la población podría contar con los anticuerpos necesarios para protegerse del virus.
Mientras que hasta el momento contribuían a la reducción de los nuevos casos de coronavirus las medidas epidémicas, en verano podría encargarse de la tarea la llamada inmunidad colectiva. Esta surge gracias a la vacunación y a los anticuerpos que adquieren las personas que han pasado por el virus.
El epidemiólogo Roman Chlíbek explicó a la Radio Checa en qué consiste esta inmunidad colectiva.
“Para el virus será más y más difícil circular en la población, porque no será capaz de saltar de un vacunado a otro. Saltará difícilmente también a los que han pasado por el COVID recientemente. Así que el virus contará con menos y menos espacio para propagarse”.
De acuerdo con Chlíbek, la inmunidad que adquieren las personas que pasaron por la enfermedad y manifestaron síntomas, puede protegerlos hasta durante un año.
Los datos oficiales del Ministerio de Salud indican que alrededor de 1.5 millones de checos se han contagiado del coronavirus desde el inicio de la pandemia en el país. No obstante, el director del Instituto de Información y Estadísticas de Salud, Ladislav Dušek, considera que en realidad se trata de muchas personas más.
“Existen herramientas matemáticas. Una de ella es el cálculo en base a la positividad relativa de la detección del virus. El número de contagios es seguramente mucho más alto de los que hemos diagnosticado. Diversos modelos indican que el número puede ser hasta tres o cinco veces mayor”.
Las que pasan desapercibidas ante el sistema son principalmente las personas que pasaron por la enfermedad sin manifestar síntomas, por lo que, de acuerdo con Chlíbek, los datos que tenemos a nuestra disposición son solo la punta del iceberg.
Los expertos estiman que para junio podría verse protegido el 50 % de la población, cantidad que no es suficiente para poner un fin absoluto a la pandemia, pero sí para frenarla, según afirma el epidemiólogo y antiguo ministro de Salud, Roman Prymula.
“Si hablamos del 50 % de la población, es lógico que la pandemia se ralentice, porque el virus podrá propagarse solo en la mitad de la población, no en la población entera. Así que el efecto será evidente. Creo que este 50 % podemos lograrlo en un plazo de dos meses”.
Para que la situación pueda mejorar, hace falta seguir realizando pruebas de COVID, vacunar de manera masiva, darle seguimiento a los contactos de las personas positivas con su alrededor y mantener baja la incidencia diaria de nuevos contagios, resume las tareas por venir otro experto checo, el epidemiólogo Jan Kynčl.
Kynčl estima que podría notarse una mejora marcada ya en mayo. Advierte no obstante, que no hay que contar con que desaparezcan todas las restricciones. Al menos las mascarillas están para quedarse, por el momento.
“No es que podamos librarnos de las mascarillas en los espacios interiores, eso sería muy atrevido. Pero si se mantuviera solo esta medida, sería soportable, porque en ese momento ya lograríamos abrir los restaurantes, reiniciar la cultura.”
El camino de regreso a la vida normal lo pueden complicar también las nuevas mutaciones del coronavirus que, en algunos casos, logran eludir la inmunidad adquirida durante la enfermedad y, según demuestran casos recientes, también reducir la eficiencia de las vacunas, según explica Roman Prymula.
“El impacto de las mutaciones en las vacunas es claro, su eficiencia se reduce al 50 %. Así que será necesario preparar, en base a estas mutaciones, vacunas de segunda y más generaciones. Y puede suceder que la vacunación se convierta en un ejercicio regular, tal y como sucederá en el caso de la gripe”.
Los expertos coinciden que ni la vacuna ni la inmunidad adquirida tras enfermarse de COVID son capaces de prevenir al 100 % el contagio, pero sí reducen marcadamente el riesgo de sufrir síntomas graves o terminar hospitalizado.
Los checos amanecieron este lunes en un país donde, tras 189 días, ya no rige el estado de emergencia. Con él terminó el cierre perimetral de los distritos y el toque de queda. También los colegios y preescolares reabrieron sus puertas, aunque solo para algunos alumnos.
A pesar de la gradual mejora de la situación epidémica en el país los expertos y el Gobierno permanecen prudentes ante soltar las riendas demasiado rápido, por lo que no se prevé otro relajamiento de las restricciones antes del fin del mes.