La cerveza está en peligro: así afecta el cambio climático a la bebida preferida por los checos
Los expertos coinciden en señalar la vulnerabilidad de los cultivos de lúpulo y cebada frente al cambio climático.
Chequia es el país del mundo con la mayor ingesta de cerveza per cápita – los checos consumen de media unos 160 litros anuales – y puede presumir de ser uno de los pocos lugares en los que la cerveza es más barata que el agua. Aún así, es difícil predecir si estos datos seguirán siendo ciertos en un futuro cercano.
La producción de cerveza checa está en peligro. Así lo señala un estudio realizado por universidades en China, Reino Unido y Estados Unidos, centrado en cómo la producción de cebada podría verse gravemente afectada por el cambio climático. Dabo Guan, economista climático en el University College de Londres, es uno de los principales investigadores involucrados en el estudio. En entrevista para Radio Praga Internacional, explica así el foco de la investigación.
“Intentamos estudiar los efectos del clima, sobre todo los efectos extremos, como el calor y la sequía, en el consumo de cerveza. El motivo de la cerveza es que pensamos que es un indicador bastante bueno, sobre todo teniendo en cuenta el consumo diario en occidente”.
Más allá de la comunidad científica, la vulnerabilidad de las cosechas preocupa, y mucho, a las empresas cerveceras. Para ellas, el cambio climático supone un riesgo económico importante.
Según Ivan Tučník, responsable de sostenibilidad en la cervecera checa Pilsner Urquell, el principal problema es la imprevisibilidad del clima, que afecta tanto a la calidad como al rendimiento de los cultivos de lúpulo y cebada. Lo explicó así en entrevista para Radio Praga Internacional.
“Estamos asistiendo a un aumento de la volatilidad. Lo que significa que hay un año muy bueno y otro muy malo uno detrás de otro. Por ejemplo, el año anterior tuvimos probablemente el mejor año de lúpulo de la historia y este año (2022) ha sido uno de los peores. Esta imprevisibilidad no favorece ni a los agricultores ni a nosotros como cerveceros”.
Con la estabilidad como objetivo, desde Pilsner Urquell han desarrollado el proyecto For Hops, que utiliza la agricultura de precisión para hacer frente a los efectos del cambio climático. En colaboración con Microsoft y otras empresas y organizaciones del sector cervecero, el proyecto pretende desarrollar un programa informático y una aplicación que asesoren a los agricultores para que puedan utilizar los recursos disponibles de forma más eficiente. Añadió Tučník.
“El 80% de los agricultores de lúpulo en la región de Žatec, la más importante de la República Checa, no tiene acceso al agua. Su única opción es construir embalses, en los que recogen el agua durante todo el año. Esto significa que tienen una cantidad finita de agua y deben tener mucho cuidado a la hora de utilizarla. Ahí es donde entramos nosotros, para indicarles cuáles son los momentos del año en los que el riego tiene un mayor impacto en términos de rendimiento y calidad”.
Por el momento, al encontrarse el proyecto en fase inicial, las predicciones se basan en datos recogidos en seis granjas piloto alrededor de la República Checa que están siendo examinadas a través de un complejo sistema de cámaras, sensores y estaciones meteorológicas.
Y aunque con el tiempo desde For Hops esperan poder extender sus predicciones a agricultores de todo el país, los datos recogidos en esta primera fase ya apuntan a la sequía y la inestabilidad en el clima como principales responsables de las alteraciones en el cultivo. Los primeros resultados coinciden así con estudios recientes sobre el futuro de los cultivos de lúpulo y cebada en Chequia. Explica Guan.
“La cebada sólo crece en lugares relativamente fríos. Los países de Europa del Este, Canadá y Rusia son las principales áreas de producción. Así que una vez que los modelos climáticos nos indican dónde hay posibilidad de estrés por calor en el futuro, podemos ver que la mayoría de los países de Europa del Este sufrirían grandes pérdidas en la producción de cebada".
En el caso concreto de Chequia, preocupa especialmente el hecho de que la variedad de lúpulo de la región de Žatec, muy reconocida en el mercado internacional, sea tan difícil de replicar bajo condiciones climáticas diversas. “Si no hay lúpulo, no hay cerveza como la conocemos y como nos gusta a todos", explicó Ivan Tučník, “El lúpulo es como una especia, no se necesitan grandes cantidades, pero es algo que contribuye al carácter y al sabor único de la bebida”.
Pero la problemática va más allá del sabor. Otro foco de preocupación son los estrictos requisitos que rigen el cultivo de cebada cervecera. Bajo condiciones climáticas adversas, estos requisitos son cada vez más difíciles de cumplir para los agricultores, que muchas veces acaban renunciando a cultivar este tipo de cebada. Según Tučník, este es un punto de presión importante.
“Por eso también estamos buscando formas de apoyar a los productores de cebada. Hemos visto que en las últimas tres décadas la superficie total en la que se cultivaba la cebada cervecera en la República Checa se ha reducido a la mitad. Esto significa que hay un aumento de la presión sobre la disponibilidad de la cebada.
En su estudio, Guan y el resto de investigadores hacen referencia a esta disminución en la producción y a la posibilidad de que la tensión entre oferta y demanda acabe por provocar un aumento considerable en los precios de la cerveza. Especialmente en países donde el consumo es mayor.
“Para la República Checa, recuerdo que el aumento sería cinco veces mayor. Si ahora tenemos 50 céntimos por lata aproximadamente, posiblemente el precio aumentaría a 3 o 4 euros en caso de estrés térmico extremo. Así que eso también comprometería la cultura de consumo de alcohol”.
El aumento en los precios o los problemas en la producción, son una amenaza real para el mercado de la cerveza. En la República Checa, está en peligro la bebida nacional y su precio famosamente asequible.