Juguetes que llevan a los checos de vuelta a la infancia

Foto: Martina Schneibergová

Muñecas de porcelana, maquetas de trenes, cochecitos y decenas de juguetes más. La exposición del Museo del Juguete en Nový Bydžov invita a los checos a dar un viaje nostálgico en el tiempo y regresar a su niñez.

Foto: Martina Schneibergová

Foto: Martina Schneibergová
El camino en tren de Praga a la ciudad de Nový Bydžov, que se encuentra a menos de 30 km de la capital regional Hradec Králové, dura una hora y media. En la antigua fábrica de vidrio situada en las afueras de la ciudad se encuentra el Museo del Juguete, fundado por Hana Stuchlíková y Radek Stuchlík. La primera sala del recorrido se titula “Retro”.

De acuerdo con Hana Stuchlíková:“Aquí los visitantes encontrarán objetos con los que jugaban de pequeños. Y los niños a menudo comentan: con esto jugaba mi mamá, mi abuela. Algunas mamás aún tienen los juguetes en casa”.

Hana Stuchlíková muestra varios cochecitos de marca Liberta. Se empezaron a fabricar en la ciudad de Mělník, Bohemia Central, en los años setenta y ochenta. Las muñecas que se pueden apreciar provienen de Gumotex y Hamiro, empresas estatales de la época. Algunos fabricantes les ponían nombres. Stuchlíková indicó que “por ejemplo, una se llama Zuzanka (Susanita). También se le solía llamar “voñavka” (perfume) porque el plástico que se utilizaba para su fabricación llevaba un aroma. Las muñecas pequeñas con caras infantiles se llaman František (Francisco). Algunos de los ejemplares que pueden ver son más recientes. También contamos con muñecas de celuloide de tamaño más pequeño en trajes folclóricos nacionales. Estas se vendían como recuerdos”.

Foto: Martina Schneibergová
La exposición incluye también una muñeca de plástico con la que jugaba la misma Hana Stuchlíková.

De vuelta a los tiempos de nuestras abuelas

En el museo hay cocinas y muebles para muñecas. Según dijo Hana Stuchlíková, “las cocinas las fabricaba la compañía Tofa Semily. Se trataba de réplicas exactas de las cocinas típicas de entonces. Exponemos también diferentes tipos de muebles, por ejemplo una cuna o cama infantil blanca que nos donó una señora, la había utilizado su nieto. Es de forja y los lados se pueden remover. Los niños podían dormir en una cama como esta desde su nacimiento hasta, digamos, los diez años”.

La sala más bonita de todo el museo es la cocina antigua de 100 años. Emana una sensación de tranquilidad y se puede apreciar lo bonito que lo tenían entonces las amas de casa. Antiguos especieros, morteros, recipientes de loza, moldes para bizcochos, molinos de café, latas de té, cacao, café.“A los niños que nos visitan siempre les pregunto si saben para qué se utilizaban los diferentes objetos”, cuenta Stuchlíková.

Juguetes con llave

Foto: Martina Schneibergová
Otro tema que el museo ha preparado para sus visitantes son los juguetes de cuerda. Entre los ejemplares de madera podemos apreciar figuras de tamborileros, limpiachimeneas e incluso vendedores de helados.

Stuchlíková señaló que“generalmente cuentan con extremidades flexibles. Cuando los niños tiran los juguetes detrás de sí, las manos de las figuras se empiezan a mover. El juguete de madera exhibido fue fabricado por Tofa Semily. De hecho, los animales de cuerda se siguen produciendo hasta la actualidad, la demanda sigue siendo alta. Los animales mecánicos de hojalata que se activaban girando la llave eran muy populares ya en los años sesenta. Aquí pueden ver por ejemplo cebras, ranas que saltan, gallinas que picotean, o mariquitas, también con volante de inercia”.

Según comentan los fundadores del museo, el interés por los juguetes de los años ochenta del siglo pasado ha crecido. Entre los coleccionistas hay una gran demanda por juguetes de goma o de plástico fabricados hace 35 o 40 años. Se trata sobre todo de diferentes animales: caballos, perros, osos, patos, ratones y otros. Como categoría especial se pueden apreciar en la exposición diferentes tipos del peluche Monchichi que siempre despierta un gran interés de los visitantes.

Pasión coleccionista

Manželé Stuchlíkovi,  foto: Martina Schneibergová
El museo se fue formando poco a poco. Originalmente, Petr Stuchlík coleccionaba motocicletas inglesas antiguas. Stuchlík explicó: “A mi esposa no le gustaba y odiaba el olor a gasolina, así que decidimos buscar otro pasatiempo, uno que pudiéramos compartir, para poder acudir juntos a diferentes eventos donde se llevan a cabo negocios con objetos antiguos. Y se nos ocurrieron cochecitos o muñecas. Compramos la primera muñeca y nos dimos cuenta de que nos agrada a los dos, entonces decidimos dedicarnos al tema a mayor escala."

Cuando se dieron cuenta de que el ático y el garaje de su casa rebosaban de juguetes, Hana y Petr decidieron compartir su colección con el público. Fue entonces cuando abrieron al museo en la antigua fábrica de vidrio.

Durante la pandemia causada por el coronavirus, el museo está cerrado. Pero pueden viajar a su niñez a través de las fotografía que les ofrecemos en nuestra página web.

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Autores: Martina Schneibergová , Romana Marksová
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